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Templos

La Iglesia lanza plan de rescate espiritual

Más de 100 líderes de todo Chile se reunieron en conferencia especial:
La Iglesia lanza plan de rescate espiritual

Iván Martinic
Revistas de la Iglesia Chile


Presidentes de misión, estaca y distrito de todo el país recibieron la visión de la Presidencia del Área Chile en una histórica reunión.
En la mayor reunión de liderazgo de la Iglesia que se haya realizado en Chile en los últimos tres años, los setenta, los presidentes de misión, estaca y distrito de todo el país se congregaron en Santiago para ser capacitados sobre la visión de la Presidencia del Área Chile: rescatar a todos los hijos del Padre Celestial que se hayan alejado del Evangelio y se encuentren inactivos.

Encabezada por el presidente del Área Chile de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Élder Carlos H. Amado, y sus dos consejeros, Élder Lawrence E. Corbridge y Élder Jorge F. Zeballos, esta conferencia especial reunió a 120 líderes provenientes desde Arica a Punta Arenas, e incluyó además a los nueve Setentas de Área y al presidente del Centro de Capacitación Misional.

Como parte del programa, los asistentes pudieron participar en sesiones del Templo la noche del viernes y la madrugada del sábado, para luego recibir instrucción respecto del documento "Permaneced", una guía para invitar a los miembros inactivos a retomar su participación en la Iglesia.

Cada presidente de misión, estaca o distrito fue capacitado para coordinar y planificar visitas de misioneros y miembros a nivel de barrio o rama, de modo que cuando el año 2009 termine, todas las personas que permanezcan inactivas hayan sido visitadas, al menos, en una ocasión.

La conferencia también abordó la necesidad de encontrar a los miembros cuyas direcciones figuran como desconocidas en los registros de la Iglesia, así como de apoyar a los miembros cuyos familiares no conocen el Evangelio.

Por ello, el tema central de la reunión fue "Al rescate", inspirado en las enseñanzas y desafíos que el presidente Thomas S. Monson entregó en abril pasado al Quórum de los Doce Apóstoles y a los ocho Quórumes de Setentas.

Tres son los objetivos de este plan de trabajo: rescatar a los inactivos, preparar más misioneros chilenos y preparar más hombres que lleguen a ser poseedores dignos del Sacerdocio de Melquisedec.

"El mensaje de hoy es ir a rescatar a todos los hijos de Dios que están alejados por diferentes razones. Y el rescate no sólo tiene que ver con los miembros menos activos o con los miembros con dirección desconocida, sino también con los no miembros de la Iglesia, con las familias incompletas. El compromiso es fortalecer a las familias, fortalecer a la juventud y fortalecer el Reino de Dios en todo el país", explicó el Élder Amado.

Terminada la reunión, el presidente del Área Chile comentó que "ya se ve, se nota que en Santiago, así como en el Norte y en el Sur están muy entusiasmados. Yo no he tenido un sentimiento de unidad tan fuerte entre todos los presidentes como el que hemos experimentado aquí. Hoy, de alguna manera, fue una reunión histórica porque por primera vez desde que esta Presidencia fue organizada reunimos a presidentes de estaca, presidentes de distrito, presidentes de misión y setentas de Área".

El Élder Amado confía en que Chile experimentará un despegue para elevarse a otro nivel espiritual, "mucho más alto de donde estamos ahora. Como Presidencia de Área estamos muy contentos de la actitud, de la respuesta de los presidentes en ir a rescatar a los hermanos y traerlos de vuelta".

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El Libro de Mormón: Otro testamento de Jesucristo

El Libro de Mormón: Otro testamento de Jesucristo

por John A. Tvedtnes
Traducido por Estrella La Font Díaz

Uno de los libros más populares del mundo, después de la Biblia, es el Libro de Mormón. Desde que saliera a la luz, por vez primera, en 1830, se han publicado unos 78 millones de ejemplares en 94 idiomas; tan sólo en 1997 se distribuyeron más de cuatro millones de ejemplares.

La historia del Libro de Mormón comenzó en la primavera de 1820, cuando un muchacho estadounidense de catorce años llamado José Smith fue a orar a un bosque que se encontraba cerca de la granja de su familia, en el estado de Nueva York, en Estados Unidos. Él explicó cómo Dios el Padre y su hijo Jesucristo se le aparecieron y dieron respuesta a las preguntas que tenía en lo tocante al tema de la religión. Este fue el principio de su llamamiento como profeta contemporáneo.

Tres años después, se encontraba de nuevo orando cuando recibió la visita de un ángel que le dijo que se llamaba Moroni. "Dijo que se hallaba depositado un libro," escribió José Smith más adelante, "escrito sobre planchas de oro, el cual daba una relación de los antiguos habitantes de este continente [americano], así como del origen de su procedencia. También declaró que en él se encontraba la plenitud del evangelio eterno el cual el Salvador lo había comunicado a los antiguos habitantes. (José Smith-Historia 1:34)


Se le dijo que las planchas de oro estaban escritas en egipcio reformado y que las habían escondido y enterrado en la ladera de una colina que se encontraba cerca del hogar de José, en una caja cuadrada de piedra cubierta por otra piedra redonda más grande. Con el registro se encontraba un antiguo pectoral que contenía dos piedras llamadas Urim y Tumim, que el Señor había preparado para ayudar a José Smith a traducir el antiguo registro. (En la época de la Biblia, los israelitas recibían revelación de Dios mediante el Urim y el Tumim, que el sumo sacerdote llevaba sujetos a un pectoral; cf. Éxodo 28:30. Números 27:21).

Los escritos que se encontraban en las planchas de oro narraban la historia de un antiguo profeta israelita llamado Lehi, que vivió en Jerusalén seiscientos años antes de Cristo. Dios avisó a Lehi de que se aproximaba la destrucción de la ciudad a manos de los babilonios y le dijo que se marchara con su familia y algunos amigos.

Vivieron en tierras deshabitadas por las que viajaron durante ocho años. Cuando llegaron al mar, probablemente en la costa sur de la Península Arábica, el Señor les mandó que construyeran un barco en el cual navegaron hasta las Américas. La mayor parte de los estudiosos que aceptan el Libro de Mormón creen que ellos y sus descendientes habitaron principalmente en lo que actualmente es el sur de México y Guatemala.

Una vez en el Nuevo Mundo, este grupo no tardó mucho en dividirse en dos naciones: una de ellas se llamó nefita, en honor del nombre de Nefi, uno de los hijos de Lehi; la otra se denominó lamanita, por ser seguidores de Lamán, hermano de Nefi. Durante los siglos posteriores se produjeron muchas disputas entre ambas naciones. La mayor parte del tiempo los nefitas fueron justos y escucharon a una serie de profetas que predijeron la venida de Cristo y que explicaron detalladamente la Expiación que Él llevaría a cabo. Durante la mayor parte de su historia, los lamanitas no creyeron en Cristo, mientras que los nefitas guardaron por escrito su historia y sus creencias religiosas. El Libro de Mormón contiene un compendio de dichos escritos. Es debido a sus comentarios doctrinales acerca de la Expiación de Jesucristo por lo que se dice que el Libro de Mormón contiene "la plenitud del evangelio" (José Smith-Historia 1:34; Doctrina y Convenios 20:9; 27:5; 42:12; 135:3).

De las muchas historias de las que habla el Libro de Mormón, la más importante trata de cómo Cristo se apareció a su pueblo del continente americano después de su resurrección y ascensión a los cielos. Les enseñó los mismos principios que había enseñado a sus discípulos judíos del Viejo Mundo y organizó la iglesia entre ellos, eligiendo a doce discípulos, los cuales, según Él dijo, iban a ser juzgados, en los últimos días, por los doce apóstoles que Él había elegido durante su ministerio mortal en Tierra Santa. Aún antes de volver a su Padre, Jesús continuó revelando sus deseos a los discípulos nefitas. A su visita le siguió una era de paz durante la cual nefitas y lamanitas vivieron unos doscientos años como un solo pueblo.

Finalmente, la paz se vio quebrantada por el pecado y antes del cuarto siglo después de Cristo, volvieron a producirse nuevas guerras entre las dos naciones. Sabiendo que su pueblo iba a ser destruido pronto por los lamanitas, un profeta nefita llamado Mormón preparó un compendio de los anales sagrados de su pueblo y los dejó en las manos de su hijo Moroni para que los enterrara en un lugar donde Dios los preservaría hasta que otro profeta fuera llamado para traducirlos. Este era el mismo Moroni que, como ángel de Dios, se le apareció a José Smith 1.400 años después.

Los profetas que guardaron los anales que luego se convertirían en el Libro de Mormón testificaban de Cristo tanto antes como después de su venida. El primero de ellos, Nefi, escribió: "Y ahora bien, mis amados hermanos, y también vosotros los judíos y todos los extremos de la tierra, escuchad estas palabras y creed en Cristo; y si no creéis estas palabras, creed en Cristo. Y si creéis en Cristo, creeréis en estas palabras, porque son las palabras de Cristo, y él me las ha dado, y enseñan a todos los hombres que deben hacer lo bueno" (2 Nefi 33:10). Cien años después, en su prefacio, Mormón escribió que el propósito de este libro era "convencer al judío y al gentil de que Jesús es el Cristo, el eterno Dios, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones." Por esta razón en 1987, se le dio al Libro de Mormón el subtítulo de "Otro Testamento de Jesucristo."

Las planchas de las que se tradujo el Libro de Mormón fueron devueltas al ángel antes de que se publicara la traducción en inglés. Pero varias personas más las vieron y las tocaron. Entre estas personas hubo tres testigos, Oliverio Cowdery, David Whitmer y Martín Harris, que dieron testimonio de que el ángel Moroni les había enseñado las planchas y el pectoral con el Urim y el Tumim; testificaron que el ángel había pasado las hojas una a una para que pudieran ver los grabados que había en ellas; también declararon que habían oído la voz de Dios, proveniente del cielo, que les dijo que la traducción del registro era correcta. En otra ocasión, José Smith llevó a un grupo de otros ocho hombres al bosque, donde les enseñó las planchas y les permitió cogerlas y pasar las páginas. Todos estos hombres hicieron un relato escrito de sus experiencias, que aparece al comienzo del Libro de Mormón. Aunque, más tarde, algunos de ellos se alejaron de José Smith y ya no le apoyaron más, nunca negaron su testimonio, y muchos de ellos continuaron reafirmándolo hasta su muerte.

Durante el transcurso de la traducción del Libro de Mormón, José Smith y su escriba, Oliverio Cowdery, oraron en cuanto a algunas de las cosas que encontraron en el texto, como por ejemplo la necesidad de un bautismo realizado por la autoridad apropiada del sacerdocio. A José se le había dicho, en su visión de 1820, que esta autoridad se había perdido en la tierra, pero que sería restaurada en un futuro próximo. El 15 de Mayo de 1829, cuando estaban orando en el bosque, al lado del río Susquehanna, cerca de Harmony, Pennsylvania, José y Oliverio recibieron la visita de Juan el Bautista, ahora resucitado, quien había bautizado a Cristo unos dieciocho siglos antes. Juan puso sus manos sobre sus cabezas y les ordenó al Sacerdocio Aarónico, confiriéndoles así autoridad para bautizar. En el transcurso de algunas semanas después de este suceso, tres apóstoles de la antigüedad, Pedro, Santiago y Juan, vinieron y ordenaron a los jóvenes al Sacerdocio de Melquisedec, lo que les daba autoridad para imponer las manos y otorgar el don del Espíritu Santo, así como para volver a organizar la Iglesia de la antigüedad.

El seis de abril de 1830, se organizó oficialmente la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Fayette, Nueva York, reconociéndose a José Smith como profeta de Dios. Durante los años siguientes la iglesia creció y se restauraron varios oficios del sacerdocio; entre éstos se incluían los de apóstol, setenta, patriarca, obispo, élder, presbítero, maestro y diácono, todos los cuales se conocían en la antigua Iglesia Cristiana.

A partir de este pequeño comienzo, la Iglesia ha crecido hasta tener más de diez millones de miembros en más de 200 países. Casi la mitad de ellos se encuentran en América Latina y en las naciones que bordean al Océano Pacífico. Una cuarta parte de los miembros de la Iglesia son de habla hispana y se espera que, con el rápido crecimiento en la América Latina, el español llegará a ser algún día la lengua fundamental de la Iglesia. El portugués, el tercer idioma más utilizado entre los Santos de los Últimos Días, sólo se habla por uno de cada diecisiete miembros.

Frecuentemente a los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se les llama incorrectamente "mormones" porque creen en el Libro de Mormón; pero son seguidores de Jesucristo, no de Mormón que fue un siervo de Cristo. Aceptan tanto la Biblia como el Libro de Mormón, pero también creen en la revelación moderna. El octavo artículo de fe de la iglesia declara: "Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde este traducida correctamente: también creemos que el Libro de Mormón es la palabra de Dios." El noveno artículo declara: "Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela y creemos que aún revelará muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios."

Durante los próximos meses, examinaremos algunos de los contenidos del Libro de Mormón y los compararemos con lo que se conoce de la Biblia y con los descubrimientos históricos y arqueológicos que se han producido desde la época de José Smith. Comenzaremos viendo cómo el Libro de Mormón nos ayuda a entender la Biblia como registro histórico y como la palabra de Dios. Después de esto, estudiaremos el origen del Libro de Mormón, que compararemos con el de otros documentos antiguos que han sido descubiertos a lo largo del último siglo, como es el caso de los rollos de pergamino del Mar Muerto. Después examinaremos varios aspectos de las investigaciones actuales que se están haciendo sobre el Libro de Mormón, incluyendo sus orígenes lingüísticos y su relación con el antiguo Israel.

Nota biográfica
John A. Tvedtnes es director jefe de proyectos de la Fundación para la Investigación de la Antigüedad y de Estudios Mormones, que se encuentra en Provo, Utah, Estados Unidos. Ha estudiado en la Universidad de Utah, la Universidad de Brigham Young, la Universidad de California (Berkeley) y la Universidad Judía de Jerusalén. Es licenciado en Antropología, y posee otros títulos universitarios en estudios del Oriente Medio y en lingüística; actualmente se encuentra terminado su trabajo de cara a la obtención del título de doctor en egipcio y lenguas semíticas. Nacido en Estados Unidos, el señor Tvedtnes también ha vivido en Suiza (un año), en Francia (un año y medio) y en Israel (ocho años y medio). Ha escrito cuatro libros y alrededor de 120 artículos; lleva diecisiete años ejerciendo la docencia universitaria en Israel y Estados Unidos.


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Meditemos las Escrituras Provo, Utah

Meditemos las Escrituras

por Dennis y Sandra Packard
JBMS 8-2

Algunas personas aman las escrituras. En la antigüedad Nefi escribió: "Mi alma se deleita en las escrituras" (2 Nefi 4:15). En nuestros días el Élder Jeffrey R. Holland, del Consejo de los Doce, escribió: "Ciertamente los mejores de entre 'los mejores libros' son las escrituras." Y el Presidente Gordon B. Hinckley escribió: "Estoy agradecido por el énfasis para leer las escrituras. Espero que para ustedes llegue a ser algo más agradable que un deber; más bien, que se convierta en un romance con la palabra de Dios. Les prometo que cuando las lean sus mentes se iluminarán y sus espíritus se elevarán. Al principio podrá parecer tedioso, pero se convertirá en una maravillosa experiencia con los pensamientos y palabras de asuntos divinos."


Otras personas son menos entusiastas. Un maestro en funciones de la Escuela Dominical, con una Maestría, preguntó en un momento sincero: "¿Por qué las escrituras no fueron mejor escritas? Son tan difíciles de entender." Una líder de estaca previno a sus maestras: "Tendrán que usar las escrituras en algunas de las lecciones del manual. No hay otra opción." Un discursante en la reunión sacramental, aparentemente preocupado por poner a la gente a dormir, se disculpó por leer un versículo de las escrituras. Un discursante en una reunión general del sacerdocio empezó a leer un largo pasaje de El Libro de Mormón, y un bostezo se esparció contagiosamente por el tabernáculo. Un padre devoto se pregunta: "¿Por qué debo leer las escrituras si vivo y enseño principios del evangelio?" Un obispo, en su desesperación, urgió a sus miembros a que por lo menos cargaran con El Libro de Mormón una vez al día a ver si tal vez lo hallaran abierto y se encontraran a sí mismos leyéndolo.

¿Por qué muchos miembros activos de la iglesia no aman las escrituras? Creemos que es porque no han aprendido a meditarlas. Meditar, de acuerdo con el diccionario Webster, significa "sopesar en la mente; pensar o considerar de manera especial, de forma tranquila, sobria y profunda." Luego de un extenso discurso, el Salvador dijo a los Nefitas que necesitaban tiempo para meditar y orar acerca de lo que él estaba diciendo: "percibo que sois débiles, que no podeís comprender todas las palabras que el Padre me ha mandado que os diga en esta ocasión. Por tanto, id a vuestras casas y meditad en las cosas que os he dicho, y pedid al Padre en mi nombre para que podaís entender" (3 Nefi 17:2-3). Él ha repetido este consejo en nuestro tiempo: "Mis amigos, os dejo estas palabras para que las mediteis en vuestro corazón, junto con este mandamiento que os doy, de llamarme mientras estoy cerca. Allegaos a mí y yo me allegaré a vosotros; buscadme diligentemente y me hallareis; pedid y recibireis; llamad y se os abrirá" (D&C 88:62-63). De manera que si no comprendemos ni apreciamos las escrituras el consejo del Señor es meditar y orar en cuanto a ellas. Más específicamente, primero debemos meditar y luego orar. Como dice el Señor: "Debes estudiarlo en tu mente, entonces has de preguntarme si está bien" (D&C 9:8).

El consejo del Señor es bueno, pero muchos de nosotros tenemos nuestras razones para no seguirlo. Por una parte, la mayoría de nosotros no está acostumbrado a meditar: "Difícilmente he leído algo con detenimiento. Me parece demasiado trabajo." Muchos de nosotros sentimos que no tenemos tiempo: "Tengo tanto que hacer que no puedo estar sentado pensando en el significado de una escritura." Muchos otros no confiamos en nuestra capacidad para indagar profundamente: "Empezaré haciendo preguntas tontas y me sentiré como un bobo. Inclusive puedo comenzar a hacer preguntas insólitas que me confundirán y harán que parezca que las escrituras no las apoyan, entonces comenzaré a perder mi testimonio y me convertiré en hereje." Otros todavía no hemos percibido lo que podemos aprender de las escrituras: "Realmente no sé como el Señor permitió que esto ocurriera, pero usualmente las escrituras son aburridas - la misma cosa una y otra vez - o bien son obscuras. Tal vez el Señor puso las partes aburridas para quienes hay que repetirles las cosas varias veces, y las partes desconcertantes para los estudiosos que les gusta ese tipo de cosas." Cualquiera que sea la razón, el resultado de no considerar las escrituras con reflexión y oración cuando las leemos siempre será el mismo: no nos deleitaremos en ellas.

Podemos preguntarnos por qué las escrituras deben meditarse para poder entenderlas y apreciarlas. Después de todo, no necesitamos meditar los periódicos o revistas. Las entendemos en la primera lectura. ¿Qué es lo que hace diferente a las escrituras?

Una analogía nos puede ayudar. Las escrituras son como una sinfonía. El problema con la sinfonía, si es que se le puede llamar problema, es que hay tanto que se interpreta al mismo tiempo que un oyente inexperto se siente desconcertado, no sabiendo que tiene que oír, o como ponerle sentido a todo. Pero el amante de la música sabe lo que tiene que hacer. Él selecciona la composición interpretada por las cuerdas, la compara con la variación que hacen de la misma los oboes, y escucha si el compositor está alegre, reflexivo o gozoso. A diferencia del novato, él oye y siente los efectos de los detalles que dan a la sinfonía, en toda su complejidad, su poder e impacto.

La habilidad para percibir e interpretar los detalles típicamente distingue a un experto de un aficionado. Cuando una arquitecto observa una catedral, un puente, o una casa, ella ve más de lo que la mayoría de nosotros ve, y no es porque tenga una mejor vista. Lo que ella ve está allí para todos los que observan, pero ella sabe que buscar. Lo mismo con la persona que aprecia las artes visuales. Tal persona ve una pintura de manera diferente a un novato. Sus ojos se mueven de manera diferente, deteniéndose en los diferentes rasgos, conectado diferentes puntos, siguiendo la pista a los de otra manera inadvertidos patrones.

Cuando la mayoría de nosotros habla, nos contentamos con captar la esencia del mensaje, pero una persona de discernimiento presta atención al tono de voz, a las expresiones del rostro del orador, a la elección de las palabras, y ve dentro del alma de la persona. Hugh Nibley escribió en cuanto a Brigham Young:

Una gran silla de cuero negro ocupaba un lugar en la oficina de Brigham Young en la Casa del León; esta miraba hacia la ventana de la pared opuesta y al escritorio del presidente en medio del cuarto. Los visitantes que por primera vez entraban a la oficina se encontraban de cara con la fuerte luz del día y los calmos ojos azules del Hermano Brigham, quien se sentaba en su escritorio dando la espalda a la ventana, aguardando tranquilamente a que su invitado dijese algo. Después de todo el hombre lo había ido a ver, y simplemente era correcto dejarle exponer su asunto. El Presidente Young, de acuerdo con lo que contó el Abuelo [Charles W. Nibley], nunca diría algo durante los primeros tres minutos, y al terminar esos tres minutos él sabía exactamente la clase de hombre con el que estaba tratando, y la naturaleza - ambiciosa, benigna, o siniestra - de su asunto. "¡Y él nunca (aquí el Abuelo golpeó el brazo de su silla) tuvo que cambiar de opinión!"

Sus técnicas de psicoanálisis, cuero negro y todo, fueron bastante apropiadas. Brigham Young acostumbraba decir que ningún hombre, si se le permitía hablar, podía evitar el revelar su verdadero carácter.

Sin embargo, el verdadero carácter de una persona se revela únicamente al escucha observador y meditativo. Al igual que la música sinfónica, las catedrales, las pinturas, y el habla, las escrituras son ricas en detalles para meditar. Y es precisamente la riqueza de las escrituras, la intrincada trama de verdades que contienen, lo que las hacen perdurables, y es lo que nos hace desear volver a meditarlas una y otra vez. Ellas no son como los libros o canciones más populares cuyo contenido total se agota en una lectura u oída rápida. Su equivalente culinario es una comida gourmet, compleja en sabor, rica en nutrientes, no la comida rápida a la que la mayoría de nosotros estamos acostumbrados. Las escrituras son para deleitarnos en ellas una y otra vez. ¿Qué hacemos entonces cuando hallamos obstáculos en vez de ayudas al leer las escrituras? Meditamos. Si leemos un versículo que nos deja perplejos o aburridos no lo hacemos a un lado ni nos forzamos a pasarlo. Nos detenemos, ahondamos, sopesamos, relacionamos, y descubrimos nuevos significados. Si no estamos aprendiendo suficiente, nos preguntamos que hemos obviado. Si hay una repetición, buscamos las razones de esa repetición. Si parece que no hay conexión entre dos versículos, tratamos de descubrir como ambos se relacionan. Y si estamos enseñando una clase y no obtenemos alguna reacción a cierto pasaje de las escrituras no pasamos a un nuevo material. Observamos los detalles del pasaje conjuntamente con la clase hasta que surja nueva luz. Después de todo son las escrituras las que estamos leyendo, los mejores entre los mejores libros, y somos los Santos del Señor; y él nos ha prometido que podemos entender y amar sus palabras. En nuestro propio estudio de las escrituras hemos encontrado que el hacernos ciertas preguntas nos ayuda a descubrir y entender importantes detalles sobre un pasaje; estas preguntas nos ayudan a meditar. Creemos que para ser fieles lectores de las escrituras necesitamos estar llenos de preguntas, así como un niño de cuatro años está ansioso por entender y creer en las palabras de sus padres. En el resto de este artículo listaremos ciertos tipos de preguntas y mostraremos como el hacérnoslas y el tratar de responderlas nos ayuda a meditar en las escrituras. Obtendrá mejores resultados si trata de responder nuestras preguntas antes de leer nuestras respuestas. De esta manera, en vez de meramente aprender más en cuanto a lo que nosotros pensamos cuando estamos meditando, usted aprenderá que pensar cuando medita. Recuerde, los comentarios que hacemos son simplemente nuestra respuesta a las escrituras, dados nuestro entendimiento, experiencia, y estudio. No son doctrinalmente o de otra forma definitivos en ninguna manera. Usted podrá ver cosas que nosotros hemos obviado. Su respuesta a como medita es lo importante. Recuerde también que sus puntos de vista pueden cambiar y aumentar cuando usted vuelve a leer un pasaje de escritura. No importa lo que vea ahora, bien podrá ver más en otra oportunidad.

Marco
José Smith enseñó lo que él llamó una clave por la cual él comprendía las escrituras. Él dijo: "Me pregunto ¿Cuál fue la pregunta que ocasionó la respuesta?" En otras palabras, se preguntaba en cuanto a la situación que originó el pasaje. Este es el Marco. El marco de un pasaje puede incluir la geografía de un área, la historia y las costumbres de las personas, o el comportamiento anterior de los individuos involucrados. Frecuentemente los aspectos importantes del marco se hallan en las escrituras mismas, aunque podemos necesitar buscar información relevante. A menudo, es útil consultar los mapas y el Diccionario Bíblico que está en el reverso de la edición SUD de la Biblia. También son útiles otros libros históricos y de referencias. Por supuesto que para saber que circunstancias son relevantes necesitamos comprender el pasaje en sí. Los dos obran interactivamente: cuanto más entendemos el pasaje más sabemos que es relevante en el marco; y cuanto más sabemos del marco entendemos más cabalmente el pasaje. Aquí hay algunos ejemplos de preguntas en cuanto al marco.

Nefi escribió un pasaje poético similar a los salmos de David (vea 2 Nefi 4:17-35). Algunos intelectuales SUD lo llaman el Salmo de Nefi. Nefi empieza: "¡Oh miserable hombre que soy! Sí, mi corazón se entristece a causa de mi carne, y mi alma se aflige a causa de mis iniquidades." Pregunta: ¿Por qué está Nefi tan perturbado? Aquí está lo que hemos hallado: antes de que Nefi escribiera este Salmo Lehi murió y los hermanos mayores se enojan con Nefi cuando él trata de aconsejarles. Justo antes que el salmo se escribiese la familia se divide. Nefi debe haber deseado mantener a la familia unida, porque él había visto en visión lo que significaría la separación: guerras y contiendas, y finalmente la aniquilación de su pueblo (véase 1 Nefi 12:1-3, 19). Pero sin Lehi cerca, el tratar de mantener a la familia unida debe haber sido más frustrante que nunca. Este pasaje revela que Nefi está molesto y deprimido a causa de la situación en la que se encuentra, lo que debe ser el motivo por el que se llama a sí mismo "miserable". Pero antes de que termine el salmo Nefi se vuelve al Señor y encuentra la paz y el valor que le permite dejar a sus hermanos.

La historia de David y Betsabé marca una terrible transición en la vida de David (véase 2 Samuel 11-12). ¿Qué llevó a David a caer? (Pista: vea el versículo 1 del capítulo 11.) El versículo 1 dice "Y aconteció al año siguiente, en el tiempo (del año) en el que los reyes salen a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos, y a todo Israel; y destruyeron a los Amonitas, y sitiaron Rabá. Pero David se quedó en Jerusalén." Así que en vez de guiar a sus ejércitos a la batalla, como era apropiado para un rey en esa época del año, David permaneció en Jerusalén. El escritor parece usar mucho tacto al decir que la irresponsabilidad del Rey David como comandante de sus ejércitos, y tal vez su amor por una vida de lujos en la capital fueron, en parte, la causa de su comportamiento inmoral. Podríamos haber perdido esta conexión entre la irresponsabilidad y la inmoralidad si no nos hubiésemos detenido para preguntarnos en cuanto al marco.

Significado de Palabras y Frases.
Los diccionarios, las concordancias, y otras traducciones de la Biblia pueden ayudarnos a entender el significado de palabras y frases poco familiares en las escrituras. Aquí algunos ejemplos:

¿Cuál es el significado de la frase "en el momento oportuno" en el pasaje que dice "Reprendiendo en el momento oportuno con severidad, cuando lo induzca el Espíritu Santo" (D&C 121:43)? Para esta pregunta el mejor libro de referencia es un diccionario. En inglés la palabra que se traduce "en el momento oportuno" es "betimes". Según el Diccionario Webster de 1828 (Un diccionario norteamericano de la época de José Smith), "betimes" no significa "en algún momento" como alguien podría pensar; este significa "oportunamente; en el momento preciso; antes de que sea tarde." De manera que si dejamos que el mal comportamiento de nuestros hijos se apile sin corrección y luego explotamos, estamos obrando mal; hemos esperado demasiado. Salomón escribió con el mismo espíritu: "El que lo ama [a su hijo] con desde temprano lo corrige" (Proverbios 13:24).

Mateo, al describir el bautismo de Jesús, escribió: "Y Jesús, después que (él) fue bautizado, subió luego del agua, y he aquí, los cielos le fueron abiertos, y (él) vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él" (Mateo 3:16). ¿Los pronombres (él), le, (él), y él se refieren a Juan o a Jesús? (Pista: Vea Juan 1:32-34 - una referencia que hallamos en la concordancia al buscar la palabra paloma.) El relato de Juan aclara el de Mateo. El primero y él último de los pronombres se refieren a Jesús, quien fue bautizado y sobre quien descendió el Espíritu, mientras que los dos intermedios se refieren a Juan, quien presenció los cielos abiertos y al Espíritu descender sobre Cristo.

En Doctrina y Convenios el Señor dice: "Y cuando llegue el tiempo de los Gentiles resplandecerá una luz entre los que se asientan en tinieblas, y será la plenitud de mi evangelio; pero no lo reciben, porque no perciben la luz, y apartan de mí su corazón a causa de los preceptos de los hombres. Y en esa generación serán cumplidos los tiempos de los gentiles" (D&C 45:28-30). ¿Quiénes son los Gentiles? ¿Qué son los tiempos de los Gentiles? ¿Y qué quiere decir que se cumplirán los tiempos de los Gentiles? En el uso común de la palabra en la Biblia un gentil es una persona que no es de la fe o de la nación judía. La concordancia de la Biblia nos dice que las palabras Hebrea y Griega de las cuales se traduce el término gentil significa gente extranjera. Los recopiladores de la versión del Rey Santiago tradujeron las palabras Griega y Hebrea en diferentes lugares como "gentil", "pagano", "nación", y "pueblo". Pero en las escrituras modernas las gentes a las que se refieren como gentiles son los miembros de las iglesias apóstatas Cristianas, quienes creen en el Dios de la Biblia pero que no comprenden correctamente el evangelio, pues su entendimiento está corrupto debido a filosofías paganas (vea 3 Nefi 21:14-23; D&C 90:6-10). Los gentiles que Nefi vio en visión eran gente de tez blanca quienes habían recibido y corrupto la Biblia, y se habían establecido en el Nuevo Mundo (vea 1 Nefi 13). Esta descripción encaja con las naciones Cristianas de Europa. Orson Pratt se refirió a las "naciones y reinos de los Gentiles" como "las naciones de la Cristiandad." Es interesante notar que estas naciones son herederas de la civilización Greco-Romana en lo político, lo cultural, y tal vez, en parte, en lo biológico: la civilización gentil a la que se llevó el evangelio luego de que los Judíos rechazaron a Cristo.

La frase "el tiempo de los Gentiles" aparece solo en esta sección de Doctrina y Convenios y en Lucas 21:24, en donde Jesús dice: "Jerusalén será hollada por los Gentiles, hasta que los tiempos de los Gentiles se cumplan." Nefi nos da el trasfondo por el cual podemos entender esta frase, aunque él mismo no la usa: "Y después que él [el Salvador] se haya manifestado a los Judíos y también a los Gentiles, entonces se manifestará a los Gentiles y después a los Judíos, y los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos" (1 Nefi 13:42). Así que parece ser que el tiempo de los Gentiles es el período en los últimos días cuando el evangelio en su plenitud sea tomado de entre los Gentiles. Este período empieza con la restauración (vea D&C 45:28) y termina cuando los Gentiles rechazan el evangelio.

La frase "plenitud de los Gentiles" aparece en Romanos 11:25; y el verbo griego del cual se traduce, cuando se aplica a un período o tarea, significa "terminar". Entonces decir "los tiempos de los gentiles se cumplirán" significa que terminarán. Cuando se acaben, la plenitud del evangelio será tomada de los gentiles y volverá a la casa de Israel (vea 3 Nefi 16:10-11).

El pasaje previo dice: "Y vivirán hombres en esa generación que no morirán hasta que vean una plaga arrasadora, porque una enfermedad desoladora cubrirá la tierra" (D&C 45:31). ¿Qué es una plaga? De acuerdo con el Diccionario Webster de 1828 la palabra plaga significa "un azote; un látigo hecho de una correa o de cuerda; un instrumento de castigo o disciplina," y "Persona o cosa que gravemente aflige, hostiga o destruye; particularmente cualquier mal o calamidad continuos." La plaga particular a la que se hace mención aquí es una enfermedad desoladora que vendrá en la generación en la que los Gentiles rechacen el Evangelio. No podemos leer esto en nuestra generación sin pensar en la guerra biológica. La plaga puede ser el motivo por el que se haga salir a los misioneros de las naciones gentiles, tal como en tiempos pasados ocurrió temporalmente al sacarlos de países en guerra.

Actitud del Orador
Cuando alguien habla o escribe por un lapso de tiempo hace manifiesta su actitud hacia el tema, sus escuchas, y a sí mismo. El aprender a discernir la actitud en las escrituras puede ayudarnos a discernir esta en nuestras interacciones con otros.

¿Cuál es la actitud de Sherem cuando le dice a Jacob: "Hermano Jacob, mucho he buscado la oportunidad para hablar contigo" (Jacob 7:6)? Parece ser que él enfatiza su propia amabilidad al "hermano Jacob", a quien considera un blasfemo (vea Jacob 7:7), y su propia diligencia para descarriarle. Sherem parece considerarse muy importante. Jacob nos dice que él usaba "mucha lisonja, y mucha elocuencia, según el poder del diablo" (Jacob 7:4).

¿Cuál es la actitud de Pilato hacia Cristo y la verdad cuando le dice a Jesús: "¿Qué es la verdad?" (Juan 18:38) No creemos que Pilato sea sincero al preguntar sobre la verdad. Parece ser cínico con cualquiera, incluido el Cristo, como para saber la verdad.

¿Cuál es la actitud del Señor cuando dice en cuanto a los enemigos de los Santos: "Dejadlos que propongan sus fuertes razonamientos en contra del Señor" (D&C 71:8)? ¿Realmente cree él que ellos tienen fuertes razonamientos en su contra? Nos parece que el Señor aquí esta siendo irónico. Cuando aparentemente reconoce que ellos tienen "fuertes razonamientos", en realidad está diciendo cuan vano es argumentar contra él.

Comparaciones con las Escrituras
El comparar cosas es el sello de la meditación. Se pueden comparar muchas cosas en las escrituras: individuos, actitudes, eventos, reacciones, temas. En las escrituras frecuentemente dos cosas similares de alguna manera, pero diferentes en otra son colocadas lado a lado para que podamos compararlas. Por ejemplo, las reacciones de María y Zacarías a mensajes similares del ángel Gabriel. Las escrituras también contienen relatos paralelos de eventos y mensajes, por ejemplo, los cuatro evangelios, los múltiples relatos de la creación, los capítulos de Isaías en la Biblia y en El Libro de Mormón; todos ellos nos invitan a comparar. También podemos comparar eventos o individuos en las escrituras con aquellos que nos son familiares fuera de ellas. Nefi lo hizo y dijo "Apliqué las escrituras a nosotros mismos, para nuestro provecho e instrucción" (1 Nefi 19:23). Podemos entender las profecías al buscar elementos históricos que las cumplen.

Cuando el Señor les preguntó a Adán y Eva si ellos habían participado del fruto prohibido, ellos no respondieron simplemente "Sí, lo hicimos." En vez de eso Adán respondió: "La mujer que tú me diste, y mandaste que permaneciese conmigo, me dio del fruto del árbol, y yo comí" (Moisés 4:18). Eva respondió: "La Serpiente me engañó, y yo comí" (Moisés 4:19). ¿En que se asemejan las respuestas? Aunque ambos, Adán y Eva, admitieron haber comido del fruto, trataron de eludir su responsabilidad, Adán en Eva, y Eva en la Serpiente. Hoy aún alegamos "circunstancias atenuantes" cuando nos sentimos culpables.

¿En que se parecen y en que difieren Alma hijo y Korihor? Alma y Korihor eran ambos expertos oradores que usaron sus persuasivos poderes para lisonjear y engañar a la gente para que dejasen la iglesia y cometiesen pecado. Ambos fueron heridos de mudez por sus iniquidades, Alma por el terror a causa de la advertencia de un ángel, y Korihor por un profeta en respuesta a su pedido por una señal. Aquí terminan las similitudes. Alma aceptó la responsabilidad por sus pecados, "arrepintiéndo[s]e casi hasta la muerte" (Mosíah 27:28) y llegó a ser un gran misionero de rectitud. Por otra parte Korihor culpó al diablo por sus pecados quien, según él, se le había aparecido como un ángel de luz. No se arrepintió y murió mudo. El profeta que hirió de mudez a Korihor fue el entonces maduro Alma. Su propio pasado y su arrepentimiento deben haberle dado luz en cuanto al alma de Korihor, pues le dijo: "Si te fuera quitada esta maldición, de nuevo volverías a desviar el corazón de este pueblo; por tanto hágase contigo según la voluntad del Señor" (Alma 30:55).

En la historia de Jonás leemos acerca de sus compañeros marineros. Estos hombres hicieron todo lo posible por evitar lanzar a Jonás por la borda, aún después que él les dijo que deberían hacerlo para apaciguar a su Dios (Vea Jonás 1:4-16). ¿Por qué este incidente es significativo en la historia de Jonás? Los compañeros gentiles de Jonás nos ofrecen un severo contraste con Jonás mismo, quien deseaba que el Señor destruyese toda la ciudad de Nínive, aún después que ellos se habían arrepentido. La compasión de los marineros por Jonás y la reverencia que demostraron por su Dios hacen que el egoísmo y el enojo de Jonás sean más repulsivos.

¿En que son similares la historia de Jonás y la Parábola del Hijo Pródigo (Lucas 15:11-32) tanto en caracteres como en tema? Ambas historias nos hablan en cuanto a pecadores (la gente de Nínive, el hijo pródigo), una persona que perdona (el Señor, el padre del pródigo), y de una persona que no perdona (Jonás, el hermano del pródigo). Ambas historias nos enseñan en cuanto al amor y al perdón en vez de el condenar, al mostrarnos la bondad en los que consideramos pecadores y la maldad en lo que se consideran a sí mismos rectos pero que no tienen amor.

Mensajes Implicados
Debido a que las escrituras implican más de lo que realmente hacen constar podemos aprender más de ellas cuando leemos entre líneas.

En Doctrina y Convenios 20:5-6 el Señor dice de José Smith: "Después de habérsele manifestado verdaderamente a este primer Élder que había recibido la remisión de sus pecados, de nuevo se vio envuelto en las vanidades del mundo; pero después de arrepentirse y de humillarse sinceramente mediante la fe, Dios le ministró por conducto de un santo ángel, cuyo semblante era como relámpago, y cuyos vestidos eran puros y blancos, más que cualquier otra blancura;" ¿Qué implican estos versículos en cuanto a la Primera Visión? El ángel de vestiduras blancas debe haber sido Moroni (compare esta descripción de Moroni con la descripción en José Smith - Historia 1:32). Por tanto, antes de la visita de Moroni, presumiblemente en la Primera Visión, se le dijo a José que sus pecados le eran perdonados (compare con D&C 29:3). Este hecho no está registrado en el relato de la Primera Visión en La Perla de Gran Precio, aunque aparece en otros escritos.

En las Aguas de Mormón Alma explicó el convenio bautismal diciendo en parte, "y ya que deseáis entrar en el redil de Dios y ser llamados su pueblo, y estáis dispuestos a llevar las cargas los unos de los otros para que sean ligeras (Mosíah 18:8). Más adelante cuando el pueblo de Alma estaba en cautiverio, el Señor les dijo: "Sé del convenio que habéis hecho conmigo... y... aliviaré las cargas que pongan sobre vuestros hombros, de manera que no podréis sentirlas sobre vuestras espaldas" (Mosíah 24:13-14). ¿Qué quiere decir el Señor aquí al referirse al convenio bautismal y luego aludir a la explicación que hizo Alma del convenio? Parece que el Señor les dice a su pueblo que así como han hecho convenio de llevar las cargas los unos de los otros, así él, siendo uno con ellos, también llevaría esas cargas. Eso es lo que hizo en Getsemaní.

Lo Que Está o No Está Incluido
Con frecuencia queremos encontrar algo en las escrituras que no está allí. O nos sorprendemos al hallar algo que no habíamos esperado. Cuando esto sucede debemos preguntarnos a nosotros mismos porque esa parte en particular está o no incluida.

Mientras estaba en el desierto Lehi soñó en cuanto a un desierto obscuro y lúgubre. Nefi registra este sueño y la consiguiente preocupación de Lehi por sus hijos en 1 Nefi 8, empezando en el versículo 2. Pero en el versículo 1 del mismo capítulo él registra: "Y aconteció que habíamos recogido toda suerte de semillas de toda especie, tanto de granos de todas clases, como de todo género de frutas." ¿Por qué se registra aquí el hecho de la recolección de semillas? No parece tener que ver nada con el sueño de Lehi ¿O sí? La referencia a "todo género de frutas" prepara nuestra mente para el símbolo central del sueño de Lehi: el fruto del árbol de la vida, el cual es "preferible a todos los demás" (versículo 12). Las "semillas" anticipa la preocupación de Lehi en cuanto a sus propios "descendientes" (versículo 3); y la repetición de la idea en "todo género", "toda clase", "toda especie" (N del T.: en inglés las tres frases son iguales, "every kind") presagia la diversidad de personas y de caminos en el mismo sueño .

Según Mateo, Cristo dijo a sus discípulos, "Cualquiera que se enoje contra su hermano sin causa será culpable de juicio" (Mateo 5:22, versión King James en inglés). [N. Del T.: En español la frase "sin causa" no aparece, concordando con El Libro de Mormón] Pero en El Libro de Mormón Cristo le dice a los Nefitas: "Quien se enoje con su hermano corre peligro de su juicio" (3 Nefi 12:22). ¿Por qué no se repite la frase "sin causa" en el relato de El Libro de Mormón? Primero, podemos preguntarnos que significa ser "culpable de juicio". Otras traducciones de esta frase son "traído a juicio" (New English Bible) y "Responderá por esto ante la corte" (Biblia de Jerusalén). Por tanto parece que una persona molesta no es necesariamente pecadora, solo que le sería mejor ser capaz de justificar su enojo. Parece que Cristo nos dijese: "Si estás molesto ¡Cuidado!" Sabemos que el Señor mismo se enojó en algunas ocasiones; pero el enojo según Dios, al igual que la tristeza según Dios, es completamente diferente al enojo del mundo, el que, al igual que la tristeza según el mundo, acarrea muerte, no arrepentimiento (vea 2 Corintios 7:10). La mayor parte del enojo humano es mundano, no según Dios, por lo que la frase "sin causa" parece innecesaria. Si tiene una buena razón, y "la corte apoya su causa" no será condenado, de lo contrario, sí lo será.

Preguntas Para
Hacernos Durante Nuestro Estudio Y Meditación
De Las Escrituras:

Pregúntese en cuanto al Marco
Investigue el significado de las palabras y frases
Aprenda a discernir la actitud del orador
Busque comparaciones de las escrituras
Discierna los mensajes implicados
Preste atención a lo que está o no incluido
Comprenda la organización de las escrituras
Sea sensible a la repetición de ideas, palabras y sonidos
Lea en voz alta para descubrir el énfasis


Organización
Las escrituras no están organizadas como un tratado lógico, pero esto no quiere decir que no sean documentos organizados. Su organización es refinada y más rica que la mayoría de escritos. Necesitamos observar con atención dentro y entre los versículos, capítulos, y libros para ver su composición. Cuando comprendamos su organización, las escrituras nos comunicarán un mensaje más unido y poderoso.

¿Cuál es el efecto de poner el Libro de Eter, el compendio del registro Jaredita, casi al final de El Libro de Mormón, fuera del orden cronológico? El Libro de Eter narra la historia de la destrucción de la civilización Jaredita, y viene casi contigua al relato de la destrucción de la civilización nefita por Mormón y Moroni. Así, El libro de Mormón termina con el relato de dos civilizaciones que se destruyen a sí mismas, enfatizando así el tema de la destrucción. Además, El Libro de Mormón empieza con la historia de una familia que escapa de la destrucción de otra civilización inicua. El mensaje para nosotros y nuestra civilización es claro: "Esta es una tierra escogida sobre todas las demás; por tanto, aquel que la posea servirá a Dios o será exterminado, porque es el eterno decreto de Dios. Y no es sino hasta cuando llega al colmo la iniquidad entre los hijos de la tierra, que son exterminados." (Eter 2:10).

El segundo capítulo de 1 Nefi empieza: "Porque he aquí, aconteció que el Señor habló a mi Padre, sí, aún en un sueño." En ese sueño se le avisa a Lehi que debe huir de Jerusalén y de los Judíos que buscan su vida. ¿Por qué Nefi empieza el versículo con "Porque he aquí"? ¿Está implicando alguna relación entre lo que viene antes de este conectivo y lo que viene a continuación? Al final del capítulo 1 leemos: "Yo, Nefi, os mostraré que las entrañables misericordias del Señor se extienden sobre todos aquellos que, a cause de su fe, él ha escogido, para fortalecerlos, sí, hasta tener el poder de librarse." Entonces Nefi procede en el segundo capítulo a hacer justamente eso, mostrar como la misericordia del Señor al advertir a Lehi que huya de Jerusalén lo "fortale[ció]... hasta tener el poder de librarse". Así que Nefi no está usando palabras simplemente como por crear un estilo, sino como una señal al lector de que está a punto de explicar como sabe que el Señor a aquellos quienes colocan su confianza en él. Las palabras conectivas tales como por, para, pero, y así, implican relaciones, explicaciones, o contrastes entre los pasajes; y podemos obviar esas relaciones si no nos preguntamos de manera constante por qué dichas palabras están siendo usadas.

Repetición de Ideas, Palabras, y Sonidos
Un sonido, una palabra, una frase, una idea, o un tema llevan consigo más significado cuando se repiten. Los niños pequeños se deleitan en la repetición que oyen en sus historias favoritas, tal como en La Caperucita Roja cuando dice: "¡Abuelita, que ojos (orejas, dientes) más grandes tienes!" En las escrituras la repetición dentro y entre los pasajes es un arte, y cuando nos volvemos sensibles a esta, nosotros, al igual que los niños pequeños, nos deleitaremos y aprenderemos de ella.

Cuando sus hijos tardaban en volver de Jerusalén Saríah llama a su esposo "un hombre visionario" y dice: "Tú nos has sacado de la tierra de nuestra herencia, y mis hijos ya no existen y nosotros pereceremos en el desierto." Lehi le responde: "Sé que soy hombre visionario, porque si no hubiese visto las cosas de Dios en una visión, no habría conocido su bondad. Sino que hubiera permanecido en Jerusalén y perecido con mis hermanos. Pero he aquí, he obtenido una tierra de promisión y me regocijo en estas cosas; sí, y yo sé que el Señor librará a mis hijos de las manos de Labán, y los hará volver a nosotros en el desierto" (1 Nefi 5:2-5). ¿Qué palabras y frases en la alocución de Saríah repite Lehi en la suya? Lehi repite las siguientes palabras de Saríah: hombre visionario, tierra, mis hijos, perecer, en el desierto. Esta repetición muestra que Lehi había escuchado a Saríah y que se compenetraba con ella. Él está de acuerdo con Saríah cuando dice: "Sé que soy hombre visionario", pero cada uno de sus otros puntos de desesperación los contrapone con otros de esperanza: ella dice " Nos has sacado de la tierra de nuestra herencia", y él dice "he obtenido una tierra de promisión". Ella dice "Mis hijos ya no existen", y él dice "Sé que el Señor librará a mis hijos de las manos de Labán". Ella dice "pereceremos en el desierto", él dice "hubiera... perecido con mis hermanos." Además Lehi subrayó las idiosincrasias gramaticales de Saríah: él, al igual que ella, habla en tiempo presente cuando el tiempo futuro sería más exacto, diciendo "he obtenido una tierra de promisión" para balancear la frase "mis hijos ya no existen y pereceremos en el desierto." Él está consolando a su esposa, mostrándole empatía, y aún fortaleciéndola. No es una tarea fácil de realizar cuando uno está siendo duramente criticado.

El Señor describe a Enoc la escena de reunión entre su ciudad y la Nueva Jerusalén con estas palabras: "Y ellos nos verán; y nos echaremos sobre su cuello, y ellos sobre el nuestro, y nos besaremos unos a otros" (Moisés 7:63). ¿Puede recordar palabras similares en otra parte de las escrituras? (Si no puede, una concordancia ayudará grandemente a su memoria. Busque palabras tales como cuello, la que probablemente no tendrá muchas referencias en las cuales buscar.) Similares palabras son usadas para describir la reunión entre Jacob y Esaú después de años de alejamiento: "Pero Esaú corrió a su encuentro [de Jacob], y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron" (Génesis 33:4). Estas palabras también hacen eco a Jesús en la Parábola del Hijo Pródigo: "Y cuando aún estaba lejos le vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó" (Lucas 15:20). La repetición de estas frases de reconciliación y amor de un milenio al otro aumenta la intensidad emocional de cada echo, ayudándonos a compartir el sentimiento.

En Doctrina y Convenios 19:23 el Señor le pide a Martín Harris: "Aprende de mí y escucha mis palabras; camina en la mansedumbre de mi Espíritu, y en mí tendrás paz." ¿Qué sonidos nota que se repiten en este versículo, y cuál es su efecto? Nosotros notamos tres sonidos: (1) l (aprende, escucha) [N del T.: en inglés estas palabras son "learn" y "listen"], (2) m (mí, mis, mansedumbre, mi, mi), y (3) s (eScucha, manSedumbre, ESpíritu, paZ). Estos sonidos unen el versículo y ayudan a transmitir la pacífica compasión del Señor al dirigirse a Martín y a nosotros. Todo niño pequeño que aún no lee puede oír estos sonidos y decirnos como lo hacen sentir.

Énfasis
Debido a que la palabra hablada es más rica que la palabra escrita, podemos entender y apreciar mejor las escrituras cuando las leemos en voz alta, inclusive en nuestro estudio personal. Cuando leemos en voz alta, permitiendo que lo que leemos nos afecte y nos enseñe, ciertas palabras sobresalen y les damos énfasis cuando las leemos.

¿Enfatiza la palabra todos o la palabra fe cuando lee este versículo en voz alta: Y por cuanto no todos tienen fe, buscad diligentemente y enseñaos el uno al otro palabras de sabiduría." (D&C 88:118)? Si enfatiza la palabra fe lo que le dice el versículo es que la mejor cosa que sigue a tener fe es buscar y enseñar el uno al otro palabras de sabiduría. Pero si enfatiza todos el versículo le dice que la mejor manera de ayudar a las personas a tener fe es buscar y enseñar palabras de sabiduría. Al cambiar el énfasis cambiamos el significado.

El joven José Smith fue profundamente impactado cuando leyó la escritura de Santiago que dice: "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios" (Santiago 1:5). Lea en voz alta José Smith - Historia 1:12, como si fuese José Smith contando la historia, enfatizando aquellas palabras que crea que José pudo enfatizar. Nuestra lectura hizo hincapié en las palabras en itálicas: "Ningún pasaje de las escrituras jamás penetró el corazón de un hombre con más fuerza que éste en esta ocasión, el mío. Pareció introducirse con inmenso poder en cada fibra de mi corazón. Lo medité repetidas veces, sabiendo que si alguien necesitaba sabiduría de Dios, esa persona era yo; porque no sabía que hacer, y a menos que obtuviera mayor conocimiento del que hasta entonces tenía, jamás llegaría a saber; porque los maestros religiosos de las diferentes sectas entendían los mismos pasajes de las Escrituras de un modo tan distinto, que destruían toda esperanza de resolver el problema recurriendo a la Biblia." Cuando se lee este versículo con las palabras claves enfatizadas, el efecto poderoso que Santiago 1:5 tuvo en José es más fácil de sentir. Pero cuando se lee de forma plana, sin énfasis o comprensión, nos acomodamos en la silla, miramos el reloj, y corremos al siguiente versículo.

Conclusión
El Presidente Kimball escribió: "Estoy convencido de que cada uno de nosotros, en algún momento de nuestras vidas, debe descubrir las escrituras por sí mismo." Para nosotros dos el descubrir las escrituras vino con la meditación. Nos hemos dado cuenta que cuando más meditamos más aprendemos, y así también quienes enseñamos. Hemos convertido en una practica hablar en la iglesia de lo que hemos aprendido cuando meditamos y oramos en cuanto a las escrituras. Cuando enseñamos a nuestra familia o en una clase de la iglesia seleccionamos un pasaje de las escrituras el cual hemos meditado, al que cuidadosamente lo hemos dividido en secciones, y del cual hemos preparado preguntas. Entonces leemos en voz alta el pasaje con nuestra familia o clase, una porción a la vez, hacemos preguntas y meditamos juntos. Cuando lo hacemos así no es inusual que alguien diga: "Siento que estuve en el pasado en el momento en el que se escribió este pasaje." Hemos oído a otros decir "Podría leer así las escrituras todo el día." Cuando oímos eso sabemos que alguien más se ha enamorado de la palabra.


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OBEDIENCIA, CONSAGRACIÓN Y SACRIFICIO

Por el élder Bruce R. McConkie
Del Consejo de los Doce

He solicitado y ahora busco la guía del Espíritu Santo para poder hablar llana y persuasivamente acerca de dos de las doctrinas que coronan el evangelio.

Nosotros somos el pueblo del Señor, sus santos, aquellos a quienes él ha dado mucho y de quienes él espera también mucho. (Véase D. y C. 82:3.) Conocemos los términos y condiciones del plan de salvación; cómo murió Cristo por nuestros pecados y qué debemos hacer para obtener las bendiciones completas de su sacrifico expiatorio.

Hemos hecho convenio en las aguas del bautismo de amarle y servirle, de guardar sus mandamientos y poner, en primer lugar en nuestras vidas, las cosas de su reino. A cambio, él nos ha prometido vida eterna en el reino de su Padre; por ello nos encontramos en una posición de recibir y obedecer algunas de las más altas leyes que nos preparan para obtener esa vida eterna que tan vehemente buscamos.

De acuerdo con ello, os hablaré de algunos de los principios de sacrificio y consagración a los cuales los verdaderos santos deben sujetarse si verdaderamente desean ir a donde Dios y Cristo están, y obtener una herencia con los fieles santos de edades pasadas.

Está escrito: "Porque el que no puede sujetarse a la ley de un reino celestial, no puede sufrir una gloria celestial" (D. y C. 88:22). La ley de sacrificio es una ley celestial y así también es la ley de consagración. Por lo tanto, para obtener esa recompensa celestial que tan devotamente deseamos, debemos ser capaces de vivir estas dos leyes.

El sacrificio y la consagración están inseparablemente entrelazados. La ley de consagración nos guía para que consagremos nuestro tiempo, nuestros talentos, nuestro dinero y propiedades, a la causa de la Iglesia; todo ello debe estar disponible hasta donde sea necesario para aumentar los intereses del Señor en la tierra.

La ley de sacrificio nos encauza hasta estar dispuestos a sacrificar todo lo que tenemos en favor de la verdad; nuestro carácter y reputación, nuestro honor y nuestro aplauso, nuestro buen nombre entre los hombres, nuestras casas, tierras y familias; todo; aun nuestra vida misma si necesario fuere.

José Smith dijo: "Una religión que no requiere el sacrificio de todas las cosas, nunca tiene el poder suficiente con el cual producir la fe necesaria para llevarnos a vida y salvación" (Lectures on faith, pág. 58).

No siempre somos llamados para vivir por completo la ley de consagración y dar todo nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestros medios para la edificación del reino terrenal del Señor. Pocos somos llamados para sacrificar gran parte de lo que poseemos y, por el momento, hay solamente algún mártir ocasional en la causa de la religión revelada.

Pero lo que el relato nos enseña es que para ganar la salvación celestial debemos ser capaces de vivir totalmente estas leyes, si somos llamados para hacerlo. Ligada a esto, está la realidad de que debemos, de hecho, vivir esas leyes hasta el grado de que seamos llamados,

Por ejemplo, ¿cómo podemos establecer nuestra capacidad de vivir toda la ley de consagración, si de hecho, no pagamos un diezmo justo? o ¿cómo podremos probar nuestra buena voluntad de sacrificar todas las cosas, si fuera necesario, siendo que nunca tenemos ni la más pequeña privación de tiempo, labor, dinero u otros medios, que ahora nos llaman a sacrificar?

Siendo joven y sirviendo en la dirección de mi obispado, llamé a un hombre rico y lo invité a contribuir con mil dólares para el fondo de construcción. El rechazó la invitación, pero dijo que deseaba ayudar y que si hiciéramos una comida en el barrio y el cubierto costara cinco dólares, él tomaría dos boletos. Más o menos diez días después, este hombre murió inesperadamente de un ataque al corazón y me pregunto desde entonces acerca del destino que tendrá su alma.

No hubo alguien que dijo: "Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee." No dijo esa misma persona en una parábola:
"La heredad de un hombre rico había producido mucho.
"Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?
"Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocijase.
"Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto ¿de quién será?
Y entonces concluyó el asunto diciendo: "Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios" (Lucas 12:15-21).

Cuando el profeta Gad mandó a David construir un altar y ofrecer sacrificios en una propiedad perteneciente a cierto individuo; ese hombre ofreció proveer la tierra, el buey y todo lo necesario para el sacrificio sin costo alguno. Pero David dijo: "No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová holocaustos que no me cuesten nada" (2 Samuel 24:24).

Cuando el sacrificio que debemos hacer es pequeño, el tesoro puesto en el cielo es pequeño también. La pequeña moneda de la viuda, dada en sacrificio pesa mucho más en la balanza eterna, que en abultados graneros del hombre rico. (Véase Marcos 12:41-44.)

Vino a Jesús en cierta ocasión, un joven rico que preguntó: "¿Qué bien haré para tener la vida eterna?"

la respuesta de nuestro Señor fue aquella dada por todos los profetas de todas las edades: ". . si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos."

La siguiente pregunta fue: "¿Cuáles?" Y Jesús dijo: "No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, amarás a tu prójimo como a ti mismo."

Entonces vino la respuesta con una pregunta; porque el joven era un buen hombre, un hombre fiel, uno que buscaba la rectitud: "Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?"

Podríamos muy bien preguntar: "¿No es suficiente con guardar los mandamientos? ¿Qué más se espera de nosotros que ser fieles y verdaderos en toda confianza? ¿Hay algo más que la ley de la obediencia?"

En el caso de nuestro rico y joven amigo había algo más. De él se esperaba que viviera la ley de consagración, que sacrificara sus posesiones terrenales, pues la respuesta de Jesús fue: "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoros en el cielo; y ven y sígueme."

Como se sabe, el joven se fije muy triste, "porque tenía muchas posesiones" (Mateo 1 9:1 6-22). Y a nosotros nos queda preguntar, ¿qué intimidades podría haber compartido con el Hijo de Dios, qué compañerismo pudo haber gozado con los apóstoles, qué visiones y revelaciones pudo haber recibido, si hubiera sido capaz de vivir la ley de un reino celestial?. Pero así sucedió y él permanece sin nombre; ¡y pensar que pudo haberse tenido por siempre en honorable remembranza entre los santos!

Ahora, yo pienso, está perfectamente claro que el Señor espera mucho más de nosotros de lo que a veces rendimos. Pero nosotros no somos como otros hombres. ¡Somos los santos de Dios y tenemos las revelaciones de¡ cielo! "A quién mucho se da, mucho se requiere." (Véase D. y C. 82:3.) Nosotros debemos poner primeramente en nuestras vidas las cosas de su reino.

Se nos ha mandado vivir en armonía con las leyes de Dios, guardar todos sus mandamientos, sacrificar todas las cosas si fuere necesario en honor de su nombre, conformarnos a los términos y condiciones de la ley de consagración.

Hemos hecho convenios de hacerlo así; solemnes, sagrados, santos convenios, comprometiéndonos antes dioses y ángeles.

Estamos bajo convenio de vivir la ley de la obediencia.

Estamos bajo convenio de vivir la ley de sacrificio.

Estarnos bajo convenio de vivir la ley de consagración.

Con esto en mente, escuchad estas palabras de¡ Señor: "Porque si queréis que os dé un lugar en el mundo celestial, tenéis que preparamos, haciendo las cosas que os he mandado y requerido" (D. y C. 78:7).

Es nuestro privilegio consagrar nuestro tiempo, talentos y medios para edificar su reino. Todos somos llamados al sacrificio de una u otra manera, para el avanzamiento de su obra. La obediencia es esencial para la salvación; como también lo es el servicio, la consagración y el sacrificio.

Es un privilegio levantar la voz de alerta a nuestros vecinos, ir a las misiones y ofrecer las verdades de salvación a los demás hijos de nuestro Padre por todas partes. Podemos responder al llamado para servir como obispos, como presidentas de la Sociedad de Socorro, como maestros orientadores, y en cualquiera de los cientos de posiciones de responsabilidad en las varias organizaciones de la Iglesia. Podemos trabajar en proyectos de bienestar, comprometernos en investigaciones genealógicas, y efectuar la obra vicaria en el templo.

Podemos pagar un diezmo justo y contribuir con nuestras ofrendas de ayuno, presupuesto de bienestar, fondo misional y de construcción. Podemos donar porciones dé nuestras posesiones y legar nuestras propiedades a la Iglesia, preparando nuestro testamento antes de morir.

Podemos consagrar una parte de nuestro tiempo al estudio sistemático, para llegar a ser sabios en el evangelio, para atesorar las verdades reveladas, que nos guían en sendas de verdad y de justicia.

Y el hecho de que los fieles miembros de la Iglesia hacen todas estas cosas, es una de las grandes evidencias de la divinidad de la obra. ¿En qué otra parte la generalidad de los miembros de cualquier iglesia pagan un diezmo completo? ¿Dónde hay un pueblo cuya congregación tiene uno, dos y hasta un tres por ciento de sus miembros fuera, en misión voluntaria y pagada por ellos mismos todo el tiempo? ¿Dónde hay un pueblo que como unidad, construya templos, u opere proyectos de bienestar como nosotros? ¿Y dónde hay tanta administración y tanta enseñanza sin sueldos?

En la Iglesia verdadera, nosotros, ni predicamos por sueldo ni trabajamos por dinero. Seguimos el modelo de Pablo y damos el evangelio de Cristo gratuitamente, de modo que no abusamos ni hacemos mal uso del poder que el Señor nos ha dado. Libremente hemos recibido y libremente damos, pues la salvación es gratuita. Todo el que tiene sed está invitado a venir y beber de las aguas de la vida, a comprar maíz y el fruto de la vida sin dinero y sin precio.

Todo nuestro servicio en el reino de Dios es predicado sobre su eterna ley que establece: " ... el trabajador en Sión, trabajará para Sión; porque si trabajare por dinero, perecerá" (2 Nefi 26:31).

Sabemos perfectamente bien que "el obrero es digno de su salario" (véase Lucas 10:7) y que aquellos que dedican todo su tiempo pira la edificación fiel reino, deben ser provistos con alimentos, vestidos, alojamiento y lo necesario para la vida. Tenemos que emplear maestros en nuestras escuelas, arquitectos para diseñar nuestros templos, contratistas para construir nuestras sinagogas y directores para operar nuestros negocios. Pero estos así empleados, junto con todos los miembros de la Iglesia, participan también en una base voluntaria para aumentar de otra manera la obra del Señor. Los presidentes de banco trabajan en proyectos de bienestar, los arquitectos dejan sus mesas de dibujo para salir a misiones, los contratistas dejan sus herramientas para servir como obispos o maestros orientadores. Los abogados ponen a un lado sus libros de leyes y el Código Civil para actuar como guías en la Manzana del Templo. Los maestros dejan su salón de clases para visitar a los huérfanos y las viudas en sus aflicciones. Los músicos que se gana la vida con su arte, voluntariamente dirigen los coros y tocan en las reuniones de la Iglesia. Artistas que pintan profesionalmente, tienen gusto en proporcionar sus servicios voluntaria y gratuitamente.

Pero la obra del reino tiene que seguir adelante y los miembros de la Iglesia son y deben ser llamados para llevar estas cargas. Esta es la obra del Señor y no la de los hombres. El es quien nos manda a predicar el evangelio en todo el mundo, no importa el costo; es su voz la que decreta la construcción de templos, cualquiera que sea su costo. El es quien nos recomienda el cuidado de los pobres entre nosotros, cualquiera que sea el costo para que sus lamentos no lleguen hasta su trono como un testimonio en contra de aquellos que deberían alimentar al hambriento y vestir al desnudo, y no lo hicieron.

Y podría decir también por vía de doctrina y de testimonio, que es su voz la que nos invita a consagrar nuestro tiempo, nuestros talentos, y nuestros medios, para llevar a cabo su obra. Es su voz la que llama para el servicio y el sacrificio. Esta es su obra. El está al timón, para guiar el destino de su reino.

Y todo miembro de su Iglesia tiene esta promesa: que si permanece fiel y verídico, obedeciendo, sirviendo, consagrando, sacrificando, como lo requiere el evangelio, será recompensado en la eternidad mil veces más y tendrá vida eterna. ¿Qué más podríamos pedir? En el nombre de Jesucristo. Amén.



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Jesús: El líder perfecto


Jesús: El líder perfecto
Por el Presidente Spencer W. Kimball

Hay muchísimas cosas que se podrían decir tocante a la extraordinaria capacidad de liderazgo del Señor Jesucristo, mucho más de lo que podría expresarse en un artículo o en un libro, pero quisiera señalar algunos de los atributos y aptitudes que Él demostró tan perfectamente. Estas mismas aptitudes y cualidades resultan importantes para nosotros si es que deseamos tener éxito perdurable como líderes.

Los principios concretos

Jesús sabía quién era y la razón por la que estaba en este planeta, lo cual le permitía guiar a Sus seguidores basado en la certeza personal y no en la incertidumbre o en la debilidad.


Jesús actuaba en base a principios o verdades concretos en vez de limitarse a establecer las reglas sobre la marcha. Por eso, Su estilo de liderazgo era no sólo correcto sino también constante. Muchos de los líderes seculares de hoy son como los camaleones: cambian sus tonos y puntos de vista para adaptarse a la situación, con lo cual sólo confunden a sus socios y seguidores que no pueden estar seguros del curso a seguir. Quienes procuran el poder a expensas de los principios a menudo terminan por hacer casi cualquier cosa para perpetuarlo.


Jesús dijo muchas veces: "Ven, sígueme". El Suyo era un método de "Haz lo que yo hago", más bien que de "Haz lo que yo digo". Su brillante inteligencia innata le hubiera permitido hacer gran ostentación, pero con eso habría dejado atrás a Sus seguidores. Él caminó y obró con aquellos a quienes tenía que servir. El Suyo no fue un liderazgo a la distancia; no temía a las amistades estrechas, ni a que Sus seguidores se desilusionaran si se le acercaban demasiado. La levadura del verdadero liderazgo no puede levantar a nadie a menos que acompañemos y sirvamos a aquellos a quienes tengamos que dirigir.


Jesús se mantuvo virtuoso y así, cuando quienes le rodeaban estaban tan cerca de Él que podían tocar el borde de Su manto, la virtud emanaba de Él (véase Marcos 5:24–34).




El comprender a los demás

Jesús era un líder que escuchaba. Debido a que amaba a los demás con un amor perfecto, escuchaba sin ser condescendiente. Un gran líder es aquel que escucha, no solamente a los demás sino también a su conciencia y a la inspiración de Dios.


Jesús era un líder paciente, persuasivo y amoroso. Cuando Pedro desenvainó la espada y golpeó al siervo del sumo sacerdote cortándole la oreja derecha, Jesús le dijo: "...Mete tu espada en la vaina…" (Juan 18:11). Sin enojo ni agitación, serenamente Él sanó la oreja del siervo (véase Lucas 22:51), y Su reprensión a Pedro fue bondadosa pero firme.




Por amar a Sus seguidores, Jesús estaba en condiciones de decirles la verdad, de ser sencillo y sincero con ellos. Hubo veces en que amonestó a Pedro, precisamente porque lo amaba, y éste, por ser un gran hombre, pudo madurar gracias a esas amonestaciones. Hay un maravilloso pasaje en el libro de Proverbios que todos debemos recordar:


"El oído que escucha las amonestaciones de la vida, entre los sabios morará.


"El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección tiene entendimiento" (Proverbios 15:31–32).



Sabio es el líder o el discípulo que puede hacer frente a las "amonestaciones de la vida". Pedro pudo hacerlo, pues sabía que Jesús lo amaba y fue por eso que el Señor lo preparó para ocupar un alto lugar de responsabilidad en el reino.


Jesús veía el pecado como algo malo, pero también lo veía como algo que provenía de necesidades profundas e insatisfechas de parte del pecador. Esa percepción le permitía condenar el pecado sin condenar al pecador. Del mismo modo, nosotros podemos poner de manifiesto nuestro amor hacia otras personas, aun cuando tengamos la responsabilidad de reprenderlas. Tenemos que ser capaces de ver en lo más profundo de la vida de los demás a fin de percibir las causas básicas de sus fracasos y defectos.




El liderazgo abnegado

El liderazgo del Salvador era abnegado. Siempre puso Sus necesidades y a Sí mismo en segundo plano y dedicó Su tiempo a ayudar a Sus semejantes en todo momento, y lo hizo infatigable, amorosa y eficazmente. Muchos de los problemas del mundo actual son causados por el egoísmo y el egocentrismo de muchas personas que exigen, implacablemente, demasiado de la vida y de los demás a fin de satisfacer sus propias demandas. Esa actitud es completamente contraria a los principios y prácticas que ejemplificó el líder perfecto, Jesús de Nazaret.


El liderazgo de Jesús destacaba la importancia de saber discernir con respecto a otras personas, sin procurar controlarlas. Él se preocupaba por la libertad de Sus seguidores de escoger cuál será su curso; e incluso Él mismo, en aquellos momentos tan trascendentales, tuvo que optar voluntariamente por sufrir en Getsemaní y ser clavado en la cruz del Calvario. Él nos enseñó que no puede haber progreso sin verdadera libertad. Uno de los problemas del liderazgo de manipulación es que no surge del amor que se sienta por los demás sino de una necesidad de aprovecharse de ellos. Esos líderes se concentran en sus propias necesidades y deseos y no en los de los demás.


Jesús tenía la habilidad de contemplar los problemas y a la gente en perspectiva. Él podía calcular el efecto y el impacto a largo plazo de Sus palabras, no sólo en los que las escucharían entonces, sino también en quienes las leerían dos mil años después. Muchas veces, los líderes seculares se apresuran a resolver los problemas deteniendo el sufrimiento presente y de ese modo crean dificultades y sufrimiento mayores más adelante.


La participación

Jesús sabía cómo dar participación a Sus discípulos en el proceso de la vida. Les dio cosas importantes y concretas para hacer a fin de que lograran su propio desarrollo. Otros líderes han tratado de ser tan competentes que se han esforzado por hacerlo todo ellos mismos, lo cual produce escaso progreso en los demás. Jesús confía en Sus seguidores hasta el punto de compartir Su obra con ellos para que progresen. Ésa es una de las lecciones más grandiosas de Su liderazgo. Si hacemos a un lado a otras personas con el propósito de cumplir una tarea más rápida y eficazmente, la tarea se hará pero los seguidores no obtendrán el progreso y el desarrollo que son tan importantes. Debido a que Él sabe que esta vida tiene un gran propósito y que hemos sido puestos en este planeta para obrar y progresar, ese progreso se transforma en uno de los grandes fines de la vida así como en un medio para lograr ese fin. Podemos proporcionar información correctiva a otras personas cuando cometan errores y hacerlo de una forma amable y beneficiosa.


Jesús no tenía temor de exigir lo necesario a aquellos a quienes dirigía. Su liderazgo no era condescendiente ni flojo. Tuvo el valor de llamar a Pedro y a otros hombres diciéndoles que abandonaran sus redes de pescador y lo siguieran, no después de terminada la temporada de pesca ni después de sacar llena otra red, sino de inmediato, en ese momento. Él hacía saber a las personas que creía en ellas y en sus posibilidades, lo cual le permitía ayudarles a expandir su alma por medio de nuevos logros. Gran parte del liderazgo secular es condescendiente y, en muchos aspectos, despectivo hacia la humanidad porque trata a la gente como si fuera necesario mimarla y protegerla de continuo. Jesús creía en Sus seguidores, no sólo por lo que eran sino por lo que podían llegar a ser. Mientras que los demás podrían haber visto en Pedro sólo un pescador, Jesús pudo verlo como un magnífico líder religioso, valiente y fuerte, que dejaría su marca en muchos seres humanos. Si amamos a los demás, podemos ayudarles a progresar exigiendo de ellos cosas razonables y reales.


Jesús confió a las personas verdades y tareas que estaban en proporción a su capacidad. No las abrumó con más de lo que podían hacer, sino que les dio lo suficiente para expandir su alma. Él estaba interesado en los aspectos básicos de la naturaleza humana y en producir cambios perdurables y no simplemente cambios superficiales.




La responsabilidad

Jesús nos enseñó que no solamente somos responsables de nuestras acciones sino también de nuestros pensamientos; es sumamente importante que recordemos eso. Vivimos en una época de "seguros sin culpabilidad" y de "no culpabilidad" también en otros casos de la conducta humana. Por supuesto, no es posible exigir responsabilidad sin principios concretos. Un buen líder tendrá presente que es responsable ante Dios así como ante aquellos a quienes dirige. Al exigirse responsabilidad a sí mismo, estará en mucho mejor posición de asegurarse de que los demás también se responsabilicen de su conducta y actuación. La gente tiende a funcionar de acuerdo con las normas ejemplificadas por sus líderes.


La buena administración del tiempo

Jesús nos enseñó también cuán importante es hacer buen uso del tiempo. Esto no significa que no deba haber nunca recreación, porque debe haber tiempo para la contemplación y la renovación, pero nunca para desperdiciarlo. La administración de nuestro tiempo es asunto de suma importancia y podemos ser buenos administradores sin desesperarnos ni ser entremetidos. El tiempo es algo que no se puede reciclar; cuando se nos va, se nos va para siempre. La tiranía de lo trivial consiste en que anula a las personas y los momentos verdaderamente importantes; lo insignificante esclaviza a lo trascendental y con demasiada frecuencia dejamos que la tiranía continúe. La buena administración del tiempo es, en realidad, una buena administración de nosotros mismos.




El liderazgo secular

Las personas a quienes más queremos, admiramos y respetamos como líderes de la familia humana tienen nuestra admiración porque representan, de muchas formas, las cualidades que Jesús tenía como persona y como líder.


Contrariamente, los líderes que a lo largo de la historia han resultado más nefastos para la humanidad lo fueron precisamente porque carecían casi por completo de las cualidades exhibidas por el Hombre de Galilea. Jesús fue abnegado, ellos fueron egoístas; a Jesús le preocupaba la libertad, a ellos el dominio; Jesús estaba interesado en prestar servicio, ellos en obtener importancia social; Jesús se ocupaba de atender a las necesidades de los demás, ellos se ocuparon sólo de sus propios intereses; Jesús se interesaba en el desarrollo de Sus discípulos, ellos procuraron manipular a los seres humanos; Jesús estaba lleno de compasión combinada con justicia, ellos estaban llenos de crueldad e injusticia.




Quizás no todos podamos ser un ejemplo perfecto de liderazgo, pero todos podemos hacer un sincero esfuerzo por acercarnos a ese grandioso ideal.




Nuestro potencial

Una de las grandes enseñanzas del Hombre de Galilea, el Señor Jesucristo, fue que todos llevamos dentro inmensas posibilidades. Al instarnos a ser perfectos así como nuestro Padre que está en los cielos es perfecto, Jesús hablaba en serio y nos dio a conocer una extraordinaria verdad en cuanto a las posibilidades y al potencial que tenemos. Es una verdad asombrosa, tanto que es difícil contemplarla. Él, que no mentía, procuró con ella atraernos para que avanzáramos por el camino hacia la perfección.




No somos todavía perfectos como Jesús, pero a menos que los que nos rodean puedan percibir que nos esforzamos y mejoramos, no podrán vernos como ejemplos sino que nos verán como personas carentes de seriedad en cuanto a lo que debemos hacer.




Cada uno de nosotros tiene más oportunidades de hacer el bien y de ser bueno de las que en realidad aprovecha; esas oportunidades nos rodean por todas partes. Sea cual sea en la actualidad nuestro círculo de buena influencia, si mejoráramos nuestra actuación aunque fuera un poco, ese círculo se ampliaría. Si nos preocupáramos por mejorar nuestra actuación al respecto, hay muchas personas que aguardan para que les extendamos una mano y las amemos.




Debemos recordar que esos seres humanos que encontramos en los estacionamientos, en las oficinas, en los ascensores y en otros lugares son parte de la humanidad que Dios nos ha dado para que amáramos y sirviéramos. Poco nos beneficiaría hablar de la hermandad de la humanidad si no podemos contemplar a todos los que nos rodean como nuestros hermanos. Si nuestra demostración de sentimientos humanitarios resulta poco llamativa o parece pequeña, debemos recordar la parábola que nos dio Jesús en la cual nos hace notar que la grandeza no siempre es un asunto de tamaño ni de comparación, sino de la calidad de nuestra vida. Si empleamos bien nuestro talento y nuestras habilidades y las oportunidades que nos rodean, eso no pasará inadvertido para Dios. Y a aquellos que obren bien con las oportunidades que se les ofrezcan ¡se les ofrecerán aún más!

Las Escrituras contienen muchos ejemplos maravillosos de líderes que, aunque no eran perfectos como Jesús, fueron sumamente eficientes; el leerlos, y el hacerlo a menudo, nos haría mucho bien. Hay veces en que olvidamos que las Escrituras nos ofrecen siglos de experiencia en liderazgo, y, lo que es más importante, nos dan los principios inalterables de acuerdo con los cuales debe funcionar el verdadero liderazgo a fin de tener éxito. Las Escrituras son el manual de instrucciones para el futuro líder.




El líder perfecto

No necesito justificación por mencionar algunos de los logros de Jesucristo para ayudar a los que quieran tener éxito como líderes.




Si queremos lograr el éxito, ahí está nuestro modelo. Todas las ennoblecedoras, perfectas y hermosas cualidades de la madurez, de la fortaleza y del valor se encuentran en Su Persona. Cuando una enorme y airada muchedumbre, armada hasta los dientes, fue a tomarlo prisionero, Él la enfrentó con resolución y dijo: "...¿A quién buscáis?".




Sorprendidos, los de la muchedumbre respondieron: "...A Jesús nazareno". "...Yo soy", les dijo Jesús de Nazaret con altura y valor y con poder; y ellos "retrocedieron, y cayeron a tierra". Por segunda vez les preguntó: "...¿A quién buscáis?", y después que lo nombraron, les dijo: "...Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos [Sus discípulos]" (Juan 18:4–8).




Tal vez lo más importante que les pueda decir en cuanto a Jesucristo, más allá de todo lo que he dicho, es que Él vive y en verdad posee todas las virtudes y los atributos de los que nos hablan las Escrituras. Si pudiéramos llegar a saber eso, conoceríamos la realidad fundamental del hombre y del universo. Si no aceptamos esa verdad y esa realidad, entonces no tendremos los principios inalterables ni las verdades trascendentales por las cuales podamos vivir con felicidad y prestar servicio. En otras palabras, nos resultará muy difícil llegar a ser líderes productivos a menos que reconozcamos la realidad del líder perfecto, Jesucristo, y le permitamos ser la luz que nos alumbre el camino.







(Véase "Jesús: El líder perfecto", Liahona, agosto de 1983, págs. 7–11.)


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Isaías y el Sermón del Monte. Dos ejemplos del Libro de Mormón

El Libro de Mormón relata la historia del pueblos que vivieron en el continente americano pero que fueron originados de las tierras de Israel. Específicamente, de un grupo de personas que siendo advertidas por Dios de la pronta destrucción de Jerusalén a manos de los babilonios (¿) escaparon de esta ciudad aproximadamente en el año 600 a.C.,

viajando por las costas del mar rojo y a través de una navegación interoceánica llegando a las costas americanas donde dieron origen a dos civilizaciones. Una de estas, la llamada de los nefitas, conservaron escritos de los profetas de Jerusalén, la Biblia, a través de las llamadas planchas de bronce y las usaron para la predicación entre su pueblo. Posteriormente, algunas de estas enseñanzas se compilaron, y pasaron a formar el texto conocido como El Libro de Mormón, el cual fue escondido aproximadamente en el año 420 d.c. para aparecer en el año 1827 de manos de un joven llamado José Smith.

Uno de los motivos por el cual el Señor oculto el Libro de Mormón, e hizo que apareciese en estos tiempos, fue para testificar de la Biblia (1 Nefi 13.38-40) y para corregir cosas que han sido quitadas de la Biblia, cosas claras y preciosas que han sido suprimidas (1 Nefi 13.24-29) por el poder del maligno.

En este pequeño estudio, veremos dos ejemplos de textos del Libro de Mormón que, siendo similares a textos que se encuentran en la Biblia, muestran claramente, como el Libro de Mormón relata con mayor claridad las mismas ideas y profecías y enseñanzas, y notoriamente, no por que sea mejor explicado que la Biblia, sino por que saltara a la vista que "algo falta" en las versiones Bíblicas.

Isaías

Conocido tanto en la Biblia como en el Libro de Mormón como "El Profeta", Isaías se yergue como uno de los grandes profetas de la antigüedad. El Señor dijo "grandes son las palabras de Isaías" y Nefi se "deleitaba" en sus palabras enseñándolas y aplicándolas a su pueblo.

El Libro de Mormón contiene copias de varios capítulos de Isaías, que Nefi extrajo de las escrituras con las cuales había escapado de Jerusalén, escrituras que no tenían mas de 100 a 200 años de haber sido reveladas por el profeta. Veremos en el siguiente estudio, algunas de las similitudes, y diferencias entre los capítulos que encontramos en nuestra Biblia moderna, y la versión que nos ha llegado por medio del Libro de Mormón.

El primer capitulo de Isaías en se agregado al Libro de Mormón, es el capitulo 20 de 1 Nefi, el cual corresponde al capitulo 48 de Isaías. Apenas al comenzar, el versículo 1 se aclara lo siguiente (las partes subrayadas corresponderán a las ideas agregadas por el Libro de Mormón)

"Escuchad y Oid esto, oh casa de Jacob, que os llamáis del nombre de Israel, y que habéis salido de las aguas de Juda, o sea, de las aguas del bautismo, los que juráis...."


En el Libro de Mormón, se agrega la idea del bautismo, asociado al salir de las aguas de Juda. Resulta sumamente interesante, el hecho de que la idea del bautismo como un rito de los tiempos pre cristianos fue una idea desechada por absurda por todos los estudiosos bíblicos, y sostenida solamente por los miembros de la Iglesia de Jesucristo. Idea loca, bautismos antes de Cristo, hasta el descubrimientos de los rollos del mar muerto, y la cultura de Quoram, donde se encontraron indicios de pilas bautismales. Aun mas, hace poco tiempo se han hallado pilas bautismales pre cristianas en Jerusalén mismo, sin contar, los lugares que han sido asociados con pilas bautismales en sitios arqueológicos en mesoamerica.

El versículo 1 del capitulo 21 de 1 Nefi (correspondiente a Isaías 49),comparada a la versión bíblica, agrega la mitad de un versículo.

Y además: ¡ Oidme, oh casa de Israel, todos vosotros, los que habéis sido separados y echados fuera por causa de las iniquidades de los pastores de mi pueblo; si, todos vosotros que habéis sido separado y esparcidos, quienes sois de mi pueblo, oh casa de Israel! ¡Oidme, islas del mar, y escuchad, pueblos lejanos! El Señor me llamo desde mi vientre, desde las entrañas de mi madre hizo él mención de mi nombre



Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamo desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria.


Lo primero que se aclara en estos versículos, es que el receptor primario del mensaje es el pueblo de Israel, algo que a través de todo el capitulo, en la versión bíblica aparece borrado; agregándose en el Libro de Mormón la idea al medio del versículo 5, al comienzo del versículo 12 y al final del 15. Ahora bien, los receptores del mensaje se extienden del pueblo de Israel con los habitantes de "las islas del mar" y "pueblos lejanos". Para entender esto, debemos entender el concepto de geografía que tenían los hebreos, para ellos, los continentes de Asia y Africa eran los pueblos de la tierra, ya que llegaban a ellos por vía terrestre, y las regiones por las cuales llegaban por barco, eran las "islas del mar" (en otras palabras, el resto del mundo). Nefi, como un israelita, tenia claro el concepto, ya que el mismo indica que él y su pueblo vivían en una ‘isla del mar’ cuando claramente se refería al continente americano (2 Nefi 10.20-21). Aun mas, los indígenas americanos, casi universalmente creían que la tierra que habitaban formaba parte de una gran isla, rodeada por todos lados por una masa de agua de limites desconocidos, con muchas tribus con mitos de un viaje mas allá de este mar, de donde habían venido, o hacia donde algún día tendrían que volver.
Ahora bien, ¿como pudieron desaparecer tantas palabras?, bueno, infiero (opinión personal) que el versículo es sumamente duro contra los pastores de Israel, a los que culpa de lo que esta ocurriendo. Pues bien, esos mismos pastores, son los religiosos que teóricamente tienen a cargo el mantener y copiar las escrituras (recordemos el caso de Laban), y... supongo, que a ellos no les agrado esa malisima publicidad.

El versículo 14 del Libro de Mormón, dice lo siguiente:

Mas he aquí, Sión ha dicho: El Señor me abandono, y de mi se ha olvidado mi Señor; pero el mostrara que no.

La parte subrayada, que no se encuentra en la Biblia, es plenamente coherente con los atributos del Señor, un Señor que no abandonara a su pueblo.

Como dije anteriormente, al final del versículo 15 se agrega "... yo nunca me olvidare de ti, oh casa de Israel!. (16) Pues he aquí, te tengo grabada en las palmas de mis manos...."

El anterior es un versículo hermoso, de un Señor que se sacrifico, y grabo su sufrimiento en sus propias manos, por un pueblo al cual El no ha olvidado.

Los versículos 17, 20 y 21 contienen cambios, se agrega el concepto de "los primeros hijos perdidos". El concepto que es aclarado aquí es el de los hijos que se tendrán, que corresponden a los del recogimiento de Israel (el proceso que vivimos), y de los primeros, los hijos perdidos, que corresponden al pueblo de Israel apostata y dispersado en la diáspora.

En el versículo 23 hay un leve cambio, en la Biblia, se implica que los reyes de la tierra "adoraran" a Israel. En el Libro de Mormón, se aclara de que en realidad "se postraran" ante la casa de Israel.

(falta 1 Ne 22:15-17)

Nefi continua citando a Isaías en su segundo libro; el capitulo 7 corresponde a la transcripción del capitulo 50 de Isaías. Este capitulo contiene dos cambios pequeños pero al mismo tiempo significativos, en el versículo 2 se agrega "Por tanto, cuando vine, no hubo nadie; cuando llame, nadie respondió. Oh casa de Israel, ¿se ha acortado mi mano para no redimir?...". Se agrega nuevamente el "oh casa de Israel" en el versículo 4, y el versículo 8 es diferente a la Biblia, en el sentido de que la Biblia dice que "alguien me salva" y en el LDM aclara diciendo "Y el Señor esta cerca, y me justifica...". Vemos como el mensaje de salvación de Jehová, el Señor, para con su pueblo, la Casa de Israel, ha sido clarificado nuevamente. Profecías que han sido cumplidas cuando el Salvador vino a su pueblo, y su pueblo no le respondió.

En el capitulo 8 de 2 Nefi, quizás la mayor diferencia lo constituyen los versículos 19 y 20, correspondientes al capitulo 51 de Isaías. En la Biblia se hablan de dos cosas o situaciones. La versión del LDM habla acerca de dos hijos. En el versículo 20 se hace una referencia mas directa esto, al agregar lo que esta subrayado "Tus hijos desfallecieron con excepción de estos dos; se hallan tendidos en las encrucijadas...". Infiero, pero no estoy seguro, que se han de tratar de los dos profetas de los cuales se habla en Apocalipsis, durante la batalla final de Jerusalén.

Nuevamente, desde el capitulo 12 al capitulo 24, Nefi comienza a enseñar y transcribir los capítulos 2 al 14 de Isaías, desde las llamadas planchas de bronce, a las planchas del Libro de Mormón. No efectuare mas análisis en este documento acerca del tema, por que asumo que ya se entendió la idea, y están aburridos de que les siga hablando de lo mismo, y por que siento que serán mas felices si pueden descubrir estas pequeñas maravillas por uds mismos. Sin embargo, haré dos acotaciones, una, es pensar un poco en la importancia que deben de tener estos capítulos. El Libro de Mormón se escribió de una forma algo incomoda, sobre hojas de metal, que aun mas, pesaban bastante. Es de meditar la importancia que habrían de tener estos capítulos, para que Nefi primeramente los escribiese, y Mormón luego considerara agregarlos a su compendio, en vista de las dificultades y poco espacio que poseían, claramente reservado a las cosas mas valiosas que tenían, si ellos lo hicieron, ha de haber sido por algo importante.
La siguiente acotación es acerca de un versículo muy interesante: El versículo 16 de 2 Nefi 12. El versículo dice

"y sobre todos los barcos del mar, y sobre toda nave de Tarsis, y sobre todos los panoramas agradables".

el punto es el siguiente: Todas las diferencias de los textos de la Biblia y el LDM, en este momento debemos creerlos por la fe (aunque si uno se pone a pensar un poco, se da cuenta claramente de la lógica de lo que hemos visto), sin embargo, en el caso de este versículo, ocurre algo bien especial. En la versión de la Biblia griega, la Septuaginta, este versículo dice algo así como "sobre todas las naves de Tarsis, y sobre todas las pinturas preciadas", y en la versión hebrea, sale algo así como "y sobre todos los barcos del mar, y sobre todos los panoramas agradables", es decir, cada una tiene una frase que la otra no posee. Lo interesante es que la versión del Libro de Mormón, como se puede ver, contiene ambas frases al mismo tiempo. Pensar que un joven de 20 años se iba a dar cuenta de ese levisimo detalle, aun mas, darse cuenta debido al leer una versión de la Biblia y griega al mismo tiempo que una hebrea, a comienzos de 1800 y viviendo en el campo, es sencillamente pensar demasiado...

Ok, los capítulos vistos han sido analizados de una forma bastante superficial. Uno de los ejercicios "Escritúrales" mas hermosos que alguna vez he realizado, ha sido comparar en una forma mas profunda cada una de las versiones, subrayando en mis escrituras las diferencias, y sinceramente, maravillándome en como el mensaje de Isaías se aclara gracias al Libro de Mormón. Verdaderamente invito al que esta leyendo este articulo, a realizar ese pequeño estudio, no tomara mucho tiempo, pero le hará sentir asombrosamente maravillado, y como a mi, agradecido por haber tenido la oportunidad de conocer estas escrituras.

El Sermón del Monte.

Uno de los discursos mas conocidos del Señor Jesucristo por el mundo cristiano, también llamado ‘Las bienaventuranzas’, fue dado a sus discípulos poco después de su llamamiento como apóstoles y un poco antes de ser enviados a proclamar su evangelio. La versión del sermón dado en Israel podemos encontrarlo en los capítulos 5 al 7 de Mateo y en Lucas, capitulo 6, versículos 20 al 29.

Sin embargo, a pesar de ser uno de las enseñanzas mas conocidas y mas citadas del Señor, también se trata de una de las menos comprendidas. A causa de la versión que existe en el Nuevo Testamento, muchos se hacen preguntas acerca de su autenticidad o sus enseñanzas, por ejemplo, ¿Por qué enseño el Señor que la gente estaría mejor siendo pobre de espíritu que siendo rico de espíritu?. Cuando el Señor dijo ‘Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, por que ellos serán saciados’, ¿con que serán saciados?. ¿Por qué es mas bendito aquel que llora, que aquel que no lo hace?, etc.

En el Libro de Mormón, se relata la visita de Jesucristo como un ser resucitado al continente americano, en el cual el da las mismas enseñanzas, incluyendo este sermón, el dice al finalizar el sermón: ‘...He aquí, habéis oído las cosas que enseñe antes que ascendiera a mi Padre...’ (3 Nefi 15.1), ahora bien, por el hecho de que el Libro de Mormón ha pasado de las manos de profetas antiguos, a profetas modernos, y luego a la imprenta, a diferencia de la Biblia que ha llegado de profetas, a copistas, a copistas, a copistas, luego a copistas, y después de unos cuantos copistas, a las imprentas, creemos que la versión de Libro de Mormón, posee la pureza y claridad que originalmente poseía la Biblia, pero que ha perdido a través del proceso antes descrito. Comencemos nuestro estudio.

A diferencia de la versión de nuevo testamento, la versión del Libro de Mormón contiene un prefacio introductor en el cual se indica que las enseñanzas que vendrían a continuación se aplicaban solamente a aquellos que siguiesen a los discípulos de Cristo "..y creéis en mi y sois bautizados después que me habéis visto y sabéis que yo soy..1" (3Ne 12.1). El segundo versículo recalca lo anterior "...Si, bienaventurados son los que crean en vuestras palabras, y desciendan a lo profundo de la humildad y sean bautizados, porque serán visitados con fuego y con el Espíritu Santo, y recibirán una remisión de sus pecados...". Luego de esta introducción, el Señor comienza con el consabido "Si, bienaventurados son los pobres en espíritu que vienen a mi, por que de ellos es el reino de los cielos. Y además, bienaventurados son todos los que lloran, porque ellos serán consolados" (3Ne 12.3-4, cursiva agregada). Vemos acá, en las cursivas, las palabras que aparecen agregadas a la versión bíblica, claramente, tiene mas sentido el hecho de ser bienaventurados los pobres de espíritu "que vienen a mi" que la idea que inspira la versión simple de la Biblia. Podemos ver en estos dos versículos, el verdadero concepto de las bienaventuranzas, el hecho de que no es mas bendecida una persona que llora de una que no llora, sino la bendición sobre aquellos que viene a Cristo, algo así como "Si eres llamado a llorar, bienaventurado si vienes a mi, me sigues, te bautizas, recibes el Espíritu Santo, etc.". Por tanto, si esa persona realmente siente hambre y sed de justicia, será saciada con ‘Espíritu Santo’, como aclara el versículo 6,

Otra diferencia, es el característico modismo hebreo de comenzar ideas con la conjunción ‘y’, como se ve al comienzo de cada una de las bienaventuranzas del Libro de Mormón, con el fin de establecer un nexo con el prefacio introductorio del sermón.

El versículo 10 de Mateo 5, dice "Bienaventurados los que padecen de persecución por causa de la justicia, por que de ellos es el reino de los cielos", sin embargo, la idea que puede dejar eso, es de por ejemplo un prófugo de la justicia, un ladrón o un asesino, tendrá lugar en el reino. La versión del mismo versículo en el Libro de Mormón dice "Y bienaventurados son todos los que son perseguidos por causa de mi nombre, porque de ellos es el reino de los cielos". En ambas versiones se complementa la idea en el siguiente versículo, uno de mis favoritos aquellos días cuando me "saludaban" durante mi servicio misional.

Los versículos 13 al 16 son especialmente importantes para los Santos de los Ultimos Días en el hecho de que el Señor aclara que "...os digo que os doy a vosotros ser..." ser sal de la tierra y luz para el pueblo, siendo una meta que nos ha dado el Señor, como guía en nuestra vida.

El versículo 18, tiene una pequeña variación con respecto a la Biblia, en concordancia que en el tiempo que se dio el Sermón del monte en Israel, cuando aun no se había cumplido todo, y para el momento en el cual se dio en América, por un Señor resucitado, en que "...en mi todo se ha cumplido."

El versículo 23 aclara y amplia la idea bíblica de que no podemos tener malos sentimientos contra nuestros hermanos, y desear al mismo tiempo ir a Cristo.

Unos versículos que han causado multitud de preguntas con respecto a su interpretación, lo corresponde a los versículos 27 al 30 de mateo 5: "Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti.... si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala..." (interesannnteee su interpretación literal). Estas advertencias del Nuevo Testamento, evidentemente simbólicas (sinceramente, eso espero), han sido dadas en el Libro de Mormón en el verdadero sentido de cómo evitar la codicia: "He aquí, os doy el mandamiento de que no permitáis que ninguna de estas cosas entre en vuestro corazón, porque mejor es que os privéis de estas cosas, tomando así vuestra cruz, que ser arrojados en el infierno" (3Ne 12.29-30)

Otra gran aclaración del Libro de Mormón, lo corresponde al versículo 39 de mateo 5: "Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra". El Libro de Mormón, dice "mas yo os digo que debéis resistir al mal, antes bien al que te hiera....". La aclaración es obvia.

Existe otra variación en el versículo 48. La versión bíblica sugiere que solamente el Padre es perfecto, sin embargo, en la versión de 3 Nefi, se agrega la perfección de Cristo a la del Padre. Debemos notar, que en el tiempo en el cual el Salvador anduvo entre los judíos, era totalmente perfecto en carácter y atributos, sin embargo, aun no había recibido un cuerpo inmortal, perfecto y glorificado. En cambio, al aparecer entre el pueblo de las Américas, el ya era un ser resucitado y glorificado, semejante al Padre.

En el Padrenuestro del Libro de Mormón, observamos otra diferencia, en esta versión, no aparece la frase "venga tu reino", la razón es obvia: Jesús estableció su iglesia, y por tanto, el reino de Dios ya ha venido.

Los versículos 25 al 32 de Mateo 6 dan un enigmático consejo "...No os afanéis por vuestra vida, que habréis de comer o que habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, que habéis de vestir...", un consejo de una difícil interpretación. El Libro de Mormón, en el versiculo25 del capitulo 14 de 3 Nefi, aclara que esta parte del sermón era dirigida a los apóstoles, futuros misioneros del Señor (cualquier misionero moderno puede testificar del cumplimiento literal de la idea de estos versículos). Aun mas se aclara, que luego de que Jesús les dio este mandamiento a los Doce, se volvió y comenzó a hablar nuevamente a la multitud (3Ne 14.1)

En el capitulo 14, el Señor continua con su mensaje, como ya creo que he captado su atención, sigan leyendo, meditando, y dense cuenta cuanto el Señor recalca el hacer. Hacemos??, Seguimos sus enseñanzas????.

Que el Señor les Bendiga y les Ilumine en su camino.

En el Nombre de Jesucristo.

Amen.


Notas:

1: Es interesante el notar que aquí se da el nombre de Jehová: Yo Soy (Exodo 3.14). Nuevamente el Señor se identifica a si mismo con uno de sus títulos.



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