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Templos

La honestidad

Hubo una vez un emperador que convoco a todos los solteros del reino pues era tiempo de buscar pareja a su hija.

Todos los jóvenes asistieron y el rey les dijo:

"Os voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros. Al cabo de 6 meses deberán traerme en una maceta la planta que haya crecido, y la planta más bella ganará la mano de mi hija, y por ende el reino".

Así se hizo.


Había un joven que plantó su semilla, la cual no germinaba. Mientras tanto, todos los demás jóvenes no dejaban de hablar y mostrar las hermosas plantas y flores que habían sembrado en sus macetas.

Llegaron los seis meses y todos los jóvenes desfilaban hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas.

Con la cabeza baja y muy avergonzado, desfiló el último hacia el palacio con su maceta vacía. Todos los jóvenes presumían de sus plantas y al ver a nuestro amigo saltaron en risa y burla. En ese momento el alboroto fue interrumpido por la llegada del rey.

Hicieron sus respectivas reverencias mientras se paseaba entre todas las macetas admirando las plantas.
Finalizada la inspección hizo llamar a su hija, y llamó de entre todos al joven que llevó su maceta vacía, atónitos.

Todos esperaban la explicación de aquella acción.

El rey dijo entonces:

"Éste es el nuevo heredero. A todos ustedes se les dió una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras plantas. Este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, leal y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece".


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La pregunta más importante

La pregunta más importante
Durante mi segundo semestre en la escuela de enfermería, nuestro profesor nos dio un examen sorpresa. Yo era un estudiante consciente y leí rápidamente todas las preguntas, hasta que leí la ultima: "¿Cuál es el nombre de la mujer que limpia la escuela?"

Seguramente esto era algún tipo de broma. Yo había visto muchas veces a la mujer que limpiaba la escuela. Ella era alta, cabello oscuro, como de cincuenta años, pero, ¿cómo iba yo a saber su nombre? Entregué mi examen, dejando la última pregunta en blanco.

Antes de que terminara la clase, alguien le preguntó al profesor si la última pregunta contaría para la nota del examen. "Absolutamente", dijo el profesor. "En sus carreras ustedes conocerán muchas personas. Todas son importantes. Ellos merecen su atención y cuidado, aunque solo les sonrían y digan: '¡Hola!'"

Nunca olvidé esa lección. También aprendí que su nombre era Dorothy.

TODOS SOMOS IMPORTANTES


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Serio


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leccion que aprendi cuando joven


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Soy un hijo de Dios


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Los Mandamientos y Las Revelaciones

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Quienes estén interesados en la Doctrina y Convenios, necesitan subirse las mangas y empezar a sacar el tesoro del más reciente volumen de Los Documentos de José Smith, publicado el 22 de septiembre de 2009. Este imponente volumen de tamaño extra grande: “Manuscript Revelation Books” [Los Manuscritos de los Libros de las Revelaciones] (Salt Lake City: Church Historian Press, 2009), reproduce los manuscritos originales de las revelaciones en su tamaño y color reales. El diseño y la encuadernación son excelentes. El libro es un tesoro en sí mismo, pero el contenido es oro puro.

Los editores de este volumen particular son Robin Scott Jensen, Robert J. Woodford y Steven C. Harper (mi colega en Educación Religiosa). Tan solo los ensayos de introducción valen el precio de cien dólares.

Esta semana, la revista BYU Studies publicó su mas reciente ejemplar (48, núm. 3), que contiene ensayos excelentes de los editores y de Grant Underwood (del Departamento de Historia en BYU) en los que resaltan el descubrimiento del manuscrito de “A Book of Commandments and Revelation” [Un Libro de Mandamientos y Revelación] (págs. 7-17), un repaso de la historia del manuscrito hasta su publicación en el Libro de Mandamientos de 1833, y en la Doctrina y Convenios en 1835, (págs. 18-52), un comentario de la importancia de los manuscritos (págs. 53-66), y un repaso de la forma en que el manuscrito nos puede ayudar a entender el “proceso por el cual José Smith recibió, registró y publicó″ sus revelaciones (págs. 67-84). Agregada a estos cuatro extraordinarios ensayos se encuentra una respuesta de Ron Romig, ex-archivista de la Comunidad de Cristo, (págs. 85-91).
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“El Libro de Mandamientos y Revelaciones (LMR) tendrá una enorme influencia en el estudio concienzudo de las primeras revelaciones mormonas” (pág. 53). Y eso definitivamente es verdad. Su trabajo, junto con el de sus co-editores, les proporcionará a los historiadores actuales y futuros una oportunidad de examinar estas importantes fuentes originales sin tener que viajar a Salt Lake City, a Independence, o a Provo. El impacto de esta publicación sobre nuestro comprensión de la carrera profética de José Smith, por ahora, no puede ser apreciado por completo. Sin embargo, BYU Studies ha empezado a analizar seriamente el manuscrito del Libro de Mandamientos y Revelación y los resultados aparecerán durante los próximos años y décadas. Si ya tiene los libros Manuscritos de los Libros de Mandamientos, entonces necesita adquirir el último número de BYU Studies; ya que es una contribución importante y valiosa a nuestra comprensión de los Documentos de José Smith.


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"TAL COMO"

"TAL COMO"
por Sterling W. Sill
Una serie de artículos sobre el desarrollo de nuestra habilidad para dirigir
De los Ayudantes del Consejo de los Doce Apostóles
HACE muchos años el gran psicólogo William James, anunció su famoso principio de "tal como". Es decir, si deseamos incorporar determinada virtud a nuestra vida, debemos obrar "tal como" si ya la tuviéramos. Es una idea sumamente constructiva que conviene llevar a la práctica. Si deseamos ser valientes, actuemos con valor. Si queremos desarollar una disposición cordial, amigable y feliz, no podemos andar con la cara enfurruñada y odio en el corazón. Nuestras facultades mentales y espirituales son como siervos. Siempre nos sirven lo que les pedimos. Si nos portamos como si esperásemos llegar a ser un "don nadie" en la vida, éstas suponen que lo decimos en serio y nos conceden lo que deseamos.
En su obra Como Gustéis, William Shakespeare dice:

"El mundo entero es un escenario, y todos los hombres y mujeres meramente actores ... y en su tiempo un hombre desempeña muchos papeles." Supongamos que vamos a desempeñar el papel de Fausto, Hamlet o cualquier otro de los personajes importantes de un drama. Primero tendríamos que llenar nuestros pensamientos con las palabras, disposición y espíritu del personaje que vamos a representar y entonces trataríamos de vivir de acuerdo con el papel. No sólo trataríamos de hablar, pensar y obrar como Hamlet o Fausto, sino mentalmente seríamos tal personaje.
Una noticia recientemente publicada hablaba de "La Pasión del Señor" que se presenta cada diez años en el pequeño pueblo bávaro de Oberammergau en el cual un grupo de actores representan la última semana de la vida de Cristo. El drama se ha presentado regularmente desde el año 1663. Cada cual acepta el papel que se le señala y entonces trata de vivir como esa persona y nada más, hasta convertirse en ella. El que desempeña la parte de Jesús debe pensar como Jesús y obrar y sentir como El. ¿Podemos imaginar el resultado que ello producirá en su vida? ¿Podemos imaginar la potencialidad de este principio de "tal como" en nuestras vidas individuales, si seleccionamos el papel que deseamos representar en la vida y entonces vivimos de conformidad con él las veinticuatro horas del día?
El artículo de referencia sobre "La Pasión" contenía una observación interesante acerca de un hombre que hacía poco se había suicidado. Durante los últimos cinco años había estado desempeñando el papel dé Judas Iscariote. Pero no era todo; era el tercer Judas en años recientes que se había suicidado. Si habín vivido como judas y pensado como Judas, ¿qué cosa más natural que morir como Judas?
Pensemos en el peligro que correríamos, si estudiáramos a una persona degradada y nos pusiéramos a vivir como ella, llenando nuestra mente con sus pensamientos, adoptando sus hábitos y disposición mental. ¿Qué resultado podríamos esperar? Nadie sabe hasta qué punto influyen los pensamientos en nuestras vidas. Sabemos que pueden cambiar nuestra expresión facial. Pueden determinar nuestra apariencia corporal; producir una grande espiritualidad dentro ce nos b pueden acuñar nuestras cualidades de personalidad en la cantidad que queramos; pueden volvernos locos o elevamos hasta la más alta realización, sólo con gobernar lo que pensamos y cómo pensamos.
Este principio de "tal como" es una de las ideas más potentes del mundo. Escojamos el papel que queramos desempeñar en la vida, dediquémonos a ello con todo el corazón y ello será lo que llegaremos a ser. Así con esa sencillez. Bien, supongamos que se ha escrito un drama en el cual nos toca representar a un hombre que está acumulando una fortuna inmensa. Este papel
exige un hombre de carácter, vigor, integridad y entusiasmo; uno en quien todos tienen confianza, uno que domina con solo su presencia. Pero supongamos que al desempeñar este papel nos vistiésemos como una persona desaseada e irresponsable, y que nos presentáramos en el foro de una manera perezosa, titubeante, como si no tuviésemos ambición, determinación, proyectos o fe de poder lograr jamás cosa alguna que valiera la pena. Supongamos que en el foro actuásemos con todo género de disculpas, careciendo completamente de confianza en nosotros mismos y diciéndonos constantemente: "No puedo hacerlo"; "tengo miedo"; "es más de lo que puedo hacer"; "no nací para ser próspero e industrioso"; "las cosas buenas no son para mí". ¿Qué clase de impresión causaríamos? ¿Qué clase de personas llegaríamos a ser? ¿Qué clase de éxito alcanzaríamos?
¿Cuánto1 tiempo tardaría un joven para lograr el éxito si se colocara en un ambiente de fracaso y permaneciera allí hasta quedar completamente empapado de ese ambiente? ¿Cuánto tiempo necesitaría un hombre para obtener el éxito' si continuamente se estuviera menospreciando a sí mismo, pensando en el fracaso, hablando del fracaso, vistiéndose como si le hubiera sobrevenido el fracaso y siempre quejándose de sus dificultades insuperables? ¿Cuánto se tardaría en llegar al éxito que él mismo nunca pensó alcanzar? El artista más consumado del mundo jamás podría pintar el rostro de una hermosa Madona mientras su mente estuviera llena de pensamientos depravados.
Y sin embargo, esto es más o menos lo que miles de personas están tratando de hacer todos los días. Así son en su trabajo diario; así lo hacen con su trabajo en la Iglesia; y en forma general sucede la misma cosa en sus vidas. Hay muchas personas que casi parecen estar completamente satisfechas con permanecer en la pobreza material o espiritual. Por lo menos, han cesado de esforzarse con vehemencia para salir de ella. Muchos han perdido la ambición o la esperanza de lograr el éxito'. Casi se puede medir la calidad del concepto' que un hombre tiene de la vida la primera vez que uno lo conoce. Podemos ver la cantidad de pesimismo que hay en su vida y hasta qué grado lo han dejado desilusionado' unas pocas contrariedades. Algunas personas se desaniman con suma facilidad. Llegan al grado de tratar a todos con sospechas y desconfían de todo el mundo, incluso de ellos mismos. Mientras el hombre lleve consigo este ambiente de pobreza, siempre dejará una impresión de pobreza. Si constantemente estamos recalcando lo malo que hay en nosotros, si siempre estamos criticando nuestras propias debilidades y flaquezas y reprochándonos a nosotros mismos por no obrar mejor, sólo estamos grabando más profundamente estos cuadros desafortunados en nuestras memorias y les damos mayor influencia en nuestras vidas.
Con demasiada frecuencia nos estorba el paso el antiguo concepto' de los sectarios sobre la depravación e inferioridad del hombre. No hay nada de lo depravado o inferior en el hombre que Dios ha creado. La única inferioridad que hay en nosotros es la que nosotros mismos hemos puesto allí. Dios nos creó a su imagen. Nos invistió con sus atributos y nos dio dominio sobre todas las cosas de la tierra, incluso nosotros mismos. El hombre fué creado para que se mantuviera con la cabeza erguida, y ser como Dios, no como esclavo. Se tuvo por objeto que fuese un éxito, no un fracaso. Podemos estar seguros de que nuestro éxito jamás sobrepujará nuestra confianza en nosotros mismos. Debemos ver un mundo mejor antes que podamos vivir en él. Nos toca desempeñar el papel de la vida que nosotros mismos elijamos.
¿En qué otra cosa estaba pensando Salomón, sino en este principio de 'tal como" cuando dijo: "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él (el hombre)"?
Salomón no dijo: "Cuál es su pensamiento' en su mente tal es." El corazón era considerado el centro del ser. Allí es donde sentimos y vivimos; y allí es también donde "llegamos a ser."
Esta filosofía de "tal como" alcanzó su expresión más sublime en la vida y enseñanzas del propio Maestro. Jesús dijo: "Todo es posible para aquel que cree." Sería difícil hallar una expresión de mayor fuerza que ésta. No dijo que únicamente son posibles pocas cosas; sino que todo es posible. El proverbio pudo haber rezado así: "Porque cual es su esperanza en su corazón, tal es él." Conviene tener cuidado en lo que vayamos a cifrar nuestras esperanzas, porque probablemente lo realizaremos.
La confianza y la fe son la base misma de todo lo que se logra. ¡Qué fuerza tan tremenda hallamos en una convicción genuina! Jesús dijo: "Sea hecho, según tu fe." Esta idea potente se ha reiterado en todas las Escrituras y es el principio original del concepto de "tal como". Esta expresión de la fe central dobla nuestra fuerza y multiplica nuestra habilidad. Llega a su mayor altura en la importante meta que nos mostró Jesús cuando dijo: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto."
Si no hay el valor dentro de nosotros mismos, ¿cómo podrá manifestarse? Es maravilloso creer en Dios, pero para nosotros sería más maravilloso' aún vivir en tal forma que El también pudiera creer en nosotros y que pudiésemos creer en nosotros mismos. Uno debe creer en sí mismo y debe quererse a sí mismo. Debe creer en su trabajo y debe gustarle su trabajo. Si deseamos ser grandes, creamos en la grandeza y desempeñemos el papel correspondiente. Un espíritu lleno de valor y una mente viva y feliz producen un cuerpo de correspondiente condición saludable. Hay poca enfermedad física entre aquellos que tienen buena salud mental y emocional, que aman la vida y lo que están haciendo.
En la Iglesia y fuera de la Iglesia podemos ver a muchas personas que están arruinando sus vidas pensando negativamente. Nos ponemos a desempeñar el papel de cobardes, pecadores, pusilánimes, y así vivimos. Asumimos una modestia falsa y decimos: "No soy capaz; no soy digno; no estoy preparado." Tratamos a Dios con excusas, dilaciones e informalidad. Aceptamos un llamamiento con renuencia y desánimo, y de ese modo nos colocamos dentro del molde de la deformidad.
Si vamos a llamarnos siervos del Maestro, actuemos como corresponde. Debemos recordar quiénes somos: que somos hijos de Dios. Si esperamos algún día llegar a ser como El, ¿por qué no empezamos a conducirnos en esa forma desde hoy? Ciertamente El no es débil, ni pobre, pecador o incapaz. Si queremos ser como El, ya es hora de empezar.
La mayoría del mundo sectario cree que Dios es incomprensible, inconcebible, sin forma, sin pasiones o sentimientos. Si fuimos formados a la imagen de nada, puede haber justificación para pensamientos negativos; pero no es cierto. Nuestro Padre es un Personaje glorificado que todo lo sabe y todo lo puede. Literalmente es el Padre de nuestros espíritus, y según las leyes de herencia, podemos llegar a ser como nuestro Padre. En cuanto a posibilidades, ya somos como El. En vista de que hay en nosotros toda facultad potencial, debemos comenzar a desempeñar ese papel. ¿Por qué hemos de estar pensando continuamente en la debilidad y el fracaso? ¿Por qué hemos de conservar nuestras mentes funcionando a la inversa e insistiendo en pensar negativamente? Podemos beneficiar mucho nuestras vidas descartando la filosofía del fracaso. Debemos dejar de lado las disculpas, la crítica y la demora. Debemos cesar de estar obligando a otro a que nos recuerde nuestro deber, como si fuésemos incompetentes, inválidos o niños. Debemos dejar nuestra falsedad y pecados. Si continuamos actuando como el diablo, eso es lo que llegaremos a ser.
Uno de los problemas que hay en nuestra Iglesia es el cambio constante de oficiales y maestros. Continuamente estamos emprendiendo la marcha y parando, dejando un puesto sin haber logrado el éxito para empezar otro. Muchas personas descubren su disposición mental manifestando un gozo inmenso cuando se les releva de algún puesto. Si pensamos y obramos como desertores, llegaremos a ser desertores. Si no nos emociona estar en la obra de Dios, si nos abruma en lugar de entusiasmarnos, entonces quiere decir que hay algo en nosotros de que debemos arrepentimos. La obra del Señor es importante y debería ser placentera; y nosotros
deberíamos ser felices mientras la desempeñamos.
Jesús mismo dijo: "Sed de buen ánimo; alegraos y gózaos." El profeta Lehi declaró: "Existe el hombre para que tenga gozo." El Señor quiere que empecemos a marchar en esa dirección lo más pronto posible. ¿Por qué no hacer lo que El dice? Si esperamos ser grandes almas en el cielo, conviene que empecemos a ser grandes almas aquí. Si deseamos ser felices en la eternidad, deberíamos estar ensayando aquí. Y si queremos ser felices, no debemos conducirnos como si todas las personas y todas las cosas nos digustaran; más bien, debemos portarnos "tal como" si ya fuéremos felices.
Debemos estudiar, leer, pensar y trabajar como corresponde a nuestro llamamiento. Debemos saber de qué estamos hablando. Emociona la idea de que si nos esforzamos podemos pensar con benignidad y éxito, y de esa manera es como llegamos a ser personas benignas y felices. Es posible volcar los defectos en virtudes. Todo lo que nos resta hacer es entender quiénes somos y entonces desempeñar el papel correspondiente.

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LA ORACIÓN FAMILIAR

LA ORACIÓN FAMILIAR.
Presídeme Spencer W. Kimball.

Un destacado escritor y consejero matrimonial escribió: "...los fuertes lazos de vida familiar son indispensables, no sólo para la cultura sino para la supervivencia de cualquier pueblo. En la historia de la humanidad una nación tras otra han seguido este ejemplo (el de degradar la vida familiar y substituirla por otros moldes), y todas han desaparecido... Por el bien de la comunidad, por la existencia misma de una nación, una de las primeras preguntas

que debemos hacer cuando se propone un cambio en la cultura debe ser: '¿Fortalecerá a la familia?' " (Dr. Paul Popenoe, Family Life, septiembre de 1972).
Desde el principio, el Señor organizó su programa de esta forma, con un padre que procrea, provee, ama y dirige, v una madre que concibe, da a luz, nutre, alimenta y enseña. Podría haberlo organizado de otra. manera, pero decidió tener una unidad que fuera responsable y tuviera relaciones significativas, donde los hijos se educan y disciplinan el uno al otro llegando a amarse, honrarse y apreciarse mutuamente. La familia es el gran plan de la vida tal como fue concebido y organizado por nuestro Padre en los cielos.
Para cualquier ser inteligente debe ser obvio que la relación íntima de una pareja sin el beneficio del matrimonio es pecado; que los hijos sin padres y vida familiar son una tragedia; que la sociedad sin la vida familiar básica no tiene fundamento, y se desintegrará en la nada perdiéndose en el olvido.
El Padre sabía muy bien todo esto cuando en noviembre de 1831 dio a sus hijos el siguiente mandamiento en el cual no hay lugar a dudas sobre el hecho de que la familia debe existir, sino que por el contrario, se da por sentado y se le manda: "Y además, si hubiere en Sión... padres que tuvieren hijos... han de enseñarles a orar y andar rectamente delante del Señor" (D. y C. 68:25, 28).
En cierta oportunidad, mientras me encontraba conversando con nuestros líderes en un país extranjero en el cual sus hijos se encontraban expuestos a distintas ideologías, les pregunté cómo podían los padres mantener control sobre esos hijos y mantenerlos alejados del pecado. Su respuesta fue muy natural y adecuada:
"Nosotros educamos a nuestros hijos en nuestros hogares con respecto a la verdad en tal forma que las destructivas filosofías mundanas de otros maestros resbalen sobre ellos sin afectarles, de igual manera que el agua resbala en las plumas de un pato; y así se mantienen firmes en la fe."
Esa es la respuesta: Vida familiar, vida hogareña, noches de hogar y padres dedicados y abnegados; esa es la forma en que el Señor quiere que sean nuestras vidas.
Hace más de una década un comandante en la fuerza aérea estadounidense habló de sus vuelos de prueba: Había nacido de buenos padres, quienes le enseñaron a vivir rectamente; tenía más de 4.000 horas de vuelo efectuadas en 25 aviones militares distintos; había tomado parte en 142 misiones de combate y había recibido muchas medallas por su heroísmo. Nos dijo:
"Antes de cada despegue, el piloto dedica algunos minutos a hacer una revisión de los motores del avión, los controles, el sistema hidráulico y otros sistemas esenciales en la máquina para asegurarse de que el vuelo pueda comenzar por lo menos con cierto margen de seguridad... Sus reacciones a cualquier emergencia deben ser instintivas e infalibles, hasta donde los reflejos humanos lo permitan.
"Sin embargo, hay algo que falta en la lista que se nos da para la verificación de instrumentos, y que para mí se ha transformado en algo tan necesario como el bajar las ruedas para aterrizar: es una oración para pedirle a mi Padre Celestial que me bendiga, a fin de que pueda utilizar mi mejor juicio y habilidad y que guíe mis acciones especialmente en momentos de tensión. Ha habido oportunidades en las que he recibido la respuesta a esa oración en una forma tan súbita que me ha impresionado."
Habiendo nacido de buenos padres en un hogar ejemplar, y habiendo tenido la guía adecuada en su infancia, niñez y juventud, parecía no tener miedo y se sentía seguro en su peligroso trabajo. No tenía miedo porque estaba preparado y conocía el poder de esta promesa del Señor: "...Mas si estáis preparados, no temeréis" (D. y C. 38: 30).
Esta preparación comienza durante el aprendizaje en la infancia , que es cuando nace la fe y se establece el carácter. Si a temprana edad los niños aprenden a comunicarse con el Señor y se les enseñan las responsabilidades del tiempo y la eternidad, usualmente reaccionarán en forma apropiada en los momentos de emergencia; si concienzuda y fielmente han hecho todo lo que de ellos se espera, no cometerán grandes errores. Alma, el profeta nefita insistió:
"...es menester que derraméis vuestra alma en vuestros aposentos, en vuestros sitios secretos y en vuestros yermos" (Alma 34:26).
Isaías promete un gran legado a nuestros hijos: "Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos" (Isaías 54:13).
Estoy seguro de que todo padre desea para sus descendientes esta paz, la cual se logra con la simple vida de un verdadero Santo de los Últimos Días que hace de su hogar y su familia lo más supremo.
"Orad al Padre con vuestras familias, siempre en mi nombre, para que sean bendecidas vuestras esposas e hijos" (3'Nefi 18:21).
¿Es eso mucho pedir?
En cierta oportunidad me encontraba en la ciudad de Idaho Falls, como huésped de una típica familia de miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Esta familia se componía de varios hijos v una pareja de padres dedicados. El mayor de los hijos estaba cumpliendo el servicio militar en las islas del Pacífico y el corazón de los integrantes de su familia le seguía de lugar a lugar. Me mostraron una carta que habían recibido de dicho joven desde el campo de batalla. Esto es lo que leí:
"En muchas ocasiones estuvimos tan asustados que temblamos de miedo; pero el temor se alejaba de nosotros mediante la oración y el conocimiento de que el Señor nos guiaba. Papá, yo amo mi religión y estoy orgulloso de haber tenido personas como tú v mamá que me enseñaron a orar. Y también sé que por las mañanas v por las noches todos ustedes oran por mí. "
La espiritualidad nace en el seno de la familia y se nutre en las noches de hogar, en las oraciones familiares y en la asistencia a las reuniones dominicales como núcleo familiar. Esta espiritualidad, fundamento de nuestra vida, viene a nuestro rescate cuando las emergencias nos acosan.
La siguiente historia proviene de la Segunda Guerra Mundial, y su personaje principal es un joven nativo del Estado de Utah, que fue llamado a luchar por su patria en un suelo extranjero.
Para saber la hora del lugar en que se encontraba él llevaba en la muñeca un reloj de pulsera, mientras que en el bolsillo tenía un antiguo reloj que le había regalado su padre, que marcaba una hora completamente diferente a la local. Sus compañeros notaron que frecuentemente el joven solía mirar la hora en su reloj de pulsera, para luego sacar el de bolsillo y mirarlo detenidamente. Curiosos, le preguntaron cuál era la razón por la cual llevaba dos relojes, a lo que él, sin avergonzarse, replicó:
"El reloj de pulsera me indica la hora del lugar donde nos encontramos, mientras que el de bolsillo que me dio mi padre, mantiene la hora de Utah. Verán", continuó "mi familia es muy unida. Cuando el reloj de bolsillo me indica las cinco de la mañana yo sé que mi padre se está preparando para ordeñar las vacas; por la noche, cuando me muestra que son las 19:30. sé que toda mi familia se arrodilla alrededor de una mesa bien preparada para la cena y en ferviente oración pide a Dios que me proteja, me guarde y me mantenga limpio de las manchas de este mundo. Esos son los motivos que me impulsan a luchar cuando todo parece desmoronarse a mi alrededor. Es fácil saber qué hora es aquí... pero lo que me interesa es la hora de Utah." (Adaptado de Vaughn R. Kimball, "The right time at home", Reader's Digest, mayo de 1944, pág. 43.)
A pesar de sólo conocer ligeramente a aquel joven marino yo conocía muy bien a su padre. Sus vacas tenían que alimentar a una numerosa familia, pero su mayor interés radicaba en el desarrollo de sus hijos,que necesitaban algo más que los alimentos diarios. En ocasiones rae arrodillé en ferviente oración con esa extraordinaria familia. Las enseñanzas que recibieron los han llevado a alcanzar bendiciones eternas.
Mis amados hermanos y hermanas, pensad en lo que podría ser este mundo si todos los miembros de la Iglesia se postraran en oración por la mañana y la noche, tal como lo hace esa familia. ¡Qué diferente sería si todos los centenares de millones de familias en todo el mundo orasen diariamente por sus hijos! ¡Y qué hermoso sería el mundo si mil millones de familias de toda la tierra participasen en la noche de hogar y las reuniones dominicales de nuestra Iglesia, y se arrodillasen al unísono derramando sus corazones al Señor para beneficio de sus hijos, sus familias, sus líderes y sus gobiernos!
Ese tipo de familia podría acercarnos a la experiencia de Enoc cuando fue trasladado por su rectitud, y podría marcar el comienzo del milenio. Cuando a Enoc se le preguntó acerca de sí mismo, entre otras cosas él respondió: "Mi padre me enseñó conforme a todas las vías de Dios" (Moisés 6:41).
Y Enoc anduvo con Dios, y no estuvo más en esta tierra, porque Dios lo llevó a su propio seno; él y su pueblo habitaban en justicia en la Ciudad Santa, Sión, y Sión fue llevada a los cíelos.
Sí, esta es la respuesta: Padres que enseñan en rectitud; obedientes y amorosos hijos; lealtad a las obligaciones familiares. Estas cualidades en el hogar son requisitos básicos para formar el carácter y dar seguridad a la vida de nuestros hijos.



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En el espíritu de acción de gracias

Varias personas en las calles de Nueva York comparten diversas respuestas de gratitud a la pregunta: ¿Por qué cosas está agradecido?




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Lo que hallará al entrar en una capilla mormona

Lo que hallará al entrar en una capilla mormona

SALT LAKE CITY. 26 de octubre de 2009. La mayor parte de quienes visitan por primera vez un centro de reuniones de la Iglesia Mormona mencionan algo en cuanto a la cantidad de salones que dichos edificios tienen. Muchas personas esperan encontrar un único y amplio salón, al igual que en los centros de adoración de muchas otras religiones cristianas.

Sin embargo, los centros de reuniones de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días son diferentes a los

que muchas otras religiones utilizan. Tienen aulas, oficinas, una pila bautismal, una cocina y, en muchos casos, un salón cultural con una cancha interior de baloncesto. Por lo general, los salones culturales de los centros de reuniones mormones cuentan con un escenario para representaciones teatrales o espectáculos musicales. Además, la cancha de baloncesto también sirve como pista de baile o como salón comedor, entre otros usos.
Tienen todo ello además de un amplio salón para doscientas o trescientas personas que se denomina “capilla”, el cual se usa para las reuniones de adoración dominicales. En ocasiones, los mormones también usan el término “capilla” para describir todo el edificio o centro de reuniones.

“El edificio era muy sencillo”, dijo Sandra Yeo después de visitar por primera vez uno de los centros de reuniones de la Iglesia en su Inglaterra natal.

“Hasta donde pude ver, no había cruces, murales, estatuas ni figuras de ningún tipo,. Jamás había estado en una iglesia cristiana que careciera de ese tipo de cosas. No obstante, esa sencillez me resultó muy agradable”.

Para los Santos de los Últimos Días, las capillas de la Iglesia son un centro de vida religiosa y social. Sin embargo, la parte más importante de la semana es la reunión sacramental, la cual tiene una hora de duración. Ésta tiene lugar los domingos y es semejante a otros servicios de adoración cristianos. Los hombres, las mujeres y los niños ofrecen oraciones, dan sermones y cantan himnos; además, se reparte la Santa Cena, que es similar a la comunión de otras religiones. Asimismo, los miembros de la Iglesia enseñan los principios impartidos por Jesucristo.

Al asistir a las reuniones de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Wisconsin por primera vez, Brian Sharon se sintió impresionado ante los servicios de adoración.

“Estaba acostumbrado a los servicios de adoración muy formales y altamente estructurados de la iglesia de mi infancia”, dijo Sharon. “Me causó curiosidad cuán sencilla y eficientemente se manejaban las cosas, sin rituales o ceremonias extensas. Además, me conmovió lo amigables y afables que eran todos, en especial hacia quienes estaban de visita, como mi familia. Fue una sorpresa agradable”.

Además de la reunión sacramental, existen otras reuniones dominicales que forman parte del programa de tres horas que tiene lugar desde las 9:00 hrs. hasta el mediodía, desde las 11:00 hasta las 14:00 hrs. o en algún otro horario alternativo.

Dichas reuniones incluyen clases para los jóvenes y para los adultos, así como lo que los mormones llaman “la Primaria”, que es un periodo de tiempo en el que los niños de hasta doce años asisten a clases y cantan.

Los mormones tienen familias numerosas, de modo que prepárese para ver —y oír— muchos niños; y aunque los padres mormones se esfuerzan por enseñar a sus pequeñitos a ser reverentes, también se insta a los niños a participar.
Por ejemplo, en la Primaria, que es para los niños, verá niños de siete años, o aun más pequeños, que ofrecen discursos, leen pasajes de las Escrituras y oran frente a sus compañeros. Las canciones que se enseñan y cantan en la Primaria se centran en la vida y en las enseñanzas de Jesucristo, en temas de las Escrituras y en formas sencillas en que los niños y los demás puedan poner en práctica lo que se predica.

Generalmente los mormones son personas amigables, de modo que los visitantes no deben sorprenderse si alguien, al ver un nuevo rostro, se acerca para conversar, darles la mano y ayudarles a hallar la reunión o clase indicada.
Una idea equivocada que es común entre quienes no pertenecen a la religión mormona es que sólo los Santos de los Últimos Días pueden entrar a sus capillas. Es muy probable que tal idea se deba a que se confunden las capillas con los templos. Mientras que en los templos, de los cuales existen 151 en todo el mundo (incluyendo los ya erigidos así como los que se han anunciado o que están en construcción), el ingreso se limita sólo a los miembros de la Iglesia que estén plenamente consagrados a su fe, en las capillas mormonas se permite el ingreso de cualquier persona que desee ir de visita o adorar junto a sus vecinos Santos de los Últimos Días. Existen más de 17.000 capillas en todo el mundo.

El diseño arquitectónico de las capillas Santo de los Últimos Días refleja la magnitud de una religiosidad que va más allá del púlpito y las bancas. El ser miembro de un barrio mormón (es decir, una congregación) significa ser parte de una comunidad religiosa que se reúne como grupo semanalmente y que se congrega de modo más reducido en varias reuniones más que se celebran todas las semanas.
En algunos casos, los centros de reuniones mormones se transforman en centros de operaciones para proyectos de servicio a la comunidad como, por ejemplo, en épocas de desastres naturales. En muchas ocasiones, tales actividades se llevan a cabo en conjunto con las de otras comunidades y grupos religiosos.

Los mormones dicen que aunque las actividades que los unen y que se efectúan dentro de sus edificios son amplias y variadas —algunas de ellas culturales, deportivas, educativas y sociales— la motivación subyacente de todo lo que se lleva a cabo es que las personas y las familias se ayuden mutuamente a superar los retos de la vida al aprender sobre Jesucristo y al esforzarse por llegar a ser semejantes a Él.

Para los Santos de los Últimos Días, los edificios que utilizan en sus distintos servicios de adoración y otras reuniones son importantes, pero no tanto como la edificación que tiene lugar dentro de sus muros. Lo más importante para los mormones es la edificación de personas y familias fuertes, el conocimiento, los lazos de unión y la fe en Dios.

“Nuestras capillas no están construidas con las mismas características de diseño”, dijo en una conferencia mundial el élder L. Tom Perry, quien es apóstol de la Iglesia. “Sin embargo, cada una de ellas se centra en la misión de nuestro Salvador. Son edificios dedicados al propósito de adorarle”.



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CHRISTIAN EL LEON

Quise compartir este video con ustedes, ya que me gusto mucho como los animales nos pueden enseñar la lealtad en la amistad, y como ellos pueden recordar como se les trato en un tiempo pasado.







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OBEDIENCIA, CONSAGRACIÓN Y SACRIFICIO

Por el élder Bruce R. McConkie
Del Consejo de los Doce

He solicitado y ahora busco la guía del Espíritu Santo para poder hablar llana y persuasivamente acerca de dos de las doctrinas que coronan el evangelio.

Nosotros somos el pueblo del Señor, sus santos, aquellos a quienes él ha dado mucho y de quienes él espera también mucho. (Véase D. y C. 82:3.) Conocemos los términos y condiciones del plan de salvación; cómo murió Cristo por nuestros pecados y qué debemos hacer para obtener las bendiciones completas de su sacrifico expiatorio.

Hemos hecho convenio en las aguas del bautismo de amarle y servirle, de guardar sus mandamientos y poner, en primer lugar en nuestras vidas, las cosas de su reino. A cambio, él nos ha prometido vida eterna en el reino de su Padre; por ello nos encontramos en una posición de recibir y obedecer algunas de las más altas leyes que nos preparan para obtener esa vida eterna que tan vehemente buscamos.

De acuerdo con ello, os hablaré de algunos de los principios de sacrificio y consagración a los cuales los verdaderos santos deben sujetarse si verdaderamente desean ir a donde Dios y Cristo están, y obtener una herencia con los fieles santos de edades pasadas.

Está escrito: "Porque el que no puede sujetarse a la ley de un reino celestial, no puede sufrir una gloria celestial" (D. y C. 88:22). La ley de sacrificio es una ley celestial y así también es la ley de consagración. Por lo tanto, para obtener esa recompensa celestial que tan devotamente deseamos, debemos ser capaces de vivir estas dos leyes.

El sacrificio y la consagración están inseparablemente entrelazados. La ley de consagración nos guía para que consagremos nuestro tiempo, nuestros talentos, nuestro dinero y propiedades, a la causa de la Iglesia; todo ello debe estar disponible hasta donde sea necesario para aumentar los intereses del Señor en la tierra.

La ley de sacrificio nos encauza hasta estar dispuestos a sacrificar todo lo que tenemos en favor de la verdad; nuestro carácter y reputación, nuestro honor y nuestro aplauso, nuestro buen nombre entre los hombres, nuestras casas, tierras y familias; todo; aun nuestra vida misma si necesario fuere.

José Smith dijo: "Una religión que no requiere el sacrificio de todas las cosas, nunca tiene el poder suficiente con el cual producir la fe necesaria para llevarnos a vida y salvación" (Lectures on faith, pág. 58).

No siempre somos llamados para vivir por completo la ley de consagración y dar todo nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestros medios para la edificación del reino terrenal del Señor. Pocos somos llamados para sacrificar gran parte de lo que poseemos y, por el momento, hay solamente algún mártir ocasional en la causa de la religión revelada.

Pero lo que el relato nos enseña es que para ganar la salvación celestial debemos ser capaces de vivir totalmente estas leyes, si somos llamados para hacerlo. Ligada a esto, está la realidad de que debemos, de hecho, vivir esas leyes hasta el grado de que seamos llamados,

Por ejemplo, ¿cómo podemos establecer nuestra capacidad de vivir toda la ley de consagración, si de hecho, no pagamos un diezmo justo? o ¿cómo podremos probar nuestra buena voluntad de sacrificar todas las cosas, si fuera necesario, siendo que nunca tenemos ni la más pequeña privación de tiempo, labor, dinero u otros medios, que ahora nos llaman a sacrificar?

Siendo joven y sirviendo en la dirección de mi obispado, llamé a un hombre rico y lo invité a contribuir con mil dólares para el fondo de construcción. El rechazó la invitación, pero dijo que deseaba ayudar y que si hiciéramos una comida en el barrio y el cubierto costara cinco dólares, él tomaría dos boletos. Más o menos diez días después, este hombre murió inesperadamente de un ataque al corazón y me pregunto desde entonces acerca del destino que tendrá su alma.

No hubo alguien que dijo: "Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee." No dijo esa misma persona en una parábola:
"La heredad de un hombre rico había producido mucho.
"Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?
"Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocijase.
"Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto ¿de quién será?
Y entonces concluyó el asunto diciendo: "Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios" (Lucas 12:15-21).

Cuando el profeta Gad mandó a David construir un altar y ofrecer sacrificios en una propiedad perteneciente a cierto individuo; ese hombre ofreció proveer la tierra, el buey y todo lo necesario para el sacrificio sin costo alguno. Pero David dijo: "No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová holocaustos que no me cuesten nada" (2 Samuel 24:24).

Cuando el sacrificio que debemos hacer es pequeño, el tesoro puesto en el cielo es pequeño también. La pequeña moneda de la viuda, dada en sacrificio pesa mucho más en la balanza eterna, que en abultados graneros del hombre rico. (Véase Marcos 12:41-44.)

Vino a Jesús en cierta ocasión, un joven rico que preguntó: "¿Qué bien haré para tener la vida eterna?"

la respuesta de nuestro Señor fue aquella dada por todos los profetas de todas las edades: ". . si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos."

La siguiente pregunta fue: "¿Cuáles?" Y Jesús dijo: "No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, amarás a tu prójimo como a ti mismo."

Entonces vino la respuesta con una pregunta; porque el joven era un buen hombre, un hombre fiel, uno que buscaba la rectitud: "Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?"

Podríamos muy bien preguntar: "¿No es suficiente con guardar los mandamientos? ¿Qué más se espera de nosotros que ser fieles y verdaderos en toda confianza? ¿Hay algo más que la ley de la obediencia?"

En el caso de nuestro rico y joven amigo había algo más. De él se esperaba que viviera la ley de consagración, que sacrificara sus posesiones terrenales, pues la respuesta de Jesús fue: "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoros en el cielo; y ven y sígueme."

Como se sabe, el joven se fije muy triste, "porque tenía muchas posesiones" (Mateo 1 9:1 6-22). Y a nosotros nos queda preguntar, ¿qué intimidades podría haber compartido con el Hijo de Dios, qué compañerismo pudo haber gozado con los apóstoles, qué visiones y revelaciones pudo haber recibido, si hubiera sido capaz de vivir la ley de un reino celestial?. Pero así sucedió y él permanece sin nombre; ¡y pensar que pudo haberse tenido por siempre en honorable remembranza entre los santos!

Ahora, yo pienso, está perfectamente claro que el Señor espera mucho más de nosotros de lo que a veces rendimos. Pero nosotros no somos como otros hombres. ¡Somos los santos de Dios y tenemos las revelaciones de¡ cielo! "A quién mucho se da, mucho se requiere." (Véase D. y C. 82:3.) Nosotros debemos poner primeramente en nuestras vidas las cosas de su reino.

Se nos ha mandado vivir en armonía con las leyes de Dios, guardar todos sus mandamientos, sacrificar todas las cosas si fuere necesario en honor de su nombre, conformarnos a los términos y condiciones de la ley de consagración.

Hemos hecho convenios de hacerlo así; solemnes, sagrados, santos convenios, comprometiéndonos antes dioses y ángeles.

Estamos bajo convenio de vivir la ley de la obediencia.

Estamos bajo convenio de vivir la ley de sacrificio.

Estarnos bajo convenio de vivir la ley de consagración.

Con esto en mente, escuchad estas palabras de¡ Señor: "Porque si queréis que os dé un lugar en el mundo celestial, tenéis que preparamos, haciendo las cosas que os he mandado y requerido" (D. y C. 78:7).

Es nuestro privilegio consagrar nuestro tiempo, talentos y medios para edificar su reino. Todos somos llamados al sacrificio de una u otra manera, para el avanzamiento de su obra. La obediencia es esencial para la salvación; como también lo es el servicio, la consagración y el sacrificio.

Es un privilegio levantar la voz de alerta a nuestros vecinos, ir a las misiones y ofrecer las verdades de salvación a los demás hijos de nuestro Padre por todas partes. Podemos responder al llamado para servir como obispos, como presidentas de la Sociedad de Socorro, como maestros orientadores, y en cualquiera de los cientos de posiciones de responsabilidad en las varias organizaciones de la Iglesia. Podemos trabajar en proyectos de bienestar, comprometernos en investigaciones genealógicas, y efectuar la obra vicaria en el templo.

Podemos pagar un diezmo justo y contribuir con nuestras ofrendas de ayuno, presupuesto de bienestar, fondo misional y de construcción. Podemos donar porciones dé nuestras posesiones y legar nuestras propiedades a la Iglesia, preparando nuestro testamento antes de morir.

Podemos consagrar una parte de nuestro tiempo al estudio sistemático, para llegar a ser sabios en el evangelio, para atesorar las verdades reveladas, que nos guían en sendas de verdad y de justicia.

Y el hecho de que los fieles miembros de la Iglesia hacen todas estas cosas, es una de las grandes evidencias de la divinidad de la obra. ¿En qué otra parte la generalidad de los miembros de cualquier iglesia pagan un diezmo completo? ¿Dónde hay un pueblo cuya congregación tiene uno, dos y hasta un tres por ciento de sus miembros fuera, en misión voluntaria y pagada por ellos mismos todo el tiempo? ¿Dónde hay un pueblo que como unidad, construya templos, u opere proyectos de bienestar como nosotros? ¿Y dónde hay tanta administración y tanta enseñanza sin sueldos?

En la Iglesia verdadera, nosotros, ni predicamos por sueldo ni trabajamos por dinero. Seguimos el modelo de Pablo y damos el evangelio de Cristo gratuitamente, de modo que no abusamos ni hacemos mal uso del poder que el Señor nos ha dado. Libremente hemos recibido y libremente damos, pues la salvación es gratuita. Todo el que tiene sed está invitado a venir y beber de las aguas de la vida, a comprar maíz y el fruto de la vida sin dinero y sin precio.

Todo nuestro servicio en el reino de Dios es predicado sobre su eterna ley que establece: " ... el trabajador en Sión, trabajará para Sión; porque si trabajare por dinero, perecerá" (2 Nefi 26:31).

Sabemos perfectamente bien que "el obrero es digno de su salario" (véase Lucas 10:7) y que aquellos que dedican todo su tiempo pira la edificación fiel reino, deben ser provistos con alimentos, vestidos, alojamiento y lo necesario para la vida. Tenemos que emplear maestros en nuestras escuelas, arquitectos para diseñar nuestros templos, contratistas para construir nuestras sinagogas y directores para operar nuestros negocios. Pero estos así empleados, junto con todos los miembros de la Iglesia, participan también en una base voluntaria para aumentar de otra manera la obra del Señor. Los presidentes de banco trabajan en proyectos de bienestar, los arquitectos dejan sus mesas de dibujo para salir a misiones, los contratistas dejan sus herramientas para servir como obispos o maestros orientadores. Los abogados ponen a un lado sus libros de leyes y el Código Civil para actuar como guías en la Manzana del Templo. Los maestros dejan su salón de clases para visitar a los huérfanos y las viudas en sus aflicciones. Los músicos que se gana la vida con su arte, voluntariamente dirigen los coros y tocan en las reuniones de la Iglesia. Artistas que pintan profesionalmente, tienen gusto en proporcionar sus servicios voluntaria y gratuitamente.

Pero la obra del reino tiene que seguir adelante y los miembros de la Iglesia son y deben ser llamados para llevar estas cargas. Esta es la obra del Señor y no la de los hombres. El es quien nos manda a predicar el evangelio en todo el mundo, no importa el costo; es su voz la que decreta la construcción de templos, cualquiera que sea su costo. El es quien nos recomienda el cuidado de los pobres entre nosotros, cualquiera que sea el costo para que sus lamentos no lleguen hasta su trono como un testimonio en contra de aquellos que deberían alimentar al hambriento y vestir al desnudo, y no lo hicieron.

Y podría decir también por vía de doctrina y de testimonio, que es su voz la que nos invita a consagrar nuestro tiempo, nuestros talentos, y nuestros medios, para llevar a cabo su obra. Es su voz la que llama para el servicio y el sacrificio. Esta es su obra. El está al timón, para guiar el destino de su reino.

Y todo miembro de su Iglesia tiene esta promesa: que si permanece fiel y verídico, obedeciendo, sirviendo, consagrando, sacrificando, como lo requiere el evangelio, será recompensado en la eternidad mil veces más y tendrá vida eterna. ¿Qué más podríamos pedir? En el nombre de Jesucristo. Amén.



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yo quisiera saber . . .

¿ CUÁNDO APARECIÓ JESÚS A LOS NEFITAS ?

Preguntas contestadas por José Fielding Smith

PRESIDENTE DEL CONSEJO DE LOS DOCE APOSTÓLES

(Tomado de the Improvement Era)

Estimado hermano Smith: 'Hace algunos años me fue requerido hablar acerca de los acontecimientos
sucedidos en el continente americano al tiempo de la primera Pascua. Al preparar mi discurso,
estudiando descubrí que había pasado casi un año entre el tíempo de la crucifixión de Jesucristo y su
aparición a los nefitas en el Templo que se hallaba en el país de Abundancia. 'Y sucedió que en el año
treinta y cuatro, el cuarto día del primer mes, se levantó una tormenta , . ' (3 Nefi 8:5) 'Y he aquí, os
mostraré que a la conclusión del año treinta y cuatro, se manifestaron grandes favores a aquellos que
habían quedado del pueblo de Nefi.'" (3Nefi 10



Existen aún mal entendimientos entre nuestros miembros con respecto a estos acontecimientos.
Quizás no sea de mucha importancia, pero, querría por favor discutirlo?


Respuesta : Es verdad que hay malentendidos entre los miembros de la Iglesia al respecto, pero una
minuciosa lectura del relato nos aclarará el concepto. Un examen apresurado de las cosas, nos dejará la
impresión de que hubo realmente una diferencia de casi un año entre su resurrección y su aparición a los
nefitas y lamanitas que se habían salvado de las catástrofes que sucedieron a la Crucifixión; pero
prestando mejor atención a las palabras escritas, encontraremos que sólo un corto tiempo hubo entre
ambos eventos.

La falsa conclusión, de que prácticamente un año había pasado entre la resurrección del Señor y su
aparición a las gentes de este hemisferio, ha sido publicada y ha estado circulando entre los miembros de
la Iglesia. Por lo tanto, quiero yo pedir a mis hermanos y hermanas en la fe, y a todos los que lean el
Libro de Mormón, que presten mucha atención a los detalles de la historia.

En 3 Nefi 8:5, encontramos que "en el año treinta y cuatro, el cuarto día del primer mes, se levantó
una tormenta como jamás se había conocido en todo el país". Los versículos siguientes nos detallan la
destrucción que siguió a ello. Esto, evidentemente, tomó lugar al tiempo en que Jesús estaba en la cruz.
El capítulo 9 sigue con el relato de la destrucción y durante la catástrofe se oyó la voz de Jesucristo,
manifestando el porqué del desastre:

"¡Oh vosotros, todos los que habéis sido conservados porque fuístes más justos que ellos! ¿No os vol-
veréis a mí ahora, y os arrepentiréis de vuestros pecados, y os convertiréis para que yo os sane? . . .

"He aquí, soy Jesucristo, el Hijo de Dios. Yo crié los cielos y la tierra, y todas las cosas que en ellos
hay. Fui con el Padre desde el principio. Yo soy en el Padre y el Padre en mí; y en mí ha glorificado el
Padre, su nombre." (3 Nefi 9:13, 15)

Todo esto sucedió mientras la gran oscuridad envolvía la tierra, y Mormón explica entonces a través



de los capítulos noveno y décimo, la terrible destrucción que se llevara a cabo. Concluye él el décimo
capítulo con estas palabras:

"Y he aquí, os mostraré que a la conclusión del año treinta y cuatro, se manifestaron grandes favores
a aquellos que habían quedado del pueblo de Nefi, así como a los que se habían salvado de los que se
llamaban lamanitas, y se derramaron grandes bendiciones sobre sus cabezas, al grado que poco después
de su ascención al cielo, Cristo verdaderamente se manifestó a ellos;

"Y les mostró su cuerpo y ejerció su ministerio a favor de ellos; y más adelante se hará una relación
de su ministerio. Por tanto, concluyo por ahora lo que iba diciendo". (3 Nefi 10:18-19; Cursiva del
autor.)

Aquí el declara que sólo "poco después" que el Señor ascendiera al cielo tuvo lugar su aparición a los
nefitas y lamanitas, en este continente. Y la ascención del Señor fué en el día de su resurrección, después
de su aparición a María al pié de la tumba y antes de su manifestación ante sus discípulos, aquel mismo
día.

La razón por la cual Mormón suspende a esta altura su relato, no la sabemos. Indudablemente
escribía durante los días de la gran contienda entre nefitas y lamanitas, y es muy posible que alguna
imprevista emergencia haya sucedido por lo cual debió suspender sus registros temporalmente. Sin
embargo, continúa su historia retomando el tema y expresa que se hallaba reunida una gran multitud en
los alrededores del templo que se hallaba en el país de Abundancia. Es obvio suponer que esta gran
reunión se llevó a efectos immedíatamente después de haber cesado el espantoso período de oscuridad.
Leemos que todos estaban "maravillados y asombrados entre sí" y "mostrándose los unos a los otros el
grande y maravilloso cambio que se había verificado". (3 Nefi 11:1) Mientras ellos se maravillaban y se
hacían notar uno a otro estos cambios y conversaban entre sí, oyeron una voz. 'No era una voz áspera ni
fuerte; no obstante, a pesar de ser una voz suave, llegó hasta el centro de los que la oyeron, de tal modo
que no hubo parte de su cuerpo que no hiciera estremecer; sí, los penetró hasta el alma, e hizo arder sus
corazones." (3 Nefi 11:3)

"Y aconteció que según entendían, dirigieron la vista hacia el cielo otra vez; y he aquí, vieron a un
Hombre que descendía del cielo; y llevaba puesta una túnica blanca; y descendió y se puso en medio de
ellos. Y los ojos de toda la multitud estaban en él, y nadie se atrevía a abrir la boca, ni siquiera el uno al
otro, para preguntar lo que significaba, porque suponían que era un ángel que se les había aparecido."
(3Nefi 11:8)

El hecho de que la multitud estuviera aglomerada en las adyacencias del templo comentando uno con
otro acerca de los grandes cambios ocurridos, es evidencia de que esto fué un acontecimiento inmediato a
la resurrección del Señor. Si esto hubiera ocurrido un año más tarde, las gentes estarían familiarizadas con
estos cambios y ya no tan maravilladas como Mormón relata que estaban. Era con gran asombro y
admiración que ellos se habían congregado para comentar acerca de los acontecimientos.

Además, no es lógico suponer que Jesús hiciera esperar a los nefitas y lamanitas que habían permane-
cido fieles, por todo un año antes de aparecerse a ellos y darles instrucciones con relación a la clausura del
período durante el cual estuviera en vigencia la ley de Moisés y la inauguración de una dispensación en la
que la plenitud del evangelio era introducida a ellos.



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"Como el Hombre Es, Dios Fue"

Por José Fielding Smith
Presidente del consejo de los Doce Apostoles


ESTIMADO HERMANO SMITH : La declaración de que "como él hombre

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EL ARREPENTIMIENTO

EL ARREPENTIMIENTO
CONDUCE AL PERDÓN

Por el presidente Spencer W. Kimball
Adaptación de un mensaje dado a los
alumnos de la Universidad Brigham Young el 4 de mayo de 1954

Una joven pareja tocó a la puerta de la casa de su obispo. Éste, que estaba solo en casa, les
invitó a pasar. La voz gruesa y agradable del joven era precisamente la que se espera de un hombre
alto y deportista como él.
Lo acompañaba una hermosa señorita de cabellera negra y brillante, figura esbelta y cara
agraciada. Una vez sentados todos, el joven empezó a hablar con voz baja y titubeante: "Hemos
violado la ley de castidad. Estamos muy afligidos y pensamos que teníamos que acudir a usted".
Después de un breve silencio, la señorita dijo:

"Yo creía que jamás cometería este pecado. He
escuchado en la Iglesia que el besuqueo y las caricias impúdicas son pecados, pero no le di mucha
importancia".
El obispo escuchaba sin interrumpir.
El joven tomó de nuevo la palabra. "Aquella vez que fuimos a la feria era una ocasión muy
especial, pero fue el principio de nuestras dificultades. Cuando fui por ella aquel día, pensaba que
no había ninguna mujer más dulce y más bella. Después de pasear, nos quedamos un rato juntos
antes de que ella entrara a su casa, y empezamos a besarnos y a acariciarnos.
"De repente, y casi sin darnos cuenta de lo que pasaba, estábamos acariciándonos demasiado
íntimamente. Después, seguimos acariciándonos de este modo cada vez que nos reuníamos. Nos
decíamos que no había nada de malo en ello puesto que nos pertenecíamos el uno al otro.
"Siguió empeorándose la situación, hasta que finalmente sucedió el terrible desenlace. Nunca
creímos llegar a eso y sólo después del hecho empezamos a darnos cuenta del grave error. Nos
aborrecíamos a nosotros mismos. Ella sugirió la oración, pero yo le dije que no me sentía digno.
Quería esconderme del Señor y de todo el mundo".
El obispo meditaba profundamente, orando con fervor para que el Señor le inspirara.
Parecía que querían hablar y disipar su tristeza.
"Estoy tan avergonzada", dijo ella. "Después de lo ocurrido me aborrecí a mí misma. Me quedé
pensando, ¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué? Aquella noche no pude dormir. Me sentí sucia; me bañé
de nuevo, me lavé el cabello, me puse ropa limpia. Sin embargo aún me sentía sucia. Me daban
ganas de esconderme. Me asombraba verme tan triste y avergonzada. Otras personas habían
cometido esta horrible falta y al parecer no se afligían. No se veían preocupados, y sin embargo,
yo..."
Luego guardaron mucho silencio, muy juntos, esperando. El obispo seguía meditando. Su corazón
sollozaba por ellos. "Padre, te ruego que me bendigas para que yo pueda ayudarles", decía en silencio.
"¿Podemos llegar a ser perdonados?" preguntaron.
"Sí", respondió, "el Señor y Su Iglesia pueden perdonar, mas no fácilmente. "El camino del
pecador es arduo". Siempre lo ha sido, siempre lo será. El Señor mismo dijo: 'Te digo que no
saldrás de allí, hasta que hayas pagado aun la última blanca' (Lucas 12:59).
"Sin embargo, Dios, en su bondad, proveyó para nosotros un camino hacia el perdón. Uno
puede quebrantar las leyes, pero no puede eludir el castigo. Dios es justo. Pablo dijo: 'No os
engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará'
(Gálatas 6:7).
"Por grave que sea lo que ustedes han hecho, existe el perdón si se arrepienten completamente.
El Señor ha dicho: 'He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados es perdonado; y yo, el Señor,
no los recuerdo más' (D. y C. 58:42).
"También prometió: 'Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana' " (Isaías 1:18).
El joven habló con una voz de esperanza:
"¿Cómo nos arrepentimos?"
El obispo respondió: "Ustedes deben darse cuenta de la gravedad del error. Hay pecados que no
pueden perdonarse, pero por fortuna la mayoría si. Derramar sangre inocente y negar el Espíritu
Santo son ambos imperdonables. Ninguno de ustedes ha cometido el pecado contra el Espíritu
Santo, pues eso requiere más conocimiento que el que ustedes tienen. Ninguno ha cometido un
asesinato, y por tanto, podemos decir que cada pecado que hayan cometido puede ser perdonado.
"Después de los pecados imperdonables siguen los pecados sexuales. Algunos de éstos, pueden
cometerse contra uno mismo y algunos contra otra persona; la conciencia le dice a uno cuando
está cometiendo este pecado. Estas prácticas profanas son condenadas por el Señor y por su Iglesia.
Algunos pueden ser más graves que otros, pero todos son pecados. Los profetas del Señor declaran
que éstos no son normales. Algunas personas mundanas pueden decir que las experiencias sexuales
premaritales no son malas, pero el Señor y la Iglesia las condenan. Cualquier relación sexual fuera
del matrimonio es un error. Estas prácticas perversas fueron condenadas por los profetas antiguos y
actualmente son condenadas por la Iglesia.
"El pecado que ustedes cometieron es un error. y el Señor considera a los dos responsables. No
pueden culpar a nadie más que a ustedes mismos. Culpar al Señor por nuestros pecados, aduciendo
que son inherentes y no se pueden controlar, es vano y débil. Culpar a nuestros padres y
progenitores de nuestros pecados es el vicio del cobarde. Los padres de una persona tal vez no le
hayan enseñado, quizás el ambiente que la rodeó haya sido malo, pero como hijos e hijas de un
Dios viviente tenemos dentro de nosotros el poder de superar las circunstancias, de cambiar
nuestras vidas. Seremos castigados por nuestros pecados. Debemos aceptar que somos
responsables. Debemos controlarnos y dominarnos".
La hermosa joven dijo entonces: "Sabíamos que lo que hicimos está mal, pero no entendíamos
su verdadera gravedad".
"Lo comprendo", respondió el obispo. "Es por eso que lo he explicado. Algunas parejas
piensan que cuando están de novios o llegan a comprometerse, pueden hacer cosas que antes no
podían hacer. Descuidan sus normas. Fácilmente se permiten las caricias impúdicas y los besos
apasionados. Es una peligrosa práctica que conduce hacia otras dificultades. Esa intimidad y
besuqueo apasionados son seguramente el pecado condenado por el Salvador: 'Oísteis que fue
dicho: No cometerás adulterio.
" 'Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en
su corazón' (Mateo 5:27, 28).
"En este sentido, las caricias íntimas y besuqueos apasionados son como el adulterio. El Señor
reconoció que este pecado es artimaña del diablo para conducirnos hacia los actos finales del
adulterio. ¿Será posible que una persona a la luz de las Escrituras del Señor participe en estos actos
con una conciencia clara? ¿Puede alguien convencerse de que no es un pecado grave?"
La joven pareja tenía ahora muchas preguntas que llevaron al obispo a seguir adelante con su
explicación.
"¿Son iguales la fornicación y el adulterio?", preguntaron.
"El pecado sexual se llama fornicación cuando se comete entre personas no casadas y adulterio
cuando se comete fuera del matrimonio. Los dos términos son a menudo intercambiados en las
Escrituras.
"Cuando decimos que los pecados sexuales son perdonables, no queremos decir con eso que es
fácil obtener el perdón. Aun cuando es difícil obtener el perdón, es algo que se debe hacer. Porque
como Pablo dice: 'Ningún fornicario o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino
de Cristo y de Dios' (Efesios 5:5).
"Y Nefi escribe: '...el reino de Dios no es inmundo, y ninguna cosa impura puede entrar en el
reino de Dios; de modo que es necesario que se prepare un lugar de inmundicia para lo que es
inmundo' (1 Nefi 15:34).
"El Señor manda: 'No cometerás adulterio; y el que cometa adulterio y no se arrepinta, será
expulsado' (D. y C. 42:24)."
El joven entonces preguntó: "¿Expulsado significa excomulgado, ser excluido de la Iglesia?"
El obispo explicó: "Si el pecador sigue en rebeldía, debe ser suspendido de derechos o
excomulgado. Al suspendido de derechos se le prohibe ejercer su sacerdocio y se le niegan las
bendiciones de la Iglesia, tales como la partidpación de la Santa Cena, los privilegios del templo y
las actividades de la Iglesia. La excomunión le priva totalmente de toda ligadura. La persona
pierde su calidad de miembro, el Espíritu Santo, el sacerdocio, los sellamientos y todos los
privilegios de la Iglesia".
Los jóvenes escuchaban atentamente pero con mucha preocupación, y finalmente ella preguntó:
"¿Entonces no podremos jamás entrar en el reino de Dios?"
El obispo respondió: "No exactamente, ninguna cosa impura puede entrar en el reino, pero una
persona completamente arrepentida deja de ser una persona impura. Un adúltero totalmente
perdonado ya no es un adúltero. Se presume que ya es una persona libre de inmundicia".
La hermosa pareja se había decidido. Estaban listos para cumplir con cualquier requisito sin
importarles lo difícil que pudiera ser. Se acercaron más el uno al otro y preguntaron: "Obispo, ¿qué
tenemos que hacer?"
El obispo continuó: "Parece que el arrepentimiento comprende cinco pasos:
1. Aflicción por el pecado.
2. Abandono del pecado.
3. Confesión del pecado.
4. Restitución por el pecado.
5. Hacer la voluntad del Señor.

1. Aflicción por el pecado
Cuando estamos completamente conscientes de la gravedad del error que hemos cometido,
decidimos de todo corazón hacer lo que sea necesario para librarnos de los efectos del pecado. Nos
afligimos grandemente. Estamos dispuestos a aceptar el castigo, a sufrir aun la excomunión si fuere
necesario. Pablo escribió: "Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para
salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte" (2 Corintios
7:10).
"Si uno se entristece sólo porque alguien descubrió su pecado, su arrepentimiento no está
completo. La tristeza que es según Dios motiva a uno a querer arrepentirse, aun cuando no haya
sido descubierto por otros, y lo conduce a tener la determinación de hacer lo correcto sin
importarle lo que ocurra. Esta clase de tristeza produce justicia y ayudará a lograr el perdón.

2. Abandono del pecado
Es mejor que uno deje de pecar porque se da cuenta de la gravedad de su pecado. Entonces
tendrá el deseo de cumplir con todas las leyes de Dios. El ladrón tal vez abandone su maldad en la
cárcel, pero el verdadero arrepentimiento lo impulsaría a abandonarlo antes de su arresto y devolver
voluntariamente lo que ha robado. El pecador sexual que voluntariamente abandona su pecado se
encamina hacia el perdón. Alma dijo: 'Benditos son aquellos que se humillan sin verse obligados a
ser humildes' (Alma 32:16).
"El abandono del pecado debe ser permanente. El verdadero arrepentimiento no permite volver a
cometer el mismo pecado. Pedro dijo: 'Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las
contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra
vez en ellas... mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de
haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento... [como] el perro vuelve a su vómito, y la
puerca lavada a revolcarse en el cieno' (2 Pedro 2:20-22).
"El Señor ha dicho: Id y no pequéis más; pero los pecados anteriores volverán al alma que
peque' (D. y C. 82:7).
"El Salvador dijo a la adúltera sorprendida en el acto de pecar: 'Vete, y no peques más' (véase
Juan 8:11).
"Y Pablo: 'El que hurtaba, no hurte más' (Efesios 4:28).

3. Confesión del pecado
"La confesión del pecado es una parte importante del arrepentimiento. Parece que muchos
pecadores creen que algunas oraciones al Señor son todo lo que se necesita. De este modo se
disculpan y ocultan sus pecados. Salomón hizo la observación: 'El que encubre sus pecados no
prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia' (Proverbios 28:13).
"El Señor dijo: 'Por esto sabréis si un hombre se arrepiente de sus pecados: He aquí, los
confesará y los abandonará' (D. y C. 58:43).
"Especialmente los pecados serios tales como los sexuales se deben confesar al presidente de
rama o al obispo así como también al Señor. Hay dos perdones que uno podría desear tener. Primero,
el de la Iglesia del Señor mediante sus líderes correspondientes, y segundo, el perdón del Señor.
"Tan pronto como se tenga la convicción firme de haber pecado, se debe acudir al Señor en
'ferviente oración' como lo hizo Enós (Enós 4) y no dejar de orar hasta que, como Enós, se reciba
la segundad de que sus pecados han sido perdonados. No es lógico que Dios perdone los pecados
que son graves después de unas cuantas oraciones. Lo más probable es que espere hasta que haya
habido un largo y duradero arrepentimiento demostrado por la disposición de vivir todos los
mandamientos.
"El Señor tiene un plan lógico y ordenado. A cada alma le es dado un presidente de rama o un
obispo quien, por motivo de su llamamiento y ordenación, es un 'juez en Israel' (D. y C. 58:17). El
obispo puede ser el mejor amigo en la tierra, escuchará los problemas, juzgará su seriedad,
determinará el grado del arrepentimiento de la persona y decidirá si garantiza, el consiguiente
perdón. Él lo hace como el representante terrenal de Dios. Si el arrepentimiento es suficiente, puede
no designar castigos, lo cual es llamado algunas veces perdón. Cuando uno habla con el presidente
de rama o con el obispo, sabe que él no dirá nada a nadie de lo que las personas involucradas le
hayan dicho, a menos que se requiera la acción disciplinaria.

4. Restitución por el pecado.
"Cuando uno es humilde en su tristeza, se aparta completamente del pecado y confieza a las
personas asignadas por el Señor, debe luego restaurar cuanto antes aquello que ha dañado. Si ha
robado, debe devolver al legítimo propietario lo que le fue robado. Quizás la única razón por la que
no se perdona el asesinato es que habiendo quitado la vida, el asesino no la puede restaurar. Una
restitución completa es imposible. Tampoco es posible devolver la virtud robada.
"Sin embargo, la persona verdaderamente arrepentida, por lo general encontrará medios
adecuados para reparar su falta hasta cierto grado. El verdadero espíritu de arrepentimiento lo
requiere. Moisés enseñó: 'y por aquella oveja cuatro ovejas' (Éxodo 22:1).
"El que pida perdón debe también perdonar a los que pecaren contra él. El Señor no está
obligado a perdonarnos a menos que nuestro corazón esté libre de todo odio y rencor en contra de
todos los demás,
El Padre Nuestro aclara esto:
"Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase lu
voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y
perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos
metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos
los siglos. Amén" (Mateo 6:9-13).

5. Hacer la voluntad del Señor
"EI Señor, en el prefacio de Doctrinas y Convenios, nos dio el quinto requisito y uno de los
más difíciles para obtener el perdón. El dice: 'Porque yo, el Señor, no puedo considerar el pecado
con el más mínimo grado de tolerancia. No obstante, el que se arrepienta y cumpla los
mandamientos del Señor será perdonado' (D. y C. 1:31,32),
"La persona arrepentida debe empezar con la tarea interminable de guardar los mandamientos
del Señor. Es obvio que no es posible hacer esto en un día, una semana o un año, sino que debe
perseverar el resto de su vida. 'Si haces lo bueno, sí, y te conservas fiel hasta el fin, serás salvo en el
reino de Dios" (D. y C. 6:13).
"Cuando alguien realiza buenas obras, estas son evidencias de su arrepentimiento. Jesús expresó
este pensamiento: 'Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de
los abrojos?
'No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
'Así que, por sus frutos los conoceréis' (Mateo 7:16, 18,20).
"El Señor dijo: 'Mas al que haya cometido adulterio, y se arrepienta de todo corazón, y lo
deseche, y no lo haga más, lo has de perdonar' (D. y C. 42:25),
"Ahora bien, la frase 'de todo corazón' es vital. No puede haber retroceso. Si el pecador deja de
pagar sus diezmos, falta a las reuniones, quebranta el día de reposo, o falla en sus oraciones y en
otras responsabilidades, no está completamente arrepentido. El Señor sabe, como también la
persona, el grado de aflicción en el arrepentimiento, y su perdón será tan grande o tan pequeño
como la persona lo merezca. Dios es justo. Fingir el arrepentimiento o engañar no hace ningún
bien, pues lanto el transgresor como el Señor pueden reconocer un arrepentimiento falso o
limitado. Uno puede engañar a veces a otras personas, pero no puede engañarse a si mismo ni al
Señor.
"Santiago indicó que cada buen acto, cada testimonio, cada esfuerzo misional, cada ayuda que
se da a los demás es como un manto que cubre los propios pecados de uno, o como un depósito
en contra de un sobregiro en el banco: 'Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de
la verdad, y alguno le hace volver... el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará
de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados' (Santiago 5:19, 20).
"Así es que, amados jóvenes, para obtener el perdón del Señor y de su Iglesia uno debe: (1)
darse cuenta de la gravedad del pecado y orar con mucha humildad y tristeza, (2) abandonar el
pecado y no repetirlo, (3) confesar el pecado al obispo o a otra autoridad de la Iglesia, (4) restaurar
hasta donde sea posible aquello que fue dañado y (5) vivir todos los mandamientos del Señor.
"Y cuando se haya orado lo suficiente, ayunado lo suficiente, sufrido lo necesario, y cuando el
corazón esté bien, se puede esperar que venga el perdón y con él aquella gloriosa paz que
sobrepasa todo entendimiento."
La pareja y el obispo se arrodillaron, y cada uno oró sinceramente. La joven pareja, humilde,
arrepentida y determinada, expresó su agradecimiento y tomados de la mano se despidieron.
Que Dios os bendiga a lodos, jóvenes hermanos que podáis ver con vuestros propios ojos, y
escuchar con vuestros oídos, y comprender con vuestros corazones y protegeros de los pecados
del mundo. Lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.

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Las Inteligencias y la Vida Eterna

Las Inteligencias y la Vida Eterna
(Tomado de the Improvement Era)

ESTIMADO HERMANO SMITH : La Iglesia nos enseña que hubo vida aun
antes de la mortalidad y que la habrá después de ella. También se nos ha dicho que
antes de que fuéramos espíritus, fuimos "inteligencias". Las Escrituras declaran
también que hemos sido "engendrados hijos e hijas para Dios" en el espíritu (Doc. y
Con. 77: 24), y Pablo, hablando a los griegos, declaró que somos "linaje de Dios" y
que "no debemos pensar que la divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura
de arte y de imaginación de hombres." (Hechos 17: 29.) También se nos ha
enseñado que las inteligencias han existido por siempre y que no pueden ser creadas ni
destruidas. Pero en la Perla de Gran Precio, en el Libro de Moisés, se declara que Dios
creó a los animales y a todo lo que tiene vida sobre la tierra para el propósito del
hombre, y por esta vida solamente. Dicha enunciación me ha preocupado porque siendo
que las inteligencias, como eternas, no pueden ser creadas ni destruidas, me he
preguntado por qué los animales fueron creados sólo para esta vida. ¿No está acaso la
diferencia entre los animales y

el hombre basada en sus respectivos grados de
inteligencia, tal como la diferencia entre el hombre y Dios? ¿Por qué, entonces, fueron
los animales creados para esta vida solamente?
RESPUESTA : Consideremos primero el asunto de las inteligencias. Muchas son
las cosas que el Señor, por un sabio propósito Suyo, no ha revelado al hombre mortal,
evidentemente debido a que en su condición finita, éste es incapaz de comprenderlas.
Recordemos que "el hombre fue también en el principio con Dios. La inteligencia, o la
luz de verdad, no fue creada ni hecha, ni tampoco lo puede ser. . . . Porque el hombre es
espíritu. Los elementos son eternos, y espíritu y elemento, inseparablemente unidos,
reciben una plenitud de gozo; y cuando están separados, el hombre no puede recibir la
plenitud de gozo." (Doc. y Con. 93:29, 33-34.)
En su libro The Progress of Man, el autor ha escrito lo siguiente: "Algunos de
nuestros escritores se han empeñado en explicar qué son las inteligencias, pero esto es
vano porque no se nos ha dado un conocimiento amplio sobre la materia, salvo lo que
fragmentariamente el Señor ha revelado. Sabemos, sin embargo, que un elemento que se
llama inteligencia ha existido por las eternidades. Y es precisamente esta parte real y
eterna del hombre lo que no ha sido creado ni hecho. Esta inteligencia, combinada con el
espíritu, constituye una identidad espiritual o el individuo."
Son tantas las cosas del evangelio que constituyen valores esenciales que debemos
conocer y observar, que no tenemos necesidad alguna de preocuparnos acerca de los
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misterios que no han sido todavía revelados. Hay muchas cosas que llegaremos a saber
cuando recibamos la resurrección y consigamos las glorias del reino del gran Padre
Eterno, que no podríamos entender en nuestro estado mortal, aunque nos fueran
reveladas. El Señor espera que dediquemos nuestro tiempo a prepararnos para la
eternidad, y nos ha dado sus leyes, cada una de -cuyas partes irá revelándonos a medida
que las estudiemos — todas las cosas que son esenciales para nuestra preparación para
ser salvos y exaltados en su reino celestial. Es el deber de los hijos de los hombres el
procurar y obedecer las verdades y ordenanzas fundamentales del evangelio que les han
sido dadas a conocer. Todo niño comienza sus primeros movimientos arrastrándose por
el piso. Luego se aventura a dar un paso o dos sosteniéndose de una silla u otro objeto,
hasta que eventualmente logra el poder y la confianza para caminar por un corto trecho
hacia los brazos extendidos de su madre. Paso a paso, va fortaleciéndose. Y nosotros
podríamos compararnos a este pequeño niño, en nuestro proceso de obtener
conocimiento, sabiduría y poder para actuar, mediante la observación, el estudio y la
práctica de los principios correctos. Muchos miembros de la Iglesia esperan que el Señor
les haga saber Sus propósitos, les revele conocimientos y les otorgue sabiduría, sin
siquiera poner de su parte ningún esfuerzo físico, mental o espiritual. El conocimiento,
como cualquier otra cosa meritoria, se alcanza mediante la dedicación, el estudio y la
práctica. Todo buscador de verdades debiera tener presente las palabras que Alma
declaró a Zeezrom, y que dicen:
"... A muchos les es concedido conocer los misterios de Dios; sin embargo, se les
impone un mandamiento estricto de no impartir sino de acuerdo con aquella porción de
su palabra que él concede a los hijos de los hombres, y de acuerdo con el cuidado y la
diligencia que le rinden.
"Por tanto, el que endurece su corazón recibe la menor porción de la palabra; y el
que no endurece su
corazón, la mayor parte, hasta que le es concedido conocer los misterios de Dios
al grado de entenderlos completamente.
"Y a los que endurecen sus corazones les es dada la menor porción de la palabra,
hasta que nada saben acerca de sus misterios; y entonces al diablo, los lleva cautivos y
los guía según su voluntad hasta la destrucción. Esto es lo que significan las cadenas del
infierno." (Alma 12:9-11.)
Ahora vayamos a la pregunta. Una cuidadosa lectura del primer capítulo de
Génesis, y del tercer capítulo de Moisés, en la Perla de Gran Precio, nos hará saber que
los animales fueron creados y ubicados sobre la tierra antes de la venida de Adán y Eva.
En efecto, la tierra toda y sus criaturas fueron preparados para Adán y Eva aun antes de
su transgresión. En aquella condición, la tierra y todo lo que sobre ella hay, no
estuvieron sujetos a la muerte, sino desde que Adán cayó. Cuando Adán y Eva
participaron del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, idéntico juicio fue
dado a la tierra y sus elementos. Por consiguiente, toda cosa viviente, incluyendo la
3
tierra misma, participó de la misma condición de mortalidad. Ello significa que tanto la
tierra como todo lo que sobre ella hay, tienen derecho a la muerte y a la resurrección.
Nada hay en el Libro de Moisés que indique lo contrario. En el capítulo 3 de dicho libro,
leemos lo siguiente:
"He aquí, te digo que éstos son los orígenes del cielo y de la tierra, cuando fueron
creados, el día que yo, Dios el Señor, hice el cielo y la tierra,
"Y toda planta del campo antes que se hallase sobre la tierra, y toda hierba del
campo antes que creciese. Porque yo, Dios el Señor, crié espiritual-mente todas las cosas
de que he hablado antes que existiesen físicamente sobre la faz de la tierra. Pues yo,
Dios el Señor, no había hecho llover sobre la faz de la tierra. Y yo, Dios el Señor, había
creado a todos los hijos de los hombres; y no había hombre todavía para que labrase la
tierra, porque los había creado en el cielo; y aún no había carne sobre la tierra, ni en el
agua, ni en el aire." (Moisés 3: 4-5.) j En el noveno versículo del mismo capítulo, el
Señor declara: "Y de la tierra, yo, Dios el Señor, hice que crecieran físicamente todos los
árboles que son agradables a la vista del hombre, y éste pudo verlos. Y también fueron
almas vivientes. Porque eran espirituales el día que yo los crié; pues permanecen en la
esfera en que yo. Dios, los crié, sí, aun todas las cosas que preparé para el uso del
hombre; y él vio que eran buenas para sustentarse. Y yo, Dios el Señor, planté también
el árbol de la vida en medio del jardín, y asimismo el de la ciencia del bien y del mal."
(Ibid., 3: 9.)
Siendo que todas las criaturas y las plantas y los árboles de la tierra fueron creados
espirítualmente en un principio, llegamos a la conclusión de que no solamente el hombre
tiene derecho a la resurrección, sino toda otra cosa viviente que haya sufrido las
consecuencias de la caída de Adán. En la Sección 77 de las Doctrinas y Convenios, el
profeta José Smith responde una pregunta al respecto:
"P.—¿Qué se da a entender por los cuatro animales de que habla el mismo
versículo? (Apocalipsis 4: 6.)
"R.—Son expresiones metafóricas usadas por Juan el Revelador para describir los
cielos, el paraíso de Dios, la felicidad del hombre y la de los animales, las cosas que se
arrastran y las aves del aire; siendo lo espiritual a semejanza de lo temporal, y lo
temporal a semejanza de lo espiritual; el espíritu del hombre a semejanza de su persona,
así como también el espíritu de las bestias y toda otra criatura que Dios ha creado."
(Doc.yCon.77:2.)
También en la Sección 29, en las Doctrinas y Convenios, encontramos lo siguiente:
"Y además, de cierto, de cierto os digo, que cuando hayan terminado los mil años y
empezaren de nuevo los hombres a negar a su Dios, entonces perdonaré la tierra por tan
solamente un corto tiempo.
"Y entonces vendrá el fin, y el cielo y la tierra serán consumidos y pasarán, y habrá
nuevo cielo y nueva tierra.
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"Porque todas las cosas viejas pasarán, y todo será nuevo, aun el cielo y la tierra, y
toda la plenitud de ellos, tanto hombres como bestias, aves del aire, y peces del mar;
"Y ni un pelo ni una mota se perderán, porque todo es la hechura de mis manos.
"Mas, he aquí, de cierto os digo que antes que el mundo pasare, Miguel, mi
arcángel, sonará su trompeta, y entonces todos los muertos despertarán, porque se
abrirán sus sepulcros v ellos saldrán, sí, aun todos."' (Ibid., 29: 22-26.)
De todo esto aprendemos que la tierra mortal, junto con todo lo que se encuentra
sobre su faz, crece y envejece, y eventualmente habrá de morir, ser limpiada y llegar a
constituir un mundo celestial donde todo habrá sido restaurado a la vida eterna y nada morira nuevamente.

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La Iglesia lanza plan de rescate espiritual

Más de 100 líderes de todo Chile se reunieron en conferencia especial:
La Iglesia lanza plan de rescate espiritual

Iván Martinic
Revistas de la Iglesia Chile


Presidentes de misión, estaca y distrito de todo el país recibieron la visión de la Presidencia del Área Chile en una histórica reunión.
En la mayor reunión de liderazgo de la Iglesia que se haya realizado en Chile en los últimos tres años, los setenta, los presidentes de misión, estaca y distrito de todo el país se congregaron en Santiago para ser capacitados sobre la visión de la Presidencia del Área Chile: rescatar a todos los hijos del Padre Celestial que se hayan alejado del Evangelio y se encuentren inactivos.

Encabezada por el presidente del Área Chile de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Élder Carlos H. Amado, y sus dos consejeros, Élder Lawrence E. Corbridge y Élder Jorge F. Zeballos, esta conferencia especial reunió a 120 líderes provenientes desde Arica a Punta Arenas, e incluyó además a los nueve Setentas de Área y al presidente del Centro de Capacitación Misional.

Como parte del programa, los asistentes pudieron participar en sesiones del Templo la noche del viernes y la madrugada del sábado, para luego recibir instrucción respecto del documento "Permaneced", una guía para invitar a los miembros inactivos a retomar su participación en la Iglesia.

Cada presidente de misión, estaca o distrito fue capacitado para coordinar y planificar visitas de misioneros y miembros a nivel de barrio o rama, de modo que cuando el año 2009 termine, todas las personas que permanezcan inactivas hayan sido visitadas, al menos, en una ocasión.

La conferencia también abordó la necesidad de encontrar a los miembros cuyas direcciones figuran como desconocidas en los registros de la Iglesia, así como de apoyar a los miembros cuyos familiares no conocen el Evangelio.

Por ello, el tema central de la reunión fue "Al rescate", inspirado en las enseñanzas y desafíos que el presidente Thomas S. Monson entregó en abril pasado al Quórum de los Doce Apóstoles y a los ocho Quórumes de Setentas.

Tres son los objetivos de este plan de trabajo: rescatar a los inactivos, preparar más misioneros chilenos y preparar más hombres que lleguen a ser poseedores dignos del Sacerdocio de Melquisedec.

"El mensaje de hoy es ir a rescatar a todos los hijos de Dios que están alejados por diferentes razones. Y el rescate no sólo tiene que ver con los miembros menos activos o con los miembros con dirección desconocida, sino también con los no miembros de la Iglesia, con las familias incompletas. El compromiso es fortalecer a las familias, fortalecer a la juventud y fortalecer el Reino de Dios en todo el país", explicó el Élder Amado.

Terminada la reunión, el presidente del Área Chile comentó que "ya se ve, se nota que en Santiago, así como en el Norte y en el Sur están muy entusiasmados. Yo no he tenido un sentimiento de unidad tan fuerte entre todos los presidentes como el que hemos experimentado aquí. Hoy, de alguna manera, fue una reunión histórica porque por primera vez desde que esta Presidencia fue organizada reunimos a presidentes de estaca, presidentes de distrito, presidentes de misión y setentas de Área".

El Élder Amado confía en que Chile experimentará un despegue para elevarse a otro nivel espiritual, "mucho más alto de donde estamos ahora. Como Presidencia de Área estamos muy contentos de la actitud, de la respuesta de los presidentes en ir a rescatar a los hermanos y traerlos de vuelta".

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El Libro de Mormón: Otro testamento de Jesucristo

El Libro de Mormón: Otro testamento de Jesucristo

por John A. Tvedtnes
Traducido por Estrella La Font Díaz

Uno de los libros más populares del mundo, después de la Biblia, es el Libro de Mormón. Desde que saliera a la luz, por vez primera, en 1830, se han publicado unos 78 millones de ejemplares en 94 idiomas; tan sólo en 1997 se distribuyeron más de cuatro millones de ejemplares.

La historia del Libro de Mormón comenzó en la primavera de 1820, cuando un muchacho estadounidense de catorce años llamado José Smith fue a orar a un bosque que se encontraba cerca de la granja de su familia, en el estado de Nueva York, en Estados Unidos. Él explicó cómo Dios el Padre y su hijo Jesucristo se le aparecieron y dieron respuesta a las preguntas que tenía en lo tocante al tema de la religión. Este fue el principio de su llamamiento como profeta contemporáneo.

Tres años después, se encontraba de nuevo orando cuando recibió la visita de un ángel que le dijo que se llamaba Moroni. "Dijo que se hallaba depositado un libro," escribió José Smith más adelante, "escrito sobre planchas de oro, el cual daba una relación de los antiguos habitantes de este continente [americano], así como del origen de su procedencia. También declaró que en él se encontraba la plenitud del evangelio eterno el cual el Salvador lo había comunicado a los antiguos habitantes. (José Smith-Historia 1:34)


Se le dijo que las planchas de oro estaban escritas en egipcio reformado y que las habían escondido y enterrado en la ladera de una colina que se encontraba cerca del hogar de José, en una caja cuadrada de piedra cubierta por otra piedra redonda más grande. Con el registro se encontraba un antiguo pectoral que contenía dos piedras llamadas Urim y Tumim, que el Señor había preparado para ayudar a José Smith a traducir el antiguo registro. (En la época de la Biblia, los israelitas recibían revelación de Dios mediante el Urim y el Tumim, que el sumo sacerdote llevaba sujetos a un pectoral; cf. Éxodo 28:30. Números 27:21).

Los escritos que se encontraban en las planchas de oro narraban la historia de un antiguo profeta israelita llamado Lehi, que vivió en Jerusalén seiscientos años antes de Cristo. Dios avisó a Lehi de que se aproximaba la destrucción de la ciudad a manos de los babilonios y le dijo que se marchara con su familia y algunos amigos.

Vivieron en tierras deshabitadas por las que viajaron durante ocho años. Cuando llegaron al mar, probablemente en la costa sur de la Península Arábica, el Señor les mandó que construyeran un barco en el cual navegaron hasta las Américas. La mayor parte de los estudiosos que aceptan el Libro de Mormón creen que ellos y sus descendientes habitaron principalmente en lo que actualmente es el sur de México y Guatemala.

Una vez en el Nuevo Mundo, este grupo no tardó mucho en dividirse en dos naciones: una de ellas se llamó nefita, en honor del nombre de Nefi, uno de los hijos de Lehi; la otra se denominó lamanita, por ser seguidores de Lamán, hermano de Nefi. Durante los siglos posteriores se produjeron muchas disputas entre ambas naciones. La mayor parte del tiempo los nefitas fueron justos y escucharon a una serie de profetas que predijeron la venida de Cristo y que explicaron detalladamente la Expiación que Él llevaría a cabo. Durante la mayor parte de su historia, los lamanitas no creyeron en Cristo, mientras que los nefitas guardaron por escrito su historia y sus creencias religiosas. El Libro de Mormón contiene un compendio de dichos escritos. Es debido a sus comentarios doctrinales acerca de la Expiación de Jesucristo por lo que se dice que el Libro de Mormón contiene "la plenitud del evangelio" (José Smith-Historia 1:34; Doctrina y Convenios 20:9; 27:5; 42:12; 135:3).

De las muchas historias de las que habla el Libro de Mormón, la más importante trata de cómo Cristo se apareció a su pueblo del continente americano después de su resurrección y ascensión a los cielos. Les enseñó los mismos principios que había enseñado a sus discípulos judíos del Viejo Mundo y organizó la iglesia entre ellos, eligiendo a doce discípulos, los cuales, según Él dijo, iban a ser juzgados, en los últimos días, por los doce apóstoles que Él había elegido durante su ministerio mortal en Tierra Santa. Aún antes de volver a su Padre, Jesús continuó revelando sus deseos a los discípulos nefitas. A su visita le siguió una era de paz durante la cual nefitas y lamanitas vivieron unos doscientos años como un solo pueblo.

Finalmente, la paz se vio quebrantada por el pecado y antes del cuarto siglo después de Cristo, volvieron a producirse nuevas guerras entre las dos naciones. Sabiendo que su pueblo iba a ser destruido pronto por los lamanitas, un profeta nefita llamado Mormón preparó un compendio de los anales sagrados de su pueblo y los dejó en las manos de su hijo Moroni para que los enterrara en un lugar donde Dios los preservaría hasta que otro profeta fuera llamado para traducirlos. Este era el mismo Moroni que, como ángel de Dios, se le apareció a José Smith 1.400 años después.

Los profetas que guardaron los anales que luego se convertirían en el Libro de Mormón testificaban de Cristo tanto antes como después de su venida. El primero de ellos, Nefi, escribió: "Y ahora bien, mis amados hermanos, y también vosotros los judíos y todos los extremos de la tierra, escuchad estas palabras y creed en Cristo; y si no creéis estas palabras, creed en Cristo. Y si creéis en Cristo, creeréis en estas palabras, porque son las palabras de Cristo, y él me las ha dado, y enseñan a todos los hombres que deben hacer lo bueno" (2 Nefi 33:10). Cien años después, en su prefacio, Mormón escribió que el propósito de este libro era "convencer al judío y al gentil de que Jesús es el Cristo, el eterno Dios, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones." Por esta razón en 1987, se le dio al Libro de Mormón el subtítulo de "Otro Testamento de Jesucristo."

Las planchas de las que se tradujo el Libro de Mormón fueron devueltas al ángel antes de que se publicara la traducción en inglés. Pero varias personas más las vieron y las tocaron. Entre estas personas hubo tres testigos, Oliverio Cowdery, David Whitmer y Martín Harris, que dieron testimonio de que el ángel Moroni les había enseñado las planchas y el pectoral con el Urim y el Tumim; testificaron que el ángel había pasado las hojas una a una para que pudieran ver los grabados que había en ellas; también declararon que habían oído la voz de Dios, proveniente del cielo, que les dijo que la traducción del registro era correcta. En otra ocasión, José Smith llevó a un grupo de otros ocho hombres al bosque, donde les enseñó las planchas y les permitió cogerlas y pasar las páginas. Todos estos hombres hicieron un relato escrito de sus experiencias, que aparece al comienzo del Libro de Mormón. Aunque, más tarde, algunos de ellos se alejaron de José Smith y ya no le apoyaron más, nunca negaron su testimonio, y muchos de ellos continuaron reafirmándolo hasta su muerte.

Durante el transcurso de la traducción del Libro de Mormón, José Smith y su escriba, Oliverio Cowdery, oraron en cuanto a algunas de las cosas que encontraron en el texto, como por ejemplo la necesidad de un bautismo realizado por la autoridad apropiada del sacerdocio. A José se le había dicho, en su visión de 1820, que esta autoridad se había perdido en la tierra, pero que sería restaurada en un futuro próximo. El 15 de Mayo de 1829, cuando estaban orando en el bosque, al lado del río Susquehanna, cerca de Harmony, Pennsylvania, José y Oliverio recibieron la visita de Juan el Bautista, ahora resucitado, quien había bautizado a Cristo unos dieciocho siglos antes. Juan puso sus manos sobre sus cabezas y les ordenó al Sacerdocio Aarónico, confiriéndoles así autoridad para bautizar. En el transcurso de algunas semanas después de este suceso, tres apóstoles de la antigüedad, Pedro, Santiago y Juan, vinieron y ordenaron a los jóvenes al Sacerdocio de Melquisedec, lo que les daba autoridad para imponer las manos y otorgar el don del Espíritu Santo, así como para volver a organizar la Iglesia de la antigüedad.

El seis de abril de 1830, se organizó oficialmente la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Fayette, Nueva York, reconociéndose a José Smith como profeta de Dios. Durante los años siguientes la iglesia creció y se restauraron varios oficios del sacerdocio; entre éstos se incluían los de apóstol, setenta, patriarca, obispo, élder, presbítero, maestro y diácono, todos los cuales se conocían en la antigua Iglesia Cristiana.

A partir de este pequeño comienzo, la Iglesia ha crecido hasta tener más de diez millones de miembros en más de 200 países. Casi la mitad de ellos se encuentran en América Latina y en las naciones que bordean al Océano Pacífico. Una cuarta parte de los miembros de la Iglesia son de habla hispana y se espera que, con el rápido crecimiento en la América Latina, el español llegará a ser algún día la lengua fundamental de la Iglesia. El portugués, el tercer idioma más utilizado entre los Santos de los Últimos Días, sólo se habla por uno de cada diecisiete miembros.

Frecuentemente a los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se les llama incorrectamente "mormones" porque creen en el Libro de Mormón; pero son seguidores de Jesucristo, no de Mormón que fue un siervo de Cristo. Aceptan tanto la Biblia como el Libro de Mormón, pero también creen en la revelación moderna. El octavo artículo de fe de la iglesia declara: "Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde este traducida correctamente: también creemos que el Libro de Mormón es la palabra de Dios." El noveno artículo declara: "Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela y creemos que aún revelará muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios."

Durante los próximos meses, examinaremos algunos de los contenidos del Libro de Mormón y los compararemos con lo que se conoce de la Biblia y con los descubrimientos históricos y arqueológicos que se han producido desde la época de José Smith. Comenzaremos viendo cómo el Libro de Mormón nos ayuda a entender la Biblia como registro histórico y como la palabra de Dios. Después de esto, estudiaremos el origen del Libro de Mormón, que compararemos con el de otros documentos antiguos que han sido descubiertos a lo largo del último siglo, como es el caso de los rollos de pergamino del Mar Muerto. Después examinaremos varios aspectos de las investigaciones actuales que se están haciendo sobre el Libro de Mormón, incluyendo sus orígenes lingüísticos y su relación con el antiguo Israel.

Nota biográfica
John A. Tvedtnes es director jefe de proyectos de la Fundación para la Investigación de la Antigüedad y de Estudios Mormones, que se encuentra en Provo, Utah, Estados Unidos. Ha estudiado en la Universidad de Utah, la Universidad de Brigham Young, la Universidad de California (Berkeley) y la Universidad Judía de Jerusalén. Es licenciado en Antropología, y posee otros títulos universitarios en estudios del Oriente Medio y en lingüística; actualmente se encuentra terminado su trabajo de cara a la obtención del título de doctor en egipcio y lenguas semíticas. Nacido en Estados Unidos, el señor Tvedtnes también ha vivido en Suiza (un año), en Francia (un año y medio) y en Israel (ocho años y medio). Ha escrito cuatro libros y alrededor de 120 artículos; lleva diecisiete años ejerciendo la docencia universitaria en Israel y Estados Unidos.


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