LA ORACIÓN FAMILIAR.
Presídeme Spencer W. Kimball.
Un destacado escritor y consejero matrimonial escribió: "...los fuertes lazos de vida familiar son indispensables, no sólo para la cultura sino para la supervivencia de cualquier pueblo. En la historia de la humanidad una nación tras otra han seguido este ejemplo (el de degradar la vida familiar y substituirla por otros moldes), y todas han desaparecido... Por el bien de la comunidad, por la existencia misma de una nación, una de las primeras preguntas
que debemos hacer cuando se propone un cambio en la cultura debe ser: '¿Fortalecerá a la familia?' " (Dr. Paul Popenoe, Family Life, septiembre de 1972).
Desde el principio, el Señor organizó su programa de esta forma, con un padre que procrea, provee, ama y dirige, v una madre que concibe, da a luz, nutre, alimenta y enseña. Podría haberlo organizado de otra. manera, pero decidió tener una unidad que fuera responsable y tuviera relaciones significativas, donde los hijos se educan y disciplinan el uno al otro llegando a amarse, honrarse y apreciarse mutuamente. La familia es el gran plan de la vida tal como fue concebido y organizado por nuestro Padre en los cielos.
Para cualquier ser inteligente debe ser obvio que la relación íntima de una pareja sin el beneficio del matrimonio es pecado; que los hijos sin padres y vida familiar son una tragedia; que la sociedad sin la vida familiar básica no tiene fundamento, y se desintegrará en la nada perdiéndose en el olvido.
El Padre sabía muy bien todo esto cuando en noviembre de 1831 dio a sus hijos el siguiente mandamiento en el cual no hay lugar a dudas sobre el hecho de que la familia debe existir, sino que por el contrario, se da por sentado y se le manda: "Y además, si hubiere en Sión... padres que tuvieren hijos... han de enseñarles a orar y andar rectamente delante del Señor" (D. y C. 68:25, 28).
En cierta oportunidad, mientras me encontraba conversando con nuestros líderes en un país extranjero en el cual sus hijos se encontraban expuestos a distintas ideologías, les pregunté cómo podían los padres mantener control sobre esos hijos y mantenerlos alejados del pecado. Su respuesta fue muy natural y adecuada:
"Nosotros educamos a nuestros hijos en nuestros hogares con respecto a la verdad en tal forma que las destructivas filosofías mundanas de otros maestros resbalen sobre ellos sin afectarles, de igual manera que el agua resbala en las plumas de un pato; y así se mantienen firmes en la fe."
Esa es la respuesta: Vida familiar, vida hogareña, noches de hogar y padres dedicados y abnegados; esa es la forma en que el Señor quiere que sean nuestras vidas.
Hace más de una década un comandante en la fuerza aérea estadounidense habló de sus vuelos de prueba: Había nacido de buenos padres, quienes le enseñaron a vivir rectamente; tenía más de 4.000 horas de vuelo efectuadas en 25 aviones militares distintos; había tomado parte en 142 misiones de combate y había recibido muchas medallas por su heroísmo. Nos dijo:
"Antes de cada despegue, el piloto dedica algunos minutos a hacer una revisión de los motores del avión, los controles, el sistema hidráulico y otros sistemas esenciales en la máquina para asegurarse de que el vuelo pueda comenzar por lo menos con cierto margen de seguridad... Sus reacciones a cualquier emergencia deben ser instintivas e infalibles, hasta donde los reflejos humanos lo permitan.
"Sin embargo, hay algo que falta en la lista que se nos da para la verificación de instrumentos, y que para mí se ha transformado en algo tan necesario como el bajar las ruedas para aterrizar: es una oración para pedirle a mi Padre Celestial que me bendiga, a fin de que pueda utilizar mi mejor juicio y habilidad y que guíe mis acciones especialmente en momentos de tensión. Ha habido oportunidades en las que he recibido la respuesta a esa oración en una forma tan súbita que me ha impresionado."
Habiendo nacido de buenos padres en un hogar ejemplar, y habiendo tenido la guía adecuada en su infancia, niñez y juventud, parecía no tener miedo y se sentía seguro en su peligroso trabajo. No tenía miedo porque estaba preparado y conocía el poder de esta promesa del Señor: "...Mas si estáis preparados, no temeréis" (D. y C. 38: 30).
Esta preparación comienza durante el aprendizaje en la infancia , que es cuando nace la fe y se establece el carácter. Si a temprana edad los niños aprenden a comunicarse con el Señor y se les enseñan las responsabilidades del tiempo y la eternidad, usualmente reaccionarán en forma apropiada en los momentos de emergencia; si concienzuda y fielmente han hecho todo lo que de ellos se espera, no cometerán grandes errores. Alma, el profeta nefita insistió:
"...es menester que derraméis vuestra alma en vuestros aposentos, en vuestros sitios secretos y en vuestros yermos" (Alma 34:26).
Isaías promete un gran legado a nuestros hijos: "Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos" (Isaías 54:13).
Estoy seguro de que todo padre desea para sus descendientes esta paz, la cual se logra con la simple vida de un verdadero Santo de los Últimos Días que hace de su hogar y su familia lo más supremo.
"Orad al Padre con vuestras familias, siempre en mi nombre, para que sean bendecidas vuestras esposas e hijos" (3'Nefi 18:21).
¿Es eso mucho pedir?
En cierta oportunidad me encontraba en la ciudad de Idaho Falls, como huésped de una típica familia de miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Esta familia se componía de varios hijos v una pareja de padres dedicados. El mayor de los hijos estaba cumpliendo el servicio militar en las islas del Pacífico y el corazón de los integrantes de su familia le seguía de lugar a lugar. Me mostraron una carta que habían recibido de dicho joven desde el campo de batalla. Esto es lo que leí:
"En muchas ocasiones estuvimos tan asustados que temblamos de miedo; pero el temor se alejaba de nosotros mediante la oración y el conocimiento de que el Señor nos guiaba. Papá, yo amo mi religión y estoy orgulloso de haber tenido personas como tú v mamá que me enseñaron a orar. Y también sé que por las mañanas v por las noches todos ustedes oran por mí. "
La espiritualidad nace en el seno de la familia y se nutre en las noches de hogar, en las oraciones familiares y en la asistencia a las reuniones dominicales como núcleo familiar. Esta espiritualidad, fundamento de nuestra vida, viene a nuestro rescate cuando las emergencias nos acosan.
La siguiente historia proviene de la Segunda Guerra Mundial, y su personaje principal es un joven nativo del Estado de Utah, que fue llamado a luchar por su patria en un suelo extranjero.
Para saber la hora del lugar en que se encontraba él llevaba en la muñeca un reloj de pulsera, mientras que en el bolsillo tenía un antiguo reloj que le había regalado su padre, que marcaba una hora completamente diferente a la local. Sus compañeros notaron que frecuentemente el joven solía mirar la hora en su reloj de pulsera, para luego sacar el de bolsillo y mirarlo detenidamente. Curiosos, le preguntaron cuál era la razón por la cual llevaba dos relojes, a lo que él, sin avergonzarse, replicó:
"El reloj de pulsera me indica la hora del lugar donde nos encontramos, mientras que el de bolsillo que me dio mi padre, mantiene la hora de Utah. Verán", continuó "mi familia es muy unida. Cuando el reloj de bolsillo me indica las cinco de la mañana yo sé que mi padre se está preparando para ordeñar las vacas; por la noche, cuando me muestra que son las 19:30. sé que toda mi familia se arrodilla alrededor de una mesa bien preparada para la cena y en ferviente oración pide a Dios que me proteja, me guarde y me mantenga limpio de las manchas de este mundo. Esos son los motivos que me impulsan a luchar cuando todo parece desmoronarse a mi alrededor. Es fácil saber qué hora es aquí... pero lo que me interesa es la hora de Utah." (Adaptado de Vaughn R. Kimball, "The right time at home", Reader's Digest, mayo de 1944, pág. 43.)
A pesar de sólo conocer ligeramente a aquel joven marino yo conocía muy bien a su padre. Sus vacas tenían que alimentar a una numerosa familia, pero su mayor interés radicaba en el desarrollo de sus hijos,que necesitaban algo más que los alimentos diarios. En ocasiones rae arrodillé en ferviente oración con esa extraordinaria familia. Las enseñanzas que recibieron los han llevado a alcanzar bendiciones eternas.
Mis amados hermanos y hermanas, pensad en lo que podría ser este mundo si todos los miembros de la Iglesia se postraran en oración por la mañana y la noche, tal como lo hace esa familia. ¡Qué diferente sería si todos los centenares de millones de familias en todo el mundo orasen diariamente por sus hijos! ¡Y qué hermoso sería el mundo si mil millones de familias de toda la tierra participasen en la noche de hogar y las reuniones dominicales de nuestra Iglesia, y se arrodillasen al unísono derramando sus corazones al Señor para beneficio de sus hijos, sus familias, sus líderes y sus gobiernos!
Ese tipo de familia podría acercarnos a la experiencia de Enoc cuando fue trasladado por su rectitud, y podría marcar el comienzo del milenio. Cuando a Enoc se le preguntó acerca de sí mismo, entre otras cosas él respondió: "Mi padre me enseñó conforme a todas las vías de Dios" (Moisés 6:41).
Y Enoc anduvo con Dios, y no estuvo más en esta tierra, porque Dios lo llevó a su propio seno; él y su pueblo habitaban en justicia en la Ciudad Santa, Sión, y Sión fue llevada a los cíelos.
Sí, esta es la respuesta: Padres que enseñan en rectitud; obedientes y amorosos hijos; lealtad a las obligaciones familiares. Estas cualidades en el hogar son requisitos básicos para formar el carácter y dar seguridad a la vida de nuestros hijos.
Templos
LA ORACIÓN FAMILIAR
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