header-photo

Templos

La honestidad

Hubo una vez un emperador que convoco a todos los solteros del reino pues era tiempo de buscar pareja a su hija.

Todos los jóvenes asistieron y el rey les dijo:

"Os voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros. Al cabo de 6 meses deberán traerme en una maceta la planta que haya crecido, y la planta más bella ganará la mano de mi hija, y por ende el reino".

Así se hizo.


Había un joven que plantó su semilla, la cual no germinaba. Mientras tanto, todos los demás jóvenes no dejaban de hablar y mostrar las hermosas plantas y flores que habían sembrado en sus macetas.

Llegaron los seis meses y todos los jóvenes desfilaban hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas.

Con la cabeza baja y muy avergonzado, desfiló el último hacia el palacio con su maceta vacía. Todos los jóvenes presumían de sus plantas y al ver a nuestro amigo saltaron en risa y burla. En ese momento el alboroto fue interrumpido por la llegada del rey.

Hicieron sus respectivas reverencias mientras se paseaba entre todas las macetas admirando las plantas.
Finalizada la inspección hizo llamar a su hija, y llamó de entre todos al joven que llevó su maceta vacía, atónitos.

Todos esperaban la explicación de aquella acción.

El rey dijo entonces:

"Éste es el nuevo heredero. A todos ustedes se les dió una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras plantas. Este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, leal y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece".


Share/Save/Bookmark Leer más...

La pregunta más importante

La pregunta más importante
Durante mi segundo semestre en la escuela de enfermería, nuestro profesor nos dio un examen sorpresa. Yo era un estudiante consciente y leí rápidamente todas las preguntas, hasta que leí la ultima: "¿Cuál es el nombre de la mujer que limpia la escuela?"

Seguramente esto era algún tipo de broma. Yo había visto muchas veces a la mujer que limpiaba la escuela. Ella era alta, cabello oscuro, como de cincuenta años, pero, ¿cómo iba yo a saber su nombre? Entregué mi examen, dejando la última pregunta en blanco.

Antes de que terminara la clase, alguien le preguntó al profesor si la última pregunta contaría para la nota del examen. "Absolutamente", dijo el profesor. "En sus carreras ustedes conocerán muchas personas. Todas son importantes. Ellos merecen su atención y cuidado, aunque solo les sonrían y digan: '¡Hola!'"

Nunca olvidé esa lección. También aprendí que su nombre era Dorothy.

TODOS SOMOS IMPORTANTES


Esto saldra en la pagina al pulsar leer mas

Share/Save/Bookmark Leer más...

Serio


Share/Save/Bookmark Leer más...

leccion que aprendi cuando joven


Share/Save/Bookmark Leer más...

Soy un hijo de Dios


Share/Save/Bookmark Leer más...

Los Mandamientos y Las Revelaciones

Image Hosted by ImageShack.us

Quienes estén interesados en la Doctrina y Convenios, necesitan subirse las mangas y empezar a sacar el tesoro del más reciente volumen de Los Documentos de José Smith, publicado el 22 de septiembre de 2009. Este imponente volumen de tamaño extra grande: “Manuscript Revelation Books” [Los Manuscritos de los Libros de las Revelaciones] (Salt Lake City: Church Historian Press, 2009), reproduce los manuscritos originales de las revelaciones en su tamaño y color reales. El diseño y la encuadernación son excelentes. El libro es un tesoro en sí mismo, pero el contenido es oro puro.

Los editores de este volumen particular son Robin Scott Jensen, Robert J. Woodford y Steven C. Harper (mi colega en Educación Religiosa). Tan solo los ensayos de introducción valen el precio de cien dólares.

Esta semana, la revista BYU Studies publicó su mas reciente ejemplar (48, núm. 3), que contiene ensayos excelentes de los editores y de Grant Underwood (del Departamento de Historia en BYU) en los que resaltan el descubrimiento del manuscrito de “A Book of Commandments and Revelation” [Un Libro de Mandamientos y Revelación] (págs. 7-17), un repaso de la historia del manuscrito hasta su publicación en el Libro de Mandamientos de 1833, y en la Doctrina y Convenios en 1835, (págs. 18-52), un comentario de la importancia de los manuscritos (págs. 53-66), y un repaso de la forma en que el manuscrito nos puede ayudar a entender el “proceso por el cual José Smith recibió, registró y publicó″ sus revelaciones (págs. 67-84). Agregada a estos cuatro extraordinarios ensayos se encuentra una respuesta de Ron Romig, ex-archivista de la Comunidad de Cristo, (págs. 85-91).
Image Hosted by ImageShack.us

“El Libro de Mandamientos y Revelaciones (LMR) tendrá una enorme influencia en el estudio concienzudo de las primeras revelaciones mormonas” (pág. 53). Y eso definitivamente es verdad. Su trabajo, junto con el de sus co-editores, les proporcionará a los historiadores actuales y futuros una oportunidad de examinar estas importantes fuentes originales sin tener que viajar a Salt Lake City, a Independence, o a Provo. El impacto de esta publicación sobre nuestro comprensión de la carrera profética de José Smith, por ahora, no puede ser apreciado por completo. Sin embargo, BYU Studies ha empezado a analizar seriamente el manuscrito del Libro de Mandamientos y Revelación y los resultados aparecerán durante los próximos años y décadas. Si ya tiene los libros Manuscritos de los Libros de Mandamientos, entonces necesita adquirir el último número de BYU Studies; ya que es una contribución importante y valiosa a nuestra comprensión de los Documentos de José Smith.


Share/Save/Bookmark Leer más...

"TAL COMO"

"TAL COMO"
por Sterling W. Sill
Una serie de artículos sobre el desarrollo de nuestra habilidad para dirigir
De los Ayudantes del Consejo de los Doce Apostóles
HACE muchos años el gran psicólogo William James, anunció su famoso principio de "tal como". Es decir, si deseamos incorporar determinada virtud a nuestra vida, debemos obrar "tal como" si ya la tuviéramos. Es una idea sumamente constructiva que conviene llevar a la práctica. Si deseamos ser valientes, actuemos con valor. Si queremos desarollar una disposición cordial, amigable y feliz, no podemos andar con la cara enfurruñada y odio en el corazón. Nuestras facultades mentales y espirituales son como siervos. Siempre nos sirven lo que les pedimos. Si nos portamos como si esperásemos llegar a ser un "don nadie" en la vida, éstas suponen que lo decimos en serio y nos conceden lo que deseamos.
En su obra Como Gustéis, William Shakespeare dice:

"El mundo entero es un escenario, y todos los hombres y mujeres meramente actores ... y en su tiempo un hombre desempeña muchos papeles." Supongamos que vamos a desempeñar el papel de Fausto, Hamlet o cualquier otro de los personajes importantes de un drama. Primero tendríamos que llenar nuestros pensamientos con las palabras, disposición y espíritu del personaje que vamos a representar y entonces trataríamos de vivir de acuerdo con el papel. No sólo trataríamos de hablar, pensar y obrar como Hamlet o Fausto, sino mentalmente seríamos tal personaje.
Una noticia recientemente publicada hablaba de "La Pasión del Señor" que se presenta cada diez años en el pequeño pueblo bávaro de Oberammergau en el cual un grupo de actores representan la última semana de la vida de Cristo. El drama se ha presentado regularmente desde el año 1663. Cada cual acepta el papel que se le señala y entonces trata de vivir como esa persona y nada más, hasta convertirse en ella. El que desempeña la parte de Jesús debe pensar como Jesús y obrar y sentir como El. ¿Podemos imaginar el resultado que ello producirá en su vida? ¿Podemos imaginar la potencialidad de este principio de "tal como" en nuestras vidas individuales, si seleccionamos el papel que deseamos representar en la vida y entonces vivimos de conformidad con él las veinticuatro horas del día?
El artículo de referencia sobre "La Pasión" contenía una observación interesante acerca de un hombre que hacía poco se había suicidado. Durante los últimos cinco años había estado desempeñando el papel dé Judas Iscariote. Pero no era todo; era el tercer Judas en años recientes que se había suicidado. Si habín vivido como judas y pensado como Judas, ¿qué cosa más natural que morir como Judas?
Pensemos en el peligro que correríamos, si estudiáramos a una persona degradada y nos pusiéramos a vivir como ella, llenando nuestra mente con sus pensamientos, adoptando sus hábitos y disposición mental. ¿Qué resultado podríamos esperar? Nadie sabe hasta qué punto influyen los pensamientos en nuestras vidas. Sabemos que pueden cambiar nuestra expresión facial. Pueden determinar nuestra apariencia corporal; producir una grande espiritualidad dentro ce nos b pueden acuñar nuestras cualidades de personalidad en la cantidad que queramos; pueden volvernos locos o elevamos hasta la más alta realización, sólo con gobernar lo que pensamos y cómo pensamos.
Este principio de "tal como" es una de las ideas más potentes del mundo. Escojamos el papel que queramos desempeñar en la vida, dediquémonos a ello con todo el corazón y ello será lo que llegaremos a ser. Así con esa sencillez. Bien, supongamos que se ha escrito un drama en el cual nos toca representar a un hombre que está acumulando una fortuna inmensa. Este papel
exige un hombre de carácter, vigor, integridad y entusiasmo; uno en quien todos tienen confianza, uno que domina con solo su presencia. Pero supongamos que al desempeñar este papel nos vistiésemos como una persona desaseada e irresponsable, y que nos presentáramos en el foro de una manera perezosa, titubeante, como si no tuviésemos ambición, determinación, proyectos o fe de poder lograr jamás cosa alguna que valiera la pena. Supongamos que en el foro actuásemos con todo género de disculpas, careciendo completamente de confianza en nosotros mismos y diciéndonos constantemente: "No puedo hacerlo"; "tengo miedo"; "es más de lo que puedo hacer"; "no nací para ser próspero e industrioso"; "las cosas buenas no son para mí". ¿Qué clase de impresión causaríamos? ¿Qué clase de personas llegaríamos a ser? ¿Qué clase de éxito alcanzaríamos?
¿Cuánto1 tiempo tardaría un joven para lograr el éxito si se colocara en un ambiente de fracaso y permaneciera allí hasta quedar completamente empapado de ese ambiente? ¿Cuánto tiempo necesitaría un hombre para obtener el éxito' si continuamente se estuviera menospreciando a sí mismo, pensando en el fracaso, hablando del fracaso, vistiéndose como si le hubiera sobrevenido el fracaso y siempre quejándose de sus dificultades insuperables? ¿Cuánto se tardaría en llegar al éxito que él mismo nunca pensó alcanzar? El artista más consumado del mundo jamás podría pintar el rostro de una hermosa Madona mientras su mente estuviera llena de pensamientos depravados.
Y sin embargo, esto es más o menos lo que miles de personas están tratando de hacer todos los días. Así son en su trabajo diario; así lo hacen con su trabajo en la Iglesia; y en forma general sucede la misma cosa en sus vidas. Hay muchas personas que casi parecen estar completamente satisfechas con permanecer en la pobreza material o espiritual. Por lo menos, han cesado de esforzarse con vehemencia para salir de ella. Muchos han perdido la ambición o la esperanza de lograr el éxito'. Casi se puede medir la calidad del concepto' que un hombre tiene de la vida la primera vez que uno lo conoce. Podemos ver la cantidad de pesimismo que hay en su vida y hasta qué grado lo han dejado desilusionado' unas pocas contrariedades. Algunas personas se desaniman con suma facilidad. Llegan al grado de tratar a todos con sospechas y desconfían de todo el mundo, incluso de ellos mismos. Mientras el hombre lleve consigo este ambiente de pobreza, siempre dejará una impresión de pobreza. Si constantemente estamos recalcando lo malo que hay en nosotros, si siempre estamos criticando nuestras propias debilidades y flaquezas y reprochándonos a nosotros mismos por no obrar mejor, sólo estamos grabando más profundamente estos cuadros desafortunados en nuestras memorias y les damos mayor influencia en nuestras vidas.
Con demasiada frecuencia nos estorba el paso el antiguo concepto' de los sectarios sobre la depravación e inferioridad del hombre. No hay nada de lo depravado o inferior en el hombre que Dios ha creado. La única inferioridad que hay en nosotros es la que nosotros mismos hemos puesto allí. Dios nos creó a su imagen. Nos invistió con sus atributos y nos dio dominio sobre todas las cosas de la tierra, incluso nosotros mismos. El hombre fué creado para que se mantuviera con la cabeza erguida, y ser como Dios, no como esclavo. Se tuvo por objeto que fuese un éxito, no un fracaso. Podemos estar seguros de que nuestro éxito jamás sobrepujará nuestra confianza en nosotros mismos. Debemos ver un mundo mejor antes que podamos vivir en él. Nos toca desempeñar el papel de la vida que nosotros mismos elijamos.
¿En qué otra cosa estaba pensando Salomón, sino en este principio de 'tal como" cuando dijo: "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él (el hombre)"?
Salomón no dijo: "Cuál es su pensamiento' en su mente tal es." El corazón era considerado el centro del ser. Allí es donde sentimos y vivimos; y allí es también donde "llegamos a ser."
Esta filosofía de "tal como" alcanzó su expresión más sublime en la vida y enseñanzas del propio Maestro. Jesús dijo: "Todo es posible para aquel que cree." Sería difícil hallar una expresión de mayor fuerza que ésta. No dijo que únicamente son posibles pocas cosas; sino que todo es posible. El proverbio pudo haber rezado así: "Porque cual es su esperanza en su corazón, tal es él." Conviene tener cuidado en lo que vayamos a cifrar nuestras esperanzas, porque probablemente lo realizaremos.
La confianza y la fe son la base misma de todo lo que se logra. ¡Qué fuerza tan tremenda hallamos en una convicción genuina! Jesús dijo: "Sea hecho, según tu fe." Esta idea potente se ha reiterado en todas las Escrituras y es el principio original del concepto de "tal como". Esta expresión de la fe central dobla nuestra fuerza y multiplica nuestra habilidad. Llega a su mayor altura en la importante meta que nos mostró Jesús cuando dijo: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto."
Si no hay el valor dentro de nosotros mismos, ¿cómo podrá manifestarse? Es maravilloso creer en Dios, pero para nosotros sería más maravilloso' aún vivir en tal forma que El también pudiera creer en nosotros y que pudiésemos creer en nosotros mismos. Uno debe creer en sí mismo y debe quererse a sí mismo. Debe creer en su trabajo y debe gustarle su trabajo. Si deseamos ser grandes, creamos en la grandeza y desempeñemos el papel correspondiente. Un espíritu lleno de valor y una mente viva y feliz producen un cuerpo de correspondiente condición saludable. Hay poca enfermedad física entre aquellos que tienen buena salud mental y emocional, que aman la vida y lo que están haciendo.
En la Iglesia y fuera de la Iglesia podemos ver a muchas personas que están arruinando sus vidas pensando negativamente. Nos ponemos a desempeñar el papel de cobardes, pecadores, pusilánimes, y así vivimos. Asumimos una modestia falsa y decimos: "No soy capaz; no soy digno; no estoy preparado." Tratamos a Dios con excusas, dilaciones e informalidad. Aceptamos un llamamiento con renuencia y desánimo, y de ese modo nos colocamos dentro del molde de la deformidad.
Si vamos a llamarnos siervos del Maestro, actuemos como corresponde. Debemos recordar quiénes somos: que somos hijos de Dios. Si esperamos algún día llegar a ser como El, ¿por qué no empezamos a conducirnos en esa forma desde hoy? Ciertamente El no es débil, ni pobre, pecador o incapaz. Si queremos ser como El, ya es hora de empezar.
La mayoría del mundo sectario cree que Dios es incomprensible, inconcebible, sin forma, sin pasiones o sentimientos. Si fuimos formados a la imagen de nada, puede haber justificación para pensamientos negativos; pero no es cierto. Nuestro Padre es un Personaje glorificado que todo lo sabe y todo lo puede. Literalmente es el Padre de nuestros espíritus, y según las leyes de herencia, podemos llegar a ser como nuestro Padre. En cuanto a posibilidades, ya somos como El. En vista de que hay en nosotros toda facultad potencial, debemos comenzar a desempeñar ese papel. ¿Por qué hemos de estar pensando continuamente en la debilidad y el fracaso? ¿Por qué hemos de conservar nuestras mentes funcionando a la inversa e insistiendo en pensar negativamente? Podemos beneficiar mucho nuestras vidas descartando la filosofía del fracaso. Debemos dejar de lado las disculpas, la crítica y la demora. Debemos cesar de estar obligando a otro a que nos recuerde nuestro deber, como si fuésemos incompetentes, inválidos o niños. Debemos dejar nuestra falsedad y pecados. Si continuamos actuando como el diablo, eso es lo que llegaremos a ser.
Uno de los problemas que hay en nuestra Iglesia es el cambio constante de oficiales y maestros. Continuamente estamos emprendiendo la marcha y parando, dejando un puesto sin haber logrado el éxito para empezar otro. Muchas personas descubren su disposición mental manifestando un gozo inmenso cuando se les releva de algún puesto. Si pensamos y obramos como desertores, llegaremos a ser desertores. Si no nos emociona estar en la obra de Dios, si nos abruma en lugar de entusiasmarnos, entonces quiere decir que hay algo en nosotros de que debemos arrepentimos. La obra del Señor es importante y debería ser placentera; y nosotros
deberíamos ser felices mientras la desempeñamos.
Jesús mismo dijo: "Sed de buen ánimo; alegraos y gózaos." El profeta Lehi declaró: "Existe el hombre para que tenga gozo." El Señor quiere que empecemos a marchar en esa dirección lo más pronto posible. ¿Por qué no hacer lo que El dice? Si esperamos ser grandes almas en el cielo, conviene que empecemos a ser grandes almas aquí. Si deseamos ser felices en la eternidad, deberíamos estar ensayando aquí. Y si queremos ser felices, no debemos conducirnos como si todas las personas y todas las cosas nos digustaran; más bien, debemos portarnos "tal como" si ya fuéremos felices.
Debemos estudiar, leer, pensar y trabajar como corresponde a nuestro llamamiento. Debemos saber de qué estamos hablando. Emociona la idea de que si nos esforzamos podemos pensar con benignidad y éxito, y de esa manera es como llegamos a ser personas benignas y felices. Es posible volcar los defectos en virtudes. Todo lo que nos resta hacer es entender quiénes somos y entonces desempeñar el papel correspondiente.

Share/Save/Bookmark Leer más...

LA ORACIÓN FAMILIAR

LA ORACIÓN FAMILIAR.
Presídeme Spencer W. Kimball.

Un destacado escritor y consejero matrimonial escribió: "...los fuertes lazos de vida familiar son indispensables, no sólo para la cultura sino para la supervivencia de cualquier pueblo. En la historia de la humanidad una nación tras otra han seguido este ejemplo (el de degradar la vida familiar y substituirla por otros moldes), y todas han desaparecido... Por el bien de la comunidad, por la existencia misma de una nación, una de las primeras preguntas

que debemos hacer cuando se propone un cambio en la cultura debe ser: '¿Fortalecerá a la familia?' " (Dr. Paul Popenoe, Family Life, septiembre de 1972).
Desde el principio, el Señor organizó su programa de esta forma, con un padre que procrea, provee, ama y dirige, v una madre que concibe, da a luz, nutre, alimenta y enseña. Podría haberlo organizado de otra. manera, pero decidió tener una unidad que fuera responsable y tuviera relaciones significativas, donde los hijos se educan y disciplinan el uno al otro llegando a amarse, honrarse y apreciarse mutuamente. La familia es el gran plan de la vida tal como fue concebido y organizado por nuestro Padre en los cielos.
Para cualquier ser inteligente debe ser obvio que la relación íntima de una pareja sin el beneficio del matrimonio es pecado; que los hijos sin padres y vida familiar son una tragedia; que la sociedad sin la vida familiar básica no tiene fundamento, y se desintegrará en la nada perdiéndose en el olvido.
El Padre sabía muy bien todo esto cuando en noviembre de 1831 dio a sus hijos el siguiente mandamiento en el cual no hay lugar a dudas sobre el hecho de que la familia debe existir, sino que por el contrario, se da por sentado y se le manda: "Y además, si hubiere en Sión... padres que tuvieren hijos... han de enseñarles a orar y andar rectamente delante del Señor" (D. y C. 68:25, 28).
En cierta oportunidad, mientras me encontraba conversando con nuestros líderes en un país extranjero en el cual sus hijos se encontraban expuestos a distintas ideologías, les pregunté cómo podían los padres mantener control sobre esos hijos y mantenerlos alejados del pecado. Su respuesta fue muy natural y adecuada:
"Nosotros educamos a nuestros hijos en nuestros hogares con respecto a la verdad en tal forma que las destructivas filosofías mundanas de otros maestros resbalen sobre ellos sin afectarles, de igual manera que el agua resbala en las plumas de un pato; y así se mantienen firmes en la fe."
Esa es la respuesta: Vida familiar, vida hogareña, noches de hogar y padres dedicados y abnegados; esa es la forma en que el Señor quiere que sean nuestras vidas.
Hace más de una década un comandante en la fuerza aérea estadounidense habló de sus vuelos de prueba: Había nacido de buenos padres, quienes le enseñaron a vivir rectamente; tenía más de 4.000 horas de vuelo efectuadas en 25 aviones militares distintos; había tomado parte en 142 misiones de combate y había recibido muchas medallas por su heroísmo. Nos dijo:
"Antes de cada despegue, el piloto dedica algunos minutos a hacer una revisión de los motores del avión, los controles, el sistema hidráulico y otros sistemas esenciales en la máquina para asegurarse de que el vuelo pueda comenzar por lo menos con cierto margen de seguridad... Sus reacciones a cualquier emergencia deben ser instintivas e infalibles, hasta donde los reflejos humanos lo permitan.
"Sin embargo, hay algo que falta en la lista que se nos da para la verificación de instrumentos, y que para mí se ha transformado en algo tan necesario como el bajar las ruedas para aterrizar: es una oración para pedirle a mi Padre Celestial que me bendiga, a fin de que pueda utilizar mi mejor juicio y habilidad y que guíe mis acciones especialmente en momentos de tensión. Ha habido oportunidades en las que he recibido la respuesta a esa oración en una forma tan súbita que me ha impresionado."
Habiendo nacido de buenos padres en un hogar ejemplar, y habiendo tenido la guía adecuada en su infancia, niñez y juventud, parecía no tener miedo y se sentía seguro en su peligroso trabajo. No tenía miedo porque estaba preparado y conocía el poder de esta promesa del Señor: "...Mas si estáis preparados, no temeréis" (D. y C. 38: 30).
Esta preparación comienza durante el aprendizaje en la infancia , que es cuando nace la fe y se establece el carácter. Si a temprana edad los niños aprenden a comunicarse con el Señor y se les enseñan las responsabilidades del tiempo y la eternidad, usualmente reaccionarán en forma apropiada en los momentos de emergencia; si concienzuda y fielmente han hecho todo lo que de ellos se espera, no cometerán grandes errores. Alma, el profeta nefita insistió:
"...es menester que derraméis vuestra alma en vuestros aposentos, en vuestros sitios secretos y en vuestros yermos" (Alma 34:26).
Isaías promete un gran legado a nuestros hijos: "Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos" (Isaías 54:13).
Estoy seguro de que todo padre desea para sus descendientes esta paz, la cual se logra con la simple vida de un verdadero Santo de los Últimos Días que hace de su hogar y su familia lo más supremo.
"Orad al Padre con vuestras familias, siempre en mi nombre, para que sean bendecidas vuestras esposas e hijos" (3'Nefi 18:21).
¿Es eso mucho pedir?
En cierta oportunidad me encontraba en la ciudad de Idaho Falls, como huésped de una típica familia de miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Esta familia se componía de varios hijos v una pareja de padres dedicados. El mayor de los hijos estaba cumpliendo el servicio militar en las islas del Pacífico y el corazón de los integrantes de su familia le seguía de lugar a lugar. Me mostraron una carta que habían recibido de dicho joven desde el campo de batalla. Esto es lo que leí:
"En muchas ocasiones estuvimos tan asustados que temblamos de miedo; pero el temor se alejaba de nosotros mediante la oración y el conocimiento de que el Señor nos guiaba. Papá, yo amo mi religión y estoy orgulloso de haber tenido personas como tú v mamá que me enseñaron a orar. Y también sé que por las mañanas v por las noches todos ustedes oran por mí. "
La espiritualidad nace en el seno de la familia y se nutre en las noches de hogar, en las oraciones familiares y en la asistencia a las reuniones dominicales como núcleo familiar. Esta espiritualidad, fundamento de nuestra vida, viene a nuestro rescate cuando las emergencias nos acosan.
La siguiente historia proviene de la Segunda Guerra Mundial, y su personaje principal es un joven nativo del Estado de Utah, que fue llamado a luchar por su patria en un suelo extranjero.
Para saber la hora del lugar en que se encontraba él llevaba en la muñeca un reloj de pulsera, mientras que en el bolsillo tenía un antiguo reloj que le había regalado su padre, que marcaba una hora completamente diferente a la local. Sus compañeros notaron que frecuentemente el joven solía mirar la hora en su reloj de pulsera, para luego sacar el de bolsillo y mirarlo detenidamente. Curiosos, le preguntaron cuál era la razón por la cual llevaba dos relojes, a lo que él, sin avergonzarse, replicó:
"El reloj de pulsera me indica la hora del lugar donde nos encontramos, mientras que el de bolsillo que me dio mi padre, mantiene la hora de Utah. Verán", continuó "mi familia es muy unida. Cuando el reloj de bolsillo me indica las cinco de la mañana yo sé que mi padre se está preparando para ordeñar las vacas; por la noche, cuando me muestra que son las 19:30. sé que toda mi familia se arrodilla alrededor de una mesa bien preparada para la cena y en ferviente oración pide a Dios que me proteja, me guarde y me mantenga limpio de las manchas de este mundo. Esos son los motivos que me impulsan a luchar cuando todo parece desmoronarse a mi alrededor. Es fácil saber qué hora es aquí... pero lo que me interesa es la hora de Utah." (Adaptado de Vaughn R. Kimball, "The right time at home", Reader's Digest, mayo de 1944, pág. 43.)
A pesar de sólo conocer ligeramente a aquel joven marino yo conocía muy bien a su padre. Sus vacas tenían que alimentar a una numerosa familia, pero su mayor interés radicaba en el desarrollo de sus hijos,que necesitaban algo más que los alimentos diarios. En ocasiones rae arrodillé en ferviente oración con esa extraordinaria familia. Las enseñanzas que recibieron los han llevado a alcanzar bendiciones eternas.
Mis amados hermanos y hermanas, pensad en lo que podría ser este mundo si todos los miembros de la Iglesia se postraran en oración por la mañana y la noche, tal como lo hace esa familia. ¡Qué diferente sería si todos los centenares de millones de familias en todo el mundo orasen diariamente por sus hijos! ¡Y qué hermoso sería el mundo si mil millones de familias de toda la tierra participasen en la noche de hogar y las reuniones dominicales de nuestra Iglesia, y se arrodillasen al unísono derramando sus corazones al Señor para beneficio de sus hijos, sus familias, sus líderes y sus gobiernos!
Ese tipo de familia podría acercarnos a la experiencia de Enoc cuando fue trasladado por su rectitud, y podría marcar el comienzo del milenio. Cuando a Enoc se le preguntó acerca de sí mismo, entre otras cosas él respondió: "Mi padre me enseñó conforme a todas las vías de Dios" (Moisés 6:41).
Y Enoc anduvo con Dios, y no estuvo más en esta tierra, porque Dios lo llevó a su propio seno; él y su pueblo habitaban en justicia en la Ciudad Santa, Sión, y Sión fue llevada a los cíelos.
Sí, esta es la respuesta: Padres que enseñan en rectitud; obedientes y amorosos hijos; lealtad a las obligaciones familiares. Estas cualidades en el hogar son requisitos básicos para formar el carácter y dar seguridad a la vida de nuestros hijos.



Share/Save/Bookmark Leer más...

En el espíritu de acción de gracias

Varias personas en las calles de Nueva York comparten diversas respuestas de gratitud a la pregunta: ¿Por qué cosas está agradecido?




Esto saldra en la pagina al pulsar leer mas

Share/Save/Bookmark Leer más...

Lo que hallará al entrar en una capilla mormona

Lo que hallará al entrar en una capilla mormona

SALT LAKE CITY. 26 de octubre de 2009. La mayor parte de quienes visitan por primera vez un centro de reuniones de la Iglesia Mormona mencionan algo en cuanto a la cantidad de salones que dichos edificios tienen. Muchas personas esperan encontrar un único y amplio salón, al igual que en los centros de adoración de muchas otras religiones cristianas.

Sin embargo, los centros de reuniones de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días son diferentes a los

que muchas otras religiones utilizan. Tienen aulas, oficinas, una pila bautismal, una cocina y, en muchos casos, un salón cultural con una cancha interior de baloncesto. Por lo general, los salones culturales de los centros de reuniones mormones cuentan con un escenario para representaciones teatrales o espectáculos musicales. Además, la cancha de baloncesto también sirve como pista de baile o como salón comedor, entre otros usos.
Tienen todo ello además de un amplio salón para doscientas o trescientas personas que se denomina “capilla”, el cual se usa para las reuniones de adoración dominicales. En ocasiones, los mormones también usan el término “capilla” para describir todo el edificio o centro de reuniones.

“El edificio era muy sencillo”, dijo Sandra Yeo después de visitar por primera vez uno de los centros de reuniones de la Iglesia en su Inglaterra natal.

“Hasta donde pude ver, no había cruces, murales, estatuas ni figuras de ningún tipo,. Jamás había estado en una iglesia cristiana que careciera de ese tipo de cosas. No obstante, esa sencillez me resultó muy agradable”.

Para los Santos de los Últimos Días, las capillas de la Iglesia son un centro de vida religiosa y social. Sin embargo, la parte más importante de la semana es la reunión sacramental, la cual tiene una hora de duración. Ésta tiene lugar los domingos y es semejante a otros servicios de adoración cristianos. Los hombres, las mujeres y los niños ofrecen oraciones, dan sermones y cantan himnos; además, se reparte la Santa Cena, que es similar a la comunión de otras religiones. Asimismo, los miembros de la Iglesia enseñan los principios impartidos por Jesucristo.

Al asistir a las reuniones de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Wisconsin por primera vez, Brian Sharon se sintió impresionado ante los servicios de adoración.

“Estaba acostumbrado a los servicios de adoración muy formales y altamente estructurados de la iglesia de mi infancia”, dijo Sharon. “Me causó curiosidad cuán sencilla y eficientemente se manejaban las cosas, sin rituales o ceremonias extensas. Además, me conmovió lo amigables y afables que eran todos, en especial hacia quienes estaban de visita, como mi familia. Fue una sorpresa agradable”.

Además de la reunión sacramental, existen otras reuniones dominicales que forman parte del programa de tres horas que tiene lugar desde las 9:00 hrs. hasta el mediodía, desde las 11:00 hasta las 14:00 hrs. o en algún otro horario alternativo.

Dichas reuniones incluyen clases para los jóvenes y para los adultos, así como lo que los mormones llaman “la Primaria”, que es un periodo de tiempo en el que los niños de hasta doce años asisten a clases y cantan.

Los mormones tienen familias numerosas, de modo que prepárese para ver —y oír— muchos niños; y aunque los padres mormones se esfuerzan por enseñar a sus pequeñitos a ser reverentes, también se insta a los niños a participar.
Por ejemplo, en la Primaria, que es para los niños, verá niños de siete años, o aun más pequeños, que ofrecen discursos, leen pasajes de las Escrituras y oran frente a sus compañeros. Las canciones que se enseñan y cantan en la Primaria se centran en la vida y en las enseñanzas de Jesucristo, en temas de las Escrituras y en formas sencillas en que los niños y los demás puedan poner en práctica lo que se predica.

Generalmente los mormones son personas amigables, de modo que los visitantes no deben sorprenderse si alguien, al ver un nuevo rostro, se acerca para conversar, darles la mano y ayudarles a hallar la reunión o clase indicada.
Una idea equivocada que es común entre quienes no pertenecen a la religión mormona es que sólo los Santos de los Últimos Días pueden entrar a sus capillas. Es muy probable que tal idea se deba a que se confunden las capillas con los templos. Mientras que en los templos, de los cuales existen 151 en todo el mundo (incluyendo los ya erigidos así como los que se han anunciado o que están en construcción), el ingreso se limita sólo a los miembros de la Iglesia que estén plenamente consagrados a su fe, en las capillas mormonas se permite el ingreso de cualquier persona que desee ir de visita o adorar junto a sus vecinos Santos de los Últimos Días. Existen más de 17.000 capillas en todo el mundo.

El diseño arquitectónico de las capillas Santo de los Últimos Días refleja la magnitud de una religiosidad que va más allá del púlpito y las bancas. El ser miembro de un barrio mormón (es decir, una congregación) significa ser parte de una comunidad religiosa que se reúne como grupo semanalmente y que se congrega de modo más reducido en varias reuniones más que se celebran todas las semanas.
En algunos casos, los centros de reuniones mormones se transforman en centros de operaciones para proyectos de servicio a la comunidad como, por ejemplo, en épocas de desastres naturales. En muchas ocasiones, tales actividades se llevan a cabo en conjunto con las de otras comunidades y grupos religiosos.

Los mormones dicen que aunque las actividades que los unen y que se efectúan dentro de sus edificios son amplias y variadas —algunas de ellas culturales, deportivas, educativas y sociales— la motivación subyacente de todo lo que se lleva a cabo es que las personas y las familias se ayuden mutuamente a superar los retos de la vida al aprender sobre Jesucristo y al esforzarse por llegar a ser semejantes a Él.

Para los Santos de los Últimos Días, los edificios que utilizan en sus distintos servicios de adoración y otras reuniones son importantes, pero no tanto como la edificación que tiene lugar dentro de sus muros. Lo más importante para los mormones es la edificación de personas y familias fuertes, el conocimiento, los lazos de unión y la fe en Dios.

“Nuestras capillas no están construidas con las mismas características de diseño”, dijo en una conferencia mundial el élder L. Tom Perry, quien es apóstol de la Iglesia. “Sin embargo, cada una de ellas se centra en la misión de nuestro Salvador. Son edificios dedicados al propósito de adorarle”.



Share/Save/Bookmark Leer más...

CHRISTIAN EL LEON

Quise compartir este video con ustedes, ya que me gusto mucho como los animales nos pueden enseñar la lealtad en la amistad, y como ellos pueden recordar como se les trato en un tiempo pasado.







Share/Save/Bookmark Leer más...

OBEDIENCIA, CONSAGRACIÓN Y SACRIFICIO

Por el élder Bruce R. McConkie
Del Consejo de los Doce

He solicitado y ahora busco la guía del Espíritu Santo para poder hablar llana y persuasivamente acerca de dos de las doctrinas que coronan el evangelio.

Nosotros somos el pueblo del Señor, sus santos, aquellos a quienes él ha dado mucho y de quienes él espera también mucho. (Véase D. y C. 82:3.) Conocemos los términos y condiciones del plan de salvación; cómo murió Cristo por nuestros pecados y qué debemos hacer para obtener las bendiciones completas de su sacrifico expiatorio.

Hemos hecho convenio en las aguas del bautismo de amarle y servirle, de guardar sus mandamientos y poner, en primer lugar en nuestras vidas, las cosas de su reino. A cambio, él nos ha prometido vida eterna en el reino de su Padre; por ello nos encontramos en una posición de recibir y obedecer algunas de las más altas leyes que nos preparan para obtener esa vida eterna que tan vehemente buscamos.

De acuerdo con ello, os hablaré de algunos de los principios de sacrificio y consagración a los cuales los verdaderos santos deben sujetarse si verdaderamente desean ir a donde Dios y Cristo están, y obtener una herencia con los fieles santos de edades pasadas.

Está escrito: "Porque el que no puede sujetarse a la ley de un reino celestial, no puede sufrir una gloria celestial" (D. y C. 88:22). La ley de sacrificio es una ley celestial y así también es la ley de consagración. Por lo tanto, para obtener esa recompensa celestial que tan devotamente deseamos, debemos ser capaces de vivir estas dos leyes.

El sacrificio y la consagración están inseparablemente entrelazados. La ley de consagración nos guía para que consagremos nuestro tiempo, nuestros talentos, nuestro dinero y propiedades, a la causa de la Iglesia; todo ello debe estar disponible hasta donde sea necesario para aumentar los intereses del Señor en la tierra.

La ley de sacrificio nos encauza hasta estar dispuestos a sacrificar todo lo que tenemos en favor de la verdad; nuestro carácter y reputación, nuestro honor y nuestro aplauso, nuestro buen nombre entre los hombres, nuestras casas, tierras y familias; todo; aun nuestra vida misma si necesario fuere.

José Smith dijo: "Una religión que no requiere el sacrificio de todas las cosas, nunca tiene el poder suficiente con el cual producir la fe necesaria para llevarnos a vida y salvación" (Lectures on faith, pág. 58).

No siempre somos llamados para vivir por completo la ley de consagración y dar todo nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestros medios para la edificación del reino terrenal del Señor. Pocos somos llamados para sacrificar gran parte de lo que poseemos y, por el momento, hay solamente algún mártir ocasional en la causa de la religión revelada.

Pero lo que el relato nos enseña es que para ganar la salvación celestial debemos ser capaces de vivir totalmente estas leyes, si somos llamados para hacerlo. Ligada a esto, está la realidad de que debemos, de hecho, vivir esas leyes hasta el grado de que seamos llamados,

Por ejemplo, ¿cómo podemos establecer nuestra capacidad de vivir toda la ley de consagración, si de hecho, no pagamos un diezmo justo? o ¿cómo podremos probar nuestra buena voluntad de sacrificar todas las cosas, si fuera necesario, siendo que nunca tenemos ni la más pequeña privación de tiempo, labor, dinero u otros medios, que ahora nos llaman a sacrificar?

Siendo joven y sirviendo en la dirección de mi obispado, llamé a un hombre rico y lo invité a contribuir con mil dólares para el fondo de construcción. El rechazó la invitación, pero dijo que deseaba ayudar y que si hiciéramos una comida en el barrio y el cubierto costara cinco dólares, él tomaría dos boletos. Más o menos diez días después, este hombre murió inesperadamente de un ataque al corazón y me pregunto desde entonces acerca del destino que tendrá su alma.

No hubo alguien que dijo: "Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee." No dijo esa misma persona en una parábola:
"La heredad de un hombre rico había producido mucho.
"Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?
"Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocijase.
"Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto ¿de quién será?
Y entonces concluyó el asunto diciendo: "Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios" (Lucas 12:15-21).

Cuando el profeta Gad mandó a David construir un altar y ofrecer sacrificios en una propiedad perteneciente a cierto individuo; ese hombre ofreció proveer la tierra, el buey y todo lo necesario para el sacrificio sin costo alguno. Pero David dijo: "No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová holocaustos que no me cuesten nada" (2 Samuel 24:24).

Cuando el sacrificio que debemos hacer es pequeño, el tesoro puesto en el cielo es pequeño también. La pequeña moneda de la viuda, dada en sacrificio pesa mucho más en la balanza eterna, que en abultados graneros del hombre rico. (Véase Marcos 12:41-44.)

Vino a Jesús en cierta ocasión, un joven rico que preguntó: "¿Qué bien haré para tener la vida eterna?"

la respuesta de nuestro Señor fue aquella dada por todos los profetas de todas las edades: ". . si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos."

La siguiente pregunta fue: "¿Cuáles?" Y Jesús dijo: "No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, amarás a tu prójimo como a ti mismo."

Entonces vino la respuesta con una pregunta; porque el joven era un buen hombre, un hombre fiel, uno que buscaba la rectitud: "Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?"

Podríamos muy bien preguntar: "¿No es suficiente con guardar los mandamientos? ¿Qué más se espera de nosotros que ser fieles y verdaderos en toda confianza? ¿Hay algo más que la ley de la obediencia?"

En el caso de nuestro rico y joven amigo había algo más. De él se esperaba que viviera la ley de consagración, que sacrificara sus posesiones terrenales, pues la respuesta de Jesús fue: "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoros en el cielo; y ven y sígueme."

Como se sabe, el joven se fije muy triste, "porque tenía muchas posesiones" (Mateo 1 9:1 6-22). Y a nosotros nos queda preguntar, ¿qué intimidades podría haber compartido con el Hijo de Dios, qué compañerismo pudo haber gozado con los apóstoles, qué visiones y revelaciones pudo haber recibido, si hubiera sido capaz de vivir la ley de un reino celestial?. Pero así sucedió y él permanece sin nombre; ¡y pensar que pudo haberse tenido por siempre en honorable remembranza entre los santos!

Ahora, yo pienso, está perfectamente claro que el Señor espera mucho más de nosotros de lo que a veces rendimos. Pero nosotros no somos como otros hombres. ¡Somos los santos de Dios y tenemos las revelaciones de¡ cielo! "A quién mucho se da, mucho se requiere." (Véase D. y C. 82:3.) Nosotros debemos poner primeramente en nuestras vidas las cosas de su reino.

Se nos ha mandado vivir en armonía con las leyes de Dios, guardar todos sus mandamientos, sacrificar todas las cosas si fuere necesario en honor de su nombre, conformarnos a los términos y condiciones de la ley de consagración.

Hemos hecho convenios de hacerlo así; solemnes, sagrados, santos convenios, comprometiéndonos antes dioses y ángeles.

Estamos bajo convenio de vivir la ley de la obediencia.

Estamos bajo convenio de vivir la ley de sacrificio.

Estarnos bajo convenio de vivir la ley de consagración.

Con esto en mente, escuchad estas palabras de¡ Señor: "Porque si queréis que os dé un lugar en el mundo celestial, tenéis que preparamos, haciendo las cosas que os he mandado y requerido" (D. y C. 78:7).

Es nuestro privilegio consagrar nuestro tiempo, talentos y medios para edificar su reino. Todos somos llamados al sacrificio de una u otra manera, para el avanzamiento de su obra. La obediencia es esencial para la salvación; como también lo es el servicio, la consagración y el sacrificio.

Es un privilegio levantar la voz de alerta a nuestros vecinos, ir a las misiones y ofrecer las verdades de salvación a los demás hijos de nuestro Padre por todas partes. Podemos responder al llamado para servir como obispos, como presidentas de la Sociedad de Socorro, como maestros orientadores, y en cualquiera de los cientos de posiciones de responsabilidad en las varias organizaciones de la Iglesia. Podemos trabajar en proyectos de bienestar, comprometernos en investigaciones genealógicas, y efectuar la obra vicaria en el templo.

Podemos pagar un diezmo justo y contribuir con nuestras ofrendas de ayuno, presupuesto de bienestar, fondo misional y de construcción. Podemos donar porciones dé nuestras posesiones y legar nuestras propiedades a la Iglesia, preparando nuestro testamento antes de morir.

Podemos consagrar una parte de nuestro tiempo al estudio sistemático, para llegar a ser sabios en el evangelio, para atesorar las verdades reveladas, que nos guían en sendas de verdad y de justicia.

Y el hecho de que los fieles miembros de la Iglesia hacen todas estas cosas, es una de las grandes evidencias de la divinidad de la obra. ¿En qué otra parte la generalidad de los miembros de cualquier iglesia pagan un diezmo completo? ¿Dónde hay un pueblo cuya congregación tiene uno, dos y hasta un tres por ciento de sus miembros fuera, en misión voluntaria y pagada por ellos mismos todo el tiempo? ¿Dónde hay un pueblo que como unidad, construya templos, u opere proyectos de bienestar como nosotros? ¿Y dónde hay tanta administración y tanta enseñanza sin sueldos?

En la Iglesia verdadera, nosotros, ni predicamos por sueldo ni trabajamos por dinero. Seguimos el modelo de Pablo y damos el evangelio de Cristo gratuitamente, de modo que no abusamos ni hacemos mal uso del poder que el Señor nos ha dado. Libremente hemos recibido y libremente damos, pues la salvación es gratuita. Todo el que tiene sed está invitado a venir y beber de las aguas de la vida, a comprar maíz y el fruto de la vida sin dinero y sin precio.

Todo nuestro servicio en el reino de Dios es predicado sobre su eterna ley que establece: " ... el trabajador en Sión, trabajará para Sión; porque si trabajare por dinero, perecerá" (2 Nefi 26:31).

Sabemos perfectamente bien que "el obrero es digno de su salario" (véase Lucas 10:7) y que aquellos que dedican todo su tiempo pira la edificación fiel reino, deben ser provistos con alimentos, vestidos, alojamiento y lo necesario para la vida. Tenemos que emplear maestros en nuestras escuelas, arquitectos para diseñar nuestros templos, contratistas para construir nuestras sinagogas y directores para operar nuestros negocios. Pero estos así empleados, junto con todos los miembros de la Iglesia, participan también en una base voluntaria para aumentar de otra manera la obra del Señor. Los presidentes de banco trabajan en proyectos de bienestar, los arquitectos dejan sus mesas de dibujo para salir a misiones, los contratistas dejan sus herramientas para servir como obispos o maestros orientadores. Los abogados ponen a un lado sus libros de leyes y el Código Civil para actuar como guías en la Manzana del Templo. Los maestros dejan su salón de clases para visitar a los huérfanos y las viudas en sus aflicciones. Los músicos que se gana la vida con su arte, voluntariamente dirigen los coros y tocan en las reuniones de la Iglesia. Artistas que pintan profesionalmente, tienen gusto en proporcionar sus servicios voluntaria y gratuitamente.

Pero la obra del reino tiene que seguir adelante y los miembros de la Iglesia son y deben ser llamados para llevar estas cargas. Esta es la obra del Señor y no la de los hombres. El es quien nos manda a predicar el evangelio en todo el mundo, no importa el costo; es su voz la que decreta la construcción de templos, cualquiera que sea su costo. El es quien nos recomienda el cuidado de los pobres entre nosotros, cualquiera que sea el costo para que sus lamentos no lleguen hasta su trono como un testimonio en contra de aquellos que deberían alimentar al hambriento y vestir al desnudo, y no lo hicieron.

Y podría decir también por vía de doctrina y de testimonio, que es su voz la que nos invita a consagrar nuestro tiempo, nuestros talentos, y nuestros medios, para llevar a cabo su obra. Es su voz la que llama para el servicio y el sacrificio. Esta es su obra. El está al timón, para guiar el destino de su reino.

Y todo miembro de su Iglesia tiene esta promesa: que si permanece fiel y verídico, obedeciendo, sirviendo, consagrando, sacrificando, como lo requiere el evangelio, será recompensado en la eternidad mil veces más y tendrá vida eterna. ¿Qué más podríamos pedir? En el nombre de Jesucristo. Amén.



Share/Save/Bookmark Leer más...